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'Machillo', el alma de la 31: Alajuelense basa su esperanza en Óscar Ramírez

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Machillo Ramírez y su hijo quieren emular fórmula de los Ancelotti (4:10)

El hijo de Óscar Ramírez dijo a ESPN los detalles sobre la mano derecha poco conocida (4:10)

El técnico que llegó a suplir a Guima, es el símbolo de un Alajuelense que vuelve a creer. Con mesura, pero con el corazón en alto, el Machillo lidera la ilusión rojinegra hacia la ansiada copa 31

Óscar Ramírez no grita, no se desborda. Pero su voz serena y su mirada firme hablan de convicción. Alajuelense está en la Gran Final del Clausura 2025 y lo hace de la mano de un hombre que representa como pocos la identidad rojinegra: el Machillo.

Tras vencer a Saprissa en un duelo cargado de historia y tensión, el técnico manudo no se dejó llevar por la euforia. Con su estilo mesurado, reconoció el valor de la victoria, la dificultad del rival y lo que ahora viene ante Herediano.

“Siento que este partido ante Saprissa era el más importante. Ahora el estado anímico de los muchachos tuvo una evolución. Fue un partido difícil, pero esta vez no nos faltó anotar”, comentó.

Ramírez sabe que no basta con llegar. El objetivo es claro: levantar la copa número 31. Sin embargo, advierte que ante Herediano será una batalla intensa, y que la clave será mantener el impulso emocional que ya tiene el equipo.

Herediano llega descansado, pero hay algo que cuesta detener: lo emotivo. Estamos bien en ese aspecto. ¿Qué es mejor, descansar o jugar? Yo prefiero tener continuidad”, aseguró.

El sello del Machillo

Desde su regreso, el Machillo no impuso una revolución táctica, sino que se apoyó en lo que heredó de Alexandre Guimarães, haciendo ajustes puntuales, pero cargados de simbolismo.

“Me monté sobre el trabajo de Guima con algunos retoques. Hay cosas con el valor y el sello de Guima, y yo no le voy a quitar ningún mérito. Pero también buscamos esa identificación con el club, que es fundamental”.

Ramírez representa eso: identidad. Sabe lo que significa llevar la camisa manuda, conoce la historia y siente el peso de representar a una afición que no se conforma. Lo transmite con naturalidad, sin poses, con la experiencia que le dio vestir esa camiseta durante una década y dirigirla en momentos clave.

“Aquí hay que saber ser futbolista. Uno representa a mucha gente. Hay que ser trabajador, responsable, coherente. Creo que sé buscar lo que la gente quiere”.

La juventud como motor

Uno de los grandes hallazgos de este tramo final ha sido Isaac Badilla, un joven que ha irrumpido con personalidad en los momentos más exigentes. Ramírez lo destaca con ternura y orgullo, reflejando lo que representa para él ver florecer el talento de casa.

“Ver a Badilla con su gente, con 20 o 16 años... ni sé cuántos tiene, pero verlo ahí en el CAR nos enorgullece. Estamos ganando una experiencia tremenda con estos muchachos. Vamos con buen augurio”.

El estandarte de una ilusión

Óscar Ramírez ha devuelto a Alajuelense la calma y la fe. No promete títulos, pero construye convicción. No ofrece discursos rimbombantes, pero su presencia serena contagia. El Machillo no solo dirige, encarna el sueño manudo de volver a levantar una copa.

Alajuelense ya está en la final. La 31 no es una utopía, y lo guía quien les devolvió la garra ganadora hace años.