Llevamos años viendo a Juan Soto conectar jonrones, ganar premios y establecer marcas, pero quizás lo más divertido sea ver cómo 'invade' los pensamientos y la intención de los lanzadores rivales.
Solo tiene 22 años, siempre con una sonrisa. Su rostro delata cuán absurdamente a menudo diagnostica el plan del lanzador en su contra, cómo anticipa correctamente lanzamientos particulares. Incluso cuando no hace swing, se puede ver en su movimiento en la caja de bateo y su mirada al montículo la gran arrogancia competitiva que tiene.