Aunque siempre hay una excepción a la regla, el ganador del galardón suele tener un pase asegurado a la NFL
Esta semana, luego de que los reflectores apuntaron al Draft 2025 de la NBA, vale la pena recordar que hubo un tiempo en el que el mejor jugador de futbol americano universitario decidió no presentarse al draft de la NFL.
Su nombre, Charlie Ward, ganador del Trofeo Heisman de 1993 que prefirió jugar en el Madison Square Garden y no un estadio de la NFL.
El caso Charlie Ward es tan único como irrepetible. Porque si bien muchos atletas han intentado combinar talentos en diferentes disciplinas, muy pocos han osado rechazar directamente la NFL después de recibir el mayor reconocimiento individual en el futbol americano universitario.
Y eso dice mucho, porque el Trofeo Heisman es, en esencia, una antesala gloriosa a la NFL. Representa la cumbre del talento colegial, una mezcla de dominio estadístico, liderazgo y magnetismo mediático que, por décadas, ha sido el pasaporte a una carrera profesional.
Y aunque hay algunas excepciones --como Charlie Ward y Bo Jackson-- lo cierto es que la NFL ha sido, es y seguirá siendo el camino natural para los ganadores del Heisman.
Charlie Ward: el unicornio que prefirió el Madison Square Garden
Cuando Charlie Ward ganó el Heisman como quarterback de Florida State ya había dejado claro que no jugaría en la NFL, a menos de que fuera reclutado en la primera ronda del draft. Los equipos de la liga no quisieron arriesgarse con él y Charlie Ward terminó jugando basquetbol. Fue elegido por los New York Knicks en el draft de la NBA y disfrutó una carrera sólida de más de una década, incluso jugando las Finales de 1999.
Charlie Ward es el único caso documentado de un ganador del Heisman que nunca pisó un campo de la NFL y que eligió otra liga profesional como destino final. Es digno de admiración por su versatilidad atlética, pero su decisión sigue siendo una anomalía en una lista de casi 90 ganadores del trofeo.
Bo Jackson apostó por sí mismo
Ganador del Heisman en 1985 con Auburn, Bo Jackson fue reclutado por los Tampa Bay Buccaneers, pero se negó a jugar con ellos y decidió buscar suerte en la MLB con los Kansas City Royals. Más adelante firmó con los Raiders y terminó brillando en ambas ligas.
Otros jugadores que pudieron probar en otro deporte, pero prefirieron la NFL
Jameis Winston (Heisman del 2013) fue estrella de dos deportes en Florida State, y a pesar de tener futuro en la MLB, terminó en la NFL luego de ser reclutado por los Buccaneers con la primera selección global en el draft del 2015.
Kyler Murray (Heisman del 2018) fue elegido por los Oakland A’s en MLB con la selección N° 9, pero la NFL le ofreció la oportunidad de convertirse en estrella de inmediato luego de ser reclutado en el primer turno global del 2019 por los Arizona Cardinals.
Terry Baker (Heisman de 1962) también fue elegido por equipos de la NBA, pero su carrera se limitó al futbol americano.
En el caso de Eric Crouch (Heisman del 2001), a pesar de probar suerte en la NFL Europa, CFL y otras ligas emergentes, siempre estuvo ligado al fútbol americano.
Aunque Charlie Ward fue exitoso sin jugar en la NFL, su historia es atípica y solo confirmó la excepción a la regla, porque los ganadores del Heisman saben que la NFL será el escenario que valide su legado.
