<
>

El Bayern debería acabar con el Barcelona y Messi, pero ¿podemos descartar a los catalanes?

Si el destino se mantiene fiel a la historia, el Bayern Munich pegará tres o cuatro goles en el arco del Barcelona sin mayor resistencia en la noche del viernes y clasificará hasta completar el segundo Triplete de su historia, alzando el título de Champions League una semana después.

Cuando el Bayern se ve las caras en Europa con el perenne rival del Barça, el Real Madrid, se escenifica una especie de Clásico Continental, lleno de hostilidad, insultos, tarjetas rojas, dramatismo, celos, ira, junto con un fútbol feroz y electrizante. Eso significa que el "Mini-Clásico" de Europa catalán-bávaro se ha visto significativamente subestimado.

Es comprensible, creo yo, que para el momento cuando el Barcelona finalmente ganó la Champions League (bajo su antiguo formato de Copa de Europa, por allá en 1992), Madrid y Bayern ya habían alzado ese trofeo en nueve ocasiones entre ambos. Habían cruzado espadas, pateado, acosado y hasta pisoteado durante 13 enfrentamientos de ida y vuelta: un total de 26 encendidos partidos.

RM (Madrid) vs. FCB (Barça) en España es El Clásico, pero RM vs. FCB (FC Bayern) en Europa es definitivamente el Clásico Continental, sin lugar a duda. En comparación, es sumamente destacable que Bayern y Barça se han topado en competiciones UEFA en apenas cinco oportunidades, cuatro de ellas en Champions League. No obstante, las repercusiones de cada uno de esos encuentros han sido genuinamente sísmicas. Por ende, existe la idea de que el choque del viernes también causará ecos por todo el continente.

El Bayern aguó la fiesta del Barça por primera vez en 1996, cuando su triunfo 2-1 en el Camp Nou en semifinales de Copa UEFA convenció al presidente blaugrana Josep Núñez de despedir a Johan Cruyff, lo que hizo sin demora. Probablemente, ésta sigue siendo la peor decisión en la historia del club catalán; y si bien el Bayern no fue la causa principal, sí fue el catalizador.

Cuando volvieron a encontrarse dos años después en fase de grupos de Champions, el impacto fue gigantesco. Los bávaros, con el brillante Ottmar Hitzfeld como técnico, superaron cómodamente al Barcelona como local y visitante, derrotas que aseguraron que la plantilla de Louis Van Gaal no clasificara en un grupo donde también se encontraba el Manchester United. Asimismo, garantizó que el sueño del Barça de jugar la final de Champions League, que se jugó ese año en el Camp Nou en homenaje al centenario del club catalán, terminara hecho añicos. (Oh, esa victoria también es famosa por haber conducido a aquella derrota del Bayern a manos del United en el último segundo).

En resumen, esta es la cuenta hasta hoy: el Bayern motivó al Barcelona a despedir a la mente futbolística más brillante que jamás ha existido, para luego asegurarse de que no hubiera probabilidad alguna de que los culés alzaran la Orejona en la sede blaugrana en el centésimo aniversario de su nacimiento. Nada mal, Bavaria, nada mal. La Dama Fortuna necesitó de una década para obsequiarnos otro mini clásico catalán-bávaro; aunque causó un impacto similar que llegó a definir su época.

El Barcelona se encontraba en el apogeo de su revolución Pep Guardiola, ya encaminado a ganar el título de liga y la Copa del Rey. La paliza 5-1 propinada al Bayern, con el partido jugado en condición de local sellando el destino del cruce desde el inicio gracias a una felpa 4-0 (con goles de Samuel Eto'o, Lionel Messi y Thierry Henry) para desmantelar a la plantilla de Jurgen Klinsmann, sirvió la mesa para que los culés se impusieran a Chelsea y Manchester United, para convertirse en el primer club español en sumar un Triplete: sólo Celtic, PSV, Ajax y Manchester United habían alcanzado ese nivel soñado. ¿Pueden ver la tendencia? El FCB alemán se enfrenta al FCB catalán y grandes cosas suceden, bien sea en el mismo momento o como consecuencia directa de su choque.

La historia volvió a repetirse en 2013. El Barcelona había salido disparado en la carrera por el título de La Liga de España, jugando con brío y convicción bajo las ordenes del fallecido (y sumamente extrañado) Tito Vilanova. No obstante, la terrible enfermedad sufrida por el técnico (en dos ocasiones durante esa temporada, Vilanova debió entregar el mando del banquillo blaugrana a Jordi Roura, para someterse a tratamientos contra el cáncer) perjudicó profundamente la capacidad del Barcelona para prepararse, mental y físicamente, para enfrentarse al FCB bávaro de Jupp Heynckes en semifinales de Champions League. En la ida, fueron acabados (4-0) en el Allianz Arena, y después fueron aniquilados con precisión quirúrgica (3-0) en el Camp Nou. El sumamente prestigioso plantel barcelonista (que no había sufrido grandes cambios en comparación con la era Pep), que había sorprendido al mundo del balompié con su triunfo de Champions en 2011 en el estadio Wembley y que quedó a 47 minutos de avanzar a la final contra un Chelsea que jugó con 10 hombres en 2012, terminó azotado en su revés récord en la competición continental a manos del Bayern.

