El Barça comenzó perdiendo en su visita al Salamanca, pero logró remontar con todo y que sigue sin ofrecer una actuación convincente.
BARCELONA -- El Barcelona jugará, como se suponía, los cuartos de final de la Copa del Rey, que se sortearán este viernes para jugarse ya de inmediato, después de hacer valer en Salamanca su indiscutible superioridad sobre el animoso Unionistas, un equipo de tercera división que fue capaz de sacarle los colores en la primera parte. El 1-3 final mostró la realidad de los dos equipos. El partido, sin embargo, dejó patente que el de Xavi sigue deambulando en el alambre.
Al Barça cada partido le supone un dolor de vientre, cuando no una pesadilla. Un dolor de vientre de 68 minutos padeció en Salamanca, cuatro días después de ser aplastado por el Real Madrid en la final de la Supercopa y donde debió emplearse a fondo para hacer valer quien es quien en el fútbol español. Aunque para sentenciar su pase, después de poner en juego a una alineación con bastantes jugadores de primer orden, acabó jugando con pesos pesados como Lewandowski, Gundogan y Pedri.
Extraño fue, y no poco, que Vitor Roque, de quien Xavi dijo en la previa estaba en perfectas condiciones, solo jugase los últimos minutos, con la eliminatoria sentenciada y viendo como el canterano Guiu le quitaba la titularidad.
Llegó al descanso empatando y gracias. Si a los dos minutos ya había avisado el Unionistas, en su segunda llegada a puerta le dio el susto con un golazo de Álvaro Gómez. Tan soberbio en su ejecución (una volea magnífica) como insólito en comprobar que remataba absolutamente desmarcado. Y ya los nervios, las caras desencajadas... Y Peña salvando los muebles con un rechace a bocajarro que buscaba el 2-0 instantes antes de que, rozