MADRID -- El Santiago Bernabéu registró la segunda peor entrada de la temporada y el Real Madrid y Zinedine Zidane le dieron la razón a su desilusionada afición con un juego pobre y gris ante el colista de la tabla.
La campaña merengue ha terminado aún sin llegar a su fin y no hay manera de negarlo.
Sólo 49,269 personas asistieron el domingo al encuentro frente al Huesca, en el que el Real Madrid tuvo que esperar hasta el último minuto para firmar una victoria por 3-2, gracias a un tanto “salvador” de Karim Benzema.
“Hay que aceptar que ellos (los aficionados) mandan. Si quieren venir a ver el partido, nosotros encantados. Si no, bueno, este año no vamos a ganar nada y ese puede ser un factor importante”, reconoció Zidane tras el encuentro.
El técnico francés se mostró casi aliviado con la fortuna de haber sacado una victoria de un duelo en el que ganar era una obligación cuando la gran mayoría del plantel se encuentra en tela de juicio y, sobre todo, porque ya puede decir que sólo quedan “nueve jornadas” de martirio.
Nueve partidos en los que sus jugadores seguirán en tela de juicio constantemente, ya sea por la baja de forma de algunos, el pobre nivel de otros o la falta de motivación de la mayoría.
Zidane, desde luego, niega que a sus hombres les falte un “aliciente” para pelear por nada más que el honor e insiste en que quieren “acabar bien” y en paz.
“Queremos acabar bien la temporada y la motivación es intrínseca. Cada uno tiene su motivación, luego estoy aquí para explicar cosas y tenemos que acabar bien y, bueno, nos cuesta, hay momentos que nos cuestan en los partidos y es normal y justo, pero yo me quedo con el esfuerzo”, aseguró.
En este momento de la campaña y a 12 puntos del líder, en el Real Madrid están más pendientes de lo que ocurrirá en el mercado que en la Liga, la cual, reconocen en todos los niveles del club, incluidos los jugadores que tienen un pie fuera y buscarán activamente una salida, saben que no ganarán.
Zidane lo niega con sus palabras, pero envía a la cancha a un equipo improbable y debilitado, sin más hombres de autoridad en el vestidor que Sergio Ramos y Benzema.
“Nada de castings. Intento hacer el mejor equipo posible para ganar, pero, después de una selección es importante que la gente que ha viajado descanse un poco. Hay gente que se quedó 15 días y por qué no voy a dar oportunidad. No voy a cambiar”, explicó el francés.
Zidane adelantó que mantendrá la misma política cuando su equipo realmente comience a competir. De agosto en adelante.
“No creo que cuando empiezas una temporada vas a ganar trofeos con 11 jugadores. Eso no existe ahora. En mi época, con 30 partidos, sí”, señaló el estratega. “Cuando tienes 60 o 70, es imposible. Por eso intento poner al mejor equipo para cada partido en concreto.
“Lo voy a decir muy claro hoy y ahora, porque la gente puede pensar que quiero quedar bien y contentar a todos: eso no existe, porque de todos modos, a un jugador lo metes 50 partidos, lo quitas y ya está enfadado. Sólo es mi forma de pensar y no voy a cambiar”, reiteró Zidane.
La intención, sostuvo el director técnico, era dar descanso a los titulares, incluido al hombre fuerte de la portería, Keylor Navas, quien fue a la banca para dejar su lugar a Luca Zidane, hijo del entrenador y quien después de 10 meses sin jugar con el primer equipo, hizo su debut en el Bernabéu.
“Me alegro por él, por su debut aquí con una victoria, pero es Luca. Es el tercer portero. Estaba mal Thibaut y quería dar un poco de descanso a Keylor después de la selección. Le di la oportunidad y ha salido bien”, concluyó Zinedine.