A estas alturas, considerando las evidencias y el tono del argumento, es poco necesario decir que, obviamente, el Bayern avanzó hasta imponerse en la Champions de ese año, para vivir un momento excelso en su ilustre historia, convirtiéndose en el primer club germano en alzar el Triplete y apenas el sexto club en la historia en lograr la épica hazaña.

Previo al Mundial de Brasil 2014, entrevisté a Xavi Hernández y le mencioné el desastre futbolístico sufrido el año anterior por su club. El exmediocentro culé, lleno de convicción, en vez de mostrar arrogancia o desestimar la pregunta, argumentó que: "Fue una anomalía que perdiéramos de esa forma ante el Bayern; el marcador no cuenta la verdadera historia de cómo se comparaban ambas plantillas. Fue la colisión de un equipo que tenía un excelente nivel físico y atlético contra uno que no".

En aquel momento, considerando la monumental vergüenza sufrida por el agotado y atribulado plantel barcelonista, se necesitaba tener fe ciega en la sinceridad de Xavi para considerar seriamente su tesis. Sus palabras cobraron cierto peso y veracidad apenas dos años después, cuando el Barcelona, con la presencia de Neymar y Luis Suárez apoyando a Messi, nos obsequiaron una de sus grandes actuaciones de la era moderna para vencer 3-0 al Bayern de Guardiola en la ida de semifinales de Champions League, con todos los goles marcados después del minuto 77.

Ciertamente, fue una noche épica. El Bayern con marcaciones personales, tratando de asfixiar al Barça de Luis Enrique, prácticamente no cometió errores durante toda la noche hasta que Juan Bernat falló. Después, Jerome Boateng sufrió su inexplicable colapso para que la dupla Neymar-Messi se desatara sobre la cancha. Los dos tantos convertidos en Bavaria por Neymar también implicaron que el poderío del intento del Bayern para recuperar el control del partido fue valeroso y bello, pero inútil. Nuevamente, para dejar constancia, el choque entre Barcelona y Bayern nos dio el ganador, no sólo de la Champions League (como fue el caso en 2009 y 2013), sino también del Triplete. He aquí la tesis con la que inicié el presente artículo. Si existe un equipo con un despliegue físico sobresaliente con miras a este partido, con un plantel repleto de talento y con ímpetu atractivo, considerando su reciente inclinación a marcar siete goles contra rivales ingleses, evidentemente no es el Barcelona.

Otro elemento que nos dicta la historia es que en cada ocasión en la cual ambos clubes se han visto las caras en un choque a eliminación directa en Champions League, uno u otro ha ganado alguno de dichos cotejos por un margen mínimo de tres goles. Nuevamente, en esta ocasión ese equipo no será el Barcelona. Simplemente, no son capaces de hacer semejante cosa.

Con respecto a los resultados de la prueba de "comparación y contraste", el Bayern representa un modelo de cómo, y por qué, se puede cambiar de técnico a mitad de temporada y no sólo hacerlo bien, sino también obtener una fuerte inyección de confianza, organización, convicción y poder de juego gracias a ello. El despido de Niko Kovac, reemplazado por Hansi Flick, quien ahora es entrenador permanente y a largo plazo del actual campeón de Alemania, abordó problemas significativos en aspectos tales como la moral del equipo y estilo de juego, y en todos ellos Flick ha dado en el blanco. Ahora el Bayern, indudablemente revitalizado, se encuentra a punto de convertirse en apenas el segundo club después del Barça en alzar el Triplete en par de ocasiones.

En comparación, la decisión de la gerencia culé de sustituir a Ernesto Valverde con Quique Setién parece risible.

Es una verdad evidente que Messi y compañía ansían profundamente alzar el trofeo de Champions League. No sólo se trata del prestigio: también se debe a que el Barça ha fallado en sus intentos por conquistar Europa durante cinco años, en los cuales el Madrid ha hecho que todos se rindan a sus pies, y porque se agotan las oportunidades de alcanzarlo para algunos de sus jugadores.

Si bastara sólo el deseo para ganar el partido del viernes, junto con dos compromisos más a 90 minutos a jugarse en Lisboa, Portugal; pues Messi ya podría empezar a pensar en cómo alzar la Orejona y su discurso de aceptación. Pero el deseo no es suficiente. Quizás, solo quizás, el Barcelona tiene bajo las mangas de sus jugadores una de las actuaciones más destacables de su historia moderna (y no podemos negar que el fútbol se encuentra lleno de las sorpresas e historias humanas más extraordinarias) pero los indicios apuntan en contrario. Con mayúsculas y subrayado.

Ésta no será una derrota 7-0 igual a la vivida en 2013, y no sólo porque esa paliza se produjo en un lapso de 180 minutos. Existe la percepción y el sentimiento, particularmente en lo atlético, que el Bayern cuenta con una combinación demasiado potente de destrezas, agresividad, poder físico, velocidad y resistencia. Pero antes de que lo mencionen, es cierto: siempre debemos tomar en cuenta la genialidad de Messi.

¿Podrá el astro argentino cargar con el Barcelona para imponerse en un cotejo en el cual no parecen tener posibilidades de salir triunfante? Manténganse pendientes del desenlace.