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Barça: esto es lo que hay

El Barcelona se despidió de la Champions por la puerta de atrás. Getty Images

Barcelona fuera de la Champions. Desde la temporada 2000-01 no quedaba el equipo azulgrana eliminado en la fase de grupos (no disputó el torneo en el curso 2003-04) y al cabo de 20 años se despidió por la puerta de atrás, cerrando la liguilla con una tristeza e impotencia infinitas, superado por un Bayern al que apenas pudo plantar cara durante la primera media hora para después derrumbarse como un castillo de naipes.

Esto es lo que hay. Tan simple y dramático como cierto. La maldita frase que dijo en su día Gerard Piqué (tras el hundimiento en el Wanda Metropolitano) y que quedó emparejada a Ronald Koeman se demostró en Múnich, como continuación al desastre del Betis, como nuevo capítulo al triste empate frente al Benfica... Como siempre y como nunca pudo imaginar.

Quiere pero no puede porque cualquier error le penaliza de manera terrible, sin encontrar soluciones, sin puntería arriba y siendo una auténtica calamidad en defensa. Piqué avisó en la previa que el equipo iba a salir "con el cuchillo entre los dientes" pero el cuchillo solo lo pareció mostrar el Bayern, cauto de salida e imponente a partir de la media hora, cuando la lesión de Jordi Alba dio paso al hundimiento de un Barça sin capacidad de respuesta.

Durante 16 minutos estuvo clasificado para los octavos de final y en cuanto el Benfica se avanzó en Lisboa comenzó a mostrarse la urgencia, que dio paso a la alarma y desembocó en una impotencia inverosímil. O no tanto, porque ésta es, está siendo la realidad del Barcelona este curso.

Destruido Piqué por Lewandowski y señalados a partes iguales Mingueza y Lenglet por Müller, el 1-0 que no pudo evitar Araújo abrió la puerta al drama definitivo. Dejarse todos los deberes para el último día y enfrentándose a todo un Bayern era una declaración de intenciones de la misión absolutamente imposible a la que se enfrentaba un equipo a medio hacer, débil en todos los sentidos e inferior en todas las facetas al campeón alemán.

Si a ello se le añade la cantada de Ter Stegen que provocó el 2-0 aún en la primera mitad, cuando el Benfica ya vencía por el mismo resultado al Dinamo Kiev, era una historia terminada en cuanto a su desenlace y solo pendiente de conocer cuánto de profunda sería la herida.

Lo fue en una segunda parte en la que apenas pudo mostrar orgullo. Demasiado poco para enfrentar a un rival tan superior como solvente, que no rebajó su intensidad y siguió agobiándole con una magnificencia que incluso provocaba pesar, pensando, comprobando en qué ha quedado este Barça que hace tres temporadas fue semifinalista y que a partir de Lisboa (el 2-8) se ha convertido en un cualquiera del concierto continental.

Musiala le dio la estocada con un gol a placer que volvió a desnudar la impotencia y se acabó aún de la mejor manera, por irónico que parezca, no encajando más goles.

El Barça quedó por cuarta vez en la historia de la Champions fuera del torneo a las primeras de cambio, en la fase de grupos. No le ocurría desde la temporada 2000-01 y el golpe recibido en Múnich fue tan duro que no solo le provocará perder los más de 20 millones de euros presupuestados por llegar a los cuartos de final sino que, más aún, fue un golpe anímico que demuestra que este equipo ya no está entre los grandes del continente.

Y sí. Esto es lo que hay.