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El Barça gana tres puntos contra el Celta, pero pierde credibilidad rumbo a una 'final'

El Barça tiene el miércoles una auténtica final en pleno mes de octubre. Y a lo visto ante el Celta tres días antes, le puede costar un mundo derrotar al Inter. No se hable ya de mejorar (remontar) el 1-0 que encajó en Milán, sino, al menos, ganar. A fútbol, por lo menos, difícilmente podrá aspirar si repite la imagen mostrada ante el equipo gallego.

El equipo de Xavi sigue líder en la Liga, habiendo enlazado su séptima victoria consecutiva... Pero tal como en Mallorca volvió a representar un juego entre insulso y mediocre, en el que los extremos casi ni existieron, Lewandowski fue una triste figura y Ter Stegen acabó por ser el salvador antes de que el palo, en tiempo añadido, evitase un empate que mereció el Celta.

Se busca el Barça y no se encuentra a pesar de las variaciones que en la alineación y la pizarra va probando Xavi Hernández. Esta vez rizó el rizo juntando en el once a los tres laterales zurdos de la plantilla, manteniendo a Jordi Alba en su lugar, recolocando a Alejandro Balde en la derecha y situando a Marcos Alonso como central izquierdo, junto al reaparecido Piqué. Pero aunque juntó en el medio a Busquets con Pedri y Gavi, el fútbol apareció en cuentagotas. O menos.

Apenas la clarividencia de Pedri escapó del sopor general. Balde en la banda demostró ser, a un lado o al otro, el defensa más fiable y en forma; Lewandowski mostró su inteligencia en el desmarque y combinación, Gavi el trabajo incansable... Y a partir de ahí, casi, el desierto. Raphinha por la derecha y Ferran Torres por la izquierda casi ni desbordaron y solo un error garrafal en el rechace de Unai Núñez permitió respirar a un Barça más obtuso a medida que avanzaba la primera mitad.

Logró el 1-0 Pedri dando muestra de inteligencia, colocación y concentración. Pudo haber dado el centro de Gavi por muerto cuando vio que llegaba al rechace Unai Núñez, pero estuvo atento a lo que pudiera pasar y pasó que le regaló el balón de forma incomprensible. Con poco más de un cuarto de hora jugado daba la impresión que ese gol le daría nuevos bríos al equipo azulgrana. Nada más lejos de la realidad.

SOPOR Y MIEDO

De ahí al descanso no hubo por donde coger, explicar o argumentar el juego de un Barça vacío como no se había visto esta temporada en el Camp Nou y que simplemente pudo protestar una caída de Raphinha al choque con Javi Galán.

Y si aburrió el juego del primer tiempo del Barça, el del segundo tiempo asustó. Asustó tanto por la posibilidad evidente de que el Celta, descarado y estirado, pudiera igualar el marcador y apartarle del liderato como, también, y quien sabe si más importante, por la imagen trasladada de cara al miércoles.

Desde el club y su entorno se lanzas proclamas para convertir el Camp Nou en un infierno el miércoles. Se apela a esas noches míticas en Europa sin caer en la cuenta de que apenas está en la fase de grupos. Y obviando, sin pretenderlo o acaso queriéndolo, que el juego del equipo no responde a lo esperado.

Ha caído el Barça en el sopor en el peor momento. Y más que el Clásico, lo preocupante es jugarse la Champions a cara o cruz frente a un Inter que no debería dar miedo... Pero da terror.