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El campeón Barcelona se arrastra en la visita al Valladolid

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El Valladolid golea al Barcelona y sale de la zona de descenso (3:56)

Los pucelanos ganaron 3-1 ante el campeón y se pone a 3 puntos de la zona de peligro en LaLiga. (3:56)

El campeón pasó como un fantasma por Valladolid. Una triste, tristísima imagen, que no hizo honor a su nombre. Probablemente el Barcelona ha jugado peores partidos, pero se hace difícil recordar uno en el que diera la sensación de pasotismo que se vio en el estadio de Zorrilla y que provocó la furia del Espanyol, su gran rival ciudadano y que tanto habría agradecido un triunfo azulgrana por su competencia con el Valladolid por evitar el descenso.

Bailado y derrumbado por un rival que acumulaba cinco derrotas consecutivas y que le venció por 3-1, el mismo resultado del Clásico liguero en el Bernabéu, la segunda vez en todo el campeonato liguero que encajaba tres goles visto esta vez como una humillación tan evidente que, además, dejó en el escenario la sospecha de su nula intención de competir. De hecho, el gol de Lewandowski apenas si sirvió para lavar la imagen de un equipo sin excusas.

Y eso que aseguró en la previa Xavi Hernández que su equipo saldría a competir por los tres puntos y la primera muestra de ello fue mantener a Ter Stegen en la puerta. ¿Rotaciones? Sí, las hizo el entrenador azulgrana con la entrada de Marcos Alonso como central zurdo, la reaparición de Sergi Roberto en el lateral derecho y, por encima de todo, la apuesta de Èric García como mediocentro y el debut como titular de Pablo Torre en la posición de enganche. A su lado futbolistas de peso, con el objetivo de recuperar sensaciones y sumar la victoria número 14 liguera lejos del Camp Nou.

Quien sospechase que en el vestuario del Barça no se olvida que los jugadores tuvieron que abandonar a la carrera el césped del estadio del Espanyol, perseguidos por un centenar de ultras y al grito de 'a por ellos' de un buen número de aficionados periquitos en la grada pudo reafirmar ese pensamiento cuando al descanso el campeón perdía por 2-0.

No se habían cumplido dos minutos cuando un centro de Darwin Machis, cubierto con la mirada por un pasivo Sergi Roberto, fue rematado de forma imponente a la red por Christensen. Un cabezazo que sorprendió a Ter Stegen y cambiaba el teórico argumento del partido cuando apenas se había empezado.

Más por inercia que por rebelión, el Barça dio un paso al frente y tomó le tomó el ritmo al juego, un juego cansino, sin acelerar, sin intensidad y sin el brío que debería esperarse de un equipo con ganas de competir y hacerse notar. Por si acaso Jordi Masip se agigantó en su portería y en las contadas llegadas del Barça puso el candado. Tan firme en su labor como descabezado el ataque azulgrana. Un disparo de Raphinha que atajó sin más Masip fue la simple respuesta antes de que Èric García cometiera un penalti tan claro como innecesario a Gonzalo Plata y que a los 20 minutos el Valladolid ya ganase por 2-0. Por primera vez en toda la temporada liguera, el Barça había encajado dos goles en 20 minutos. Y ni así...

HUMILLANTE

No se habría podido perdonar, en otras circunstancias un futbol tan ramplón de un equipo en el que solo sobresalían las ganas y calidad de Pablo Torre, a quien sustituyó Xavi a la hora de partido, y después de que, al descanso, Iñaki Peña entrase por Ter Stegen, quien sabe si para asegurarle el trofeo Zamora.

Si la primera mitad del Barça fue deficiente, por juego y actitud, la segunda fue igual o peor. Ni con los cambios mejoró la imagen de un campeón que pareció tomarse el partido como un simple compromiso de pretemporada en el que no tenía que forzar la máquina y en el que se dirigió con su desidia a una humillación en toda regla.

Y es que aun sin dar la sensación el Valladolid de tener ganas de buscar más goles, más preocupado en mantener su cómoda renta y no poner en peligro la victoria, la dimisión futbolística del conjunto azulgrana se adivinó tan evidente en ese segundo tiempo que invitó al equipo pucelano a meter un tercer gol para redondear una noche para olvidar.

Evitó lo que habría sido vergonzoso el gol de Lewandowski, pero lo que no evitó fue que la derrota, tan inexcusable como indiscutible, dejase manchada la imagen del campeón.