MADRID -- Cuando Rodrygo recorta distancias en el minuto 89 para devolver al Real Madrid las opciones, entonces lejanas, de meterse en la eliminatoria, los jugadores del Manchester City se miraron, extrañados, pero con la típica sensación de temor que sólo los rivales conocen cuando se enfrentan al Real Madrid en una noche tan especial.
Un minuto después, cuando el mismo Rodrygo remata de cabeza al fondo de la red el balón que empata la eliminatoria tras una peinada milagrosa de Marco Asensio, esa sensación de temor se convirtió en un terror absoluto para los cityzens. Nadie daba crédito, incluso los jugadores del Real Madrid: habían conseguido lo más importante y, a la par, lo imposible. Otra vez.
Por eso la charla de Guardiola antes de la prórroga se basó en el aspecto psicológico. Sus chicos tenían la eliminatoria en el bolsillo y, en dos minutos, el Real Madrid había igualado una contienda que tenía claro color skyblue. Pero no fue suficiente. En cuanto regresaron al terreno de juego, un penalti de Rúben Dias sobre Benzema provocaba que el francés pusiera a los blancos, por primera vez en 180 minutos de eliminatoria, con ventaja.
El Bernabéu se vino abajo y, al igual que hizo durante todo el partido, no dejó de animar. Los gritos, los cánticos, las protestas cobraron una dimensión que superaron a los de Guardiola. Incluso, uno de los jugadores del City que ayer estaba sobre el césped admitió a este redactor vía WhatsApp que “no nos iban las piernas, era increíble, nos empequeñeció la situación”. El Madrid, a partir del gol de Karim Benzema, se dedicó a contemporizar una ventaja que supo gestionar mejor que el rival.
Con el éxtasis de la celebración, los diversos medios de comunicación españoles e internacionales se rindieron a los pies del poder de convicción del Real Madrid y a la auto confianza ciega que este equipo tiene en sí mismo. Lo imposible, para ellos, es lo habitual. Y lo inaccesible, lo normal. Nadie daba crédito a la tercera noche épica que vive el club en Europa esta temporada.
Sin embargo, hay varias claves deportivas detrás del éxito blanco para llegar a la final contra Liverpool. El Madrid, lejos de los mejores años de Luka Modric, Casemiro y Toni Kroos - sobre todo de estos dos últimos, ya que el croata sigue aguantando estoicamente el paso de los años como si nada-, Ancelotti implementó su trabajo en las áreas. Atrás, el Madrid estuvo fuerte y dos de sus hombres, muy experimentados en esta competición, fueron clave: Dani Carvajal y Nacho. Ambos aguantaron la presión y recordaron al Madrid de 2017, año del pico de forma del equipo entrenado entonces por Zidane.
Pero dos hombres están por encima del resto. Benzema, que no hizo su mejor partido de la temporada pero que logró una asistencia y un gol y, sobre todo, Thibaut Courtois. El belga, siempre en segundo plano mediático, volvió a ser clave sacando un pie (entre otras intervenciones) a disparo de Grealish que resultó definitivo para mantener al Madrid con opciones. Porque Benzema se lleva los elogios y gana partidos, pero el que lleva manteniendo a los blancos con vida para que otros se lleven los aplausos es Courtois.
También hay que poner encima de la mesa que el Madrid, en este tipo de ocasiones, tiene una experiencia que no todos tienen, sobre todo el City. Jugadores como Benzema, Carvajal, Asensio, Casemiro, Modric o Kroos, entre otros, han ganado la Champions League en reiteradas ocasiones, algo que pesa -y mucho-, para decantar la balanza cuando hay dudas.
El City volvió a Inglaterra con el pesar y la tristeza de haber dejado escapar una eliminatoria que tenían en su mano. Sin embargo, que los de Guardiola estén tranquilos: el City no perdió, ganó el Madrid. Hay intangibles que los de Manchester nunca tendrán y que el Madrid lleva marcados a fuego: un ADN cuyo origen es histórico y su futuro es milenario. Es el Madrid, no tiene explicación.