<
>

En bermudas y chanclas, México golea a Bermudas

LOS ÁNGELES -- El marcador es un ornato (5-1). El rival, un polizonte refunfuñón de la Concacaf. En bermudas, México vacacionó en su debut en la Liga de las Naciones de Concacaf ante Bermudas.

La utilidad neta del crucero tricolor en Bermudas estará en las anotaciones de Gerardo Martino. Si es que necesitó tomar anotación alguna del paseo mexicano.

Viviendo casi una cita a ciegas entre los jugadores mexicanos, pasaron del desconcierto y la desarticulación al orden y la armonía, con las licencias del adversario.

Los caribeños no se salieron de las expectativas. Comenzaron apretando, pujando, empujando, rozando… ilusionándose pues, con una aventura sobre los mexicanos, que cojeaban en su desorden.

Y claro, defensivamente, por el centro, México sigue sufriendo. Esa pareja formada por Carlos Salcedo y Néstor Araujo, está más perdida que la pareja de turistas mexicanos que dieron la bienvenida y fue ninguneada por el Tri.

Pero los grilletes de la esperanza local, los hizo añicos con su caracoleo Uriel Antuna al ’25, y esto significó la comodidad para los jugadores mexicanos. Súbitamente, en esa calma acogedora del marcador y del dominio con la pelota, todo mejoró sin llegar a los linderos de la espectacularidad.

Por eso, Gerardo Martino empezó a soltar las riendas. Los jugadores mexicanos se sacudieron las cadenas y empezaron a disfrutar a pesar de algunas caricias que pretendían disimular los bermudeños.

Así, en la concesión de movimientos, más orientaciones seguramente fabricadas en el entrenamiento, se desplegó el rústico laboratorio de México sobre la cancha en Hamilton.

Y con cierta cautela, cuando la carrocería caribeña iba más por el peatón mexicano que por la pelota, pero empezaron a fabricar y a darse hasta privilegios lúdicos los jugadores mexicanos, especialmente luego de que J.J. Macías cacheteara un servicio de cabeza del Chicote Calderón.

Por eso, si el marcador es apenas una pieza autóctona de anécdota, detrás del 5-1 hubo cosas útiles que, sin embargo, deben ser sometidas al severo tamiz de la inestabilidad y debilidad del adversario.

Ya en la segunda mitad, con el 3-0, obra también de Macías, la selección mexicana empezó a caer en ese sopor peligroso de la comodidad, por eso, se fabrica la posibilidad para un estupendo gol de Nahki Wells a los ’57 en tiro de esquina.

Y viene la reacción. Hirving Lozano al ’60 y un zapatazo de Héctor Herrera, contando con todo el tiempo y el espacio para ello, al ’71, cerraría el marcador. En el inter, Chucky desperdicia un penalti estrellándolo en el poste.

Al final, necesario recordar que Tata Martino trata de matar dos pájaros de un tiro: resolver con éxito los trámites de la Liga de las Naciones y al mismo tiempo ir moldeando a la columna vertebral para el Preolímpico de Guadalajara en marzo.