El Madrid pudo ganar por sus propios méritos pero acabó por remontar en la recta final a un Manchester City disminuido y condenado por sus errores. Algunos obscenos.
El Manchester City deberá dar un golpe de mano en el Bernabéu si quiere jugar los octavos de final de la UEFA Champions League. Y visto lo visto en Manchester no le va a resultar, en absoluto, una empresa fácil al equipo de Pep Guardiola. No lo sería en ninguna circunstancia, claro, pero el Real Madrid le asestó un puñetazo mortal en un primer asalto que tuvo color merengue de manera indiscutible.
El City sobrevivió en el alambre durante muchos minutos y acabó entregado a la fatalidad, hundido por sus propios errores tanto en el 2-2 de Brahim Díaz como en el 2-3 definitivo de Jude Bellingham. Un Madrid que en el minuto 85 perdía por 2-1 y provocaba un optimismo desmesurado en el bando citizen, acabó clavándole un picotazo del que ya se verá si es capaz de sobreponerse el campeón inglés.
El City sobrevivió a un inicio eléctrico del Madrid, que le avasalló durante los primeros 12 minutos con cuatro ocasiones ya claras. Un comienzo de drama, un City empequeñecido y asustado ante el vértigo del conjunto merengue... Hasta que apareció Haaland y enfrió el ánimo español.
Para viajar con aspiraciones certeras a Madrid porque a fuerza de ocasiones si un equipo pudo llevarse la victoria en este primer asalto fue el Madrid de Ancelotti, que le avasalló en un inicio de partido eléctrico y acabó llevándose un botín incluso escaso.
Aunque el palo evitó el empate de Vinícius Júnior, disfrutó hasta el descanso de sus mejores minutos el Man City, combinando y colocándose con tranquilidad. Y confiando en pasar el sufrimiento al éxtasis.
Lo rozó apenas comenzado el segundo tiempo Erling Haaland, cuyo remate escupió el travesaño y dio la sensación de recuperar sus mejores sensaciones, bien estudiado el partido por Guardiola... Pero el equipo inglés da la sensación, ya demasiadas veces esta temporada, de estar cansado.
Cansado mentalmente el grupo y agotados físicamente algunos de sus futbolistas, que a cada golpe que reciben se muestran impotentes para darle la vuelta a la situación. Desde que empató Kylian Mbappé, con toda la fortuna del mundo, a la hora de partido, se sospechó que el empate era un mal menor para el City y un resultado insuficiente para el Madrid, cuyo dominio fue en aumento.
Éderson, en tres ocasiones, evitó el 1-2 pero ni el penalti que transformó Haaland, para colocar el 2-1 a los 80 minutos provocó que se entendiera cercana una victoria que no se habría entendido lógica.
La defensa y Ederson le regalaron el 2-2 a Brahim y ya en el alargue otro error entre absurdo y demencial facilitó la carrera de Vinícius y el picotazo final de Bellingham.
Disminuido, cansado, poco certero y entregado a la fatalidad, el Manchester City deberá buscar la heróica en el Bernabéu. Siempre fue un equipo capaz de provocar terror en Madrid... Pero esta temporada, hoy por hoy, mucho deberá mejorar el equipo de Guardiola si quiere seguir dando que hablar en Europa.
Los fallos le sentenciaron. Y el fútbol no le acompañó.