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Báez muestra destellos de su potencial

El prospecto boricua está luchando por ser el segunda base titular de los Cachorros. Norm Hall/Getty Images

MESA, Ariz. - El Cachorro Javier Báez tambaleó lejos de la segunda base el otro día en la primera entrada de un partido de exhibición ante los Angelinos, y en el instante en que una rola fue golpeada hacia el hueco del campocorto, Báez salió disparado hacia la tercera base.

Un error... de acuerdo a la sabiduría convencional. No había nadie en base y no era necesario el corrido.

Entonces Erick Aybar, el paracorto de Angelinos, capturó la pelota y tiró al antesalista Taylor Featherston, quien rápidamente tocó a Báez mientras se deslizaba. El árbitro, colocado en la zona de foul, decretó out a Báez pero cambió su decisión cuando notó que la pelota había caído al suelo.

Báez hubiera sido out si Featherston no hubiera dejado caer la bola.

Pero aquí está el punto: la repetición de la jugada mostró que Báez llegó a la base antes y debió haber sido decretado quieto de primera instancia, incluso si Featherston no hubiera dejado caer la pelota. En este caso, el instinto de corredor de Báez --que el nuevo manager Joe Maddon había elogiado en una conversación de hace un par de semanas-- había dado sus frutos, creando una oportunidad que pocos jugadores pueden generar, y momentos después, Báez se deslizó sobre el home con la primera carrera para los Cachorros en el juego.

El promedio de ponches de Báez es lo que llama más la atención, ya que es histórico. Él fue al cajón de bateo 229 veces en 52 partidos el año pasado y se ponchó en 95 turnos al bate, promediando .169. El segunda base de 22 años tiene 16 ponches en 44 turnos al bate esta primavera, con tres bases por bolas.

Pero hay mucho más sobre Báez que ha enamorado a Maddon, es por eso que todavía está en el campamento de Grandes Ligas compitiendo por el trabajo de segunda base y aún se le considera como un jugador con un techo alto. Es la intensidad de su juego, que se refleja en cada rola de rutina dentro del cuadro. Es su atletismo, sus movimientos gimnásticos que parecerían naturales en un caballo de saltos, como lo demostró el otro día con un salto alto para interceptar un tiro desviado.

Hay una situación que Maddon notó rápidamente --la voluntad de Báez para enfrentar los desafíos, cavar y trabajar hacia el cambio. No tiene miedo del trabajo; él lo ha abrazado. Báez ha tenido su cuota de dificultad esta primavera, en la que está bateando .159, pero a través de los días malos y buenos, su ética ha sido constante, con una llegada en la madrugada a las instalaciones de los Cachorros y rondas de bateo antes de la práctica de bateo regular y los juegos.

No es una falta de entendimiento que los Cachorros vean el esfuerzo de Báez para ajustar como bateador. No, él lo consigue, ellos están seguros, ya que en sus labores dentro de la jaula, los cambios están ahí, se notan. Pero entonces los juegos comienzan, se añade la adrenalina de la competencia real en la mezcla y las alteraciones que Báez hizo en la mañana desaparecen en las tardes. Esto no es poco común en los jugadores jóvenes, lanzadores y bateadores, que deben encontrar una manera de reducir la velocidad.

Su velocidad es rara, su energía, su defensa -- que a Maddon le gusta y cree que va a ser aún mejor-- y su corrido de bases, demostrado en ese instante ante los Angelinos. Hay tanto que a los Cachorros les gusta de Báez, además de su impresionante velocidad con el bate y su poder.

Pero sus ponches son poco comunes, así, y en los próximos días y semanas, los Cachorros tendrán que sopesar todo lo grande en Báez contra lo malo que hace, y tomar sus decisiones. Ellos lo aman y quieren amarlo más, y le toca a él determinar qué tan lejos que irá.