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Carlos Bianchi: un ganador que brilló como técnico y jugador

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Carlos Bianchi y la diferencia entre un jugador inteligente y un gran jugador (3:48)

En ESPN F90 recordaron una frase del Virrey donde hacía referencia a este tema y se abrió el debate. (3:48)

Carlos Bianchi nació el 26 de abril de 1949 en Buenos Aires. Y es uno de los grandes referentes del fútbol argentino, como jugador y como entrenador.

Vélez Sarsfield fue el club que lo vio nacer, el único club en el que jugó en la Argentina. Allí se formó de joven, triunfó como jugador, se convirtió en uno de los grandes goleadores del fútbol argentino y luego triunfó como entrenador.

Por los éxitos logrados como técnico en el club de Liniers la gente lo reclamaba como entrenador de la Selección Argentina, algo que nunca ocurrió. Lo cierto es que luego de Vélez y un paso por Europa, en Boca Juniors volvería a demostrar su talento como técnico ganando todo a nivel local y mundial.

Sus orígenes se remontan a una familia trabajadora, de clase media. Bianchi dejó los estudios secundarios a los 14 años, cuando cursaba segundo año en un colegio comercial.

Su papá le preguntó qué iba a hacer con su vida y él sin dudar contestó: jugador de fútbol. Ya se entrenaba en Vélez dando los primeros pasos en las divisiones menores, y ayudaba a su padre en el puesto de diarios que tenían en la localidad de San Martín.

En el Fortín debutó de la mano de Victorio Spinetto frente a Boca el 23 de julio de 1967, con 18 años. El partido terminó 1 a 1. No deja de ser una llamativa coincidencia que el Xeneize estuviera enfrente en su partido estreno. Más tarde, el destino uniría a Vélez y a Boca con Bianchi como DT, haciendo historia en ambos equipos.

En 1969, Vélez se consagró campeón del Nacional, en lo que fue el primer título para el conjunto velezano en su historia profesional. El Virrey jugó ese torneo y anotó 7 goles, disputando la final ante Racing y jugando los últimos 45 minutos de ese partido.

Los 70' fueron años de crecimiento y consagraciones. En el Nacional de 1970 fue por primera vez goleador de un certamen con 16 tantos, y un año más tarde, en el Metropolitano, volvería a convertirse en máximo anotador con 36 tantos.

Esas actuaciones lo llevaron pronto al fútbol europeo. Y Francia fue el país elegido. Stade de Reims fue el club del desembarco, y allí jugó entre 1973 y 1977. Luego pasó al PSG, entre 1977 y 1979, y por último llegó al Racing de Estrasburgo en 1980.

En el Reims fue tres veces máximo anotador del torneo. En el PSG no tardó en demostrar su capacidad de gol al marcar en la primera temporada 37 goles en 38 partidos. Pero ese club, como el mismo Bianchi reconoció más tarde, era más modesto que el PSG de estos días, y no pudo consagrarse campeón pese a la catarata de goles.

Luego regresó a la Argentina para vestir de nuevo los colores de Vélez, club en el que iba a despedirse en 1984, justamente, en una derrota ante Boca, club ante el que había debutado. Nuevamente la camiseta azul y oro enfrente, como un presagio del destino.

Tras un nuevo paso por Francia, en este caso la Segunda División, llegaría el retiro definitivo en el Stade de Reims. Como resumen de una carrera fantástica en Francia, Bianchi logró ser cinco veces el máximo goleador de la Ligue 1, privilegio destinado a unos pocos.

Luego de varios años en Francia como DT dirigió a Stade de Reims, OGC Niza y Paris FC, volvería a la Argentina para hacerse cargo del primer equipo de Vélez Sársfield. Y allí comenzaría a transitar la exitosa carrera como DT. Vélez iba a tocar el cielo con las manos gracias al trabajo de su hijo pródigo: fue campeón del Clausura 1993 y 1996 y del Apertura 1995.

En el plano internacional, llegaría a lo más alto: campeón de la Copa Libertadores al derrotar por penales a San Pablo y campeón de la Copa Intercontinental, al vencer nada menos que al Milan. Su Vélez hizo historia y era noticia a nivel mundial.

En Boca iba a repetir lo que parecía muy difícil: volver a ganar todo. Pero el Virrey lo hizo. Con el Xeneize ganó tres Copas Libertadores (2000, 2001 y 2003), dos Intercontinentales, venciendo al Real Madrid y al Milan, y cuatro torneos locales (Apertura 1998, Clausura 1999, Apertura 2000 y Apertura 2003). Impresionante.

La misma seriedad que tuvo siempre como entrenador la mantuvo afuera de la cancha, con su familia. Su esposa Margarita lo acompañó siempre, junto con sus hijos Brenda y Mauro. Siempre a su lado, pero en silencio, sin estridencias.

Tantos logros en el fútbol argentino contrastaron con pobres pasos por Europa: dirigiendo a la Roma y al Atlético de Madrid, no pudo afianzarse y lograr convencer a los jugadores con su idea de juego.

Pero en Vélez y en Boca dejó en claro, con triunfos, personalidad y una clara idea de juego, por qué es considerado uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol argentino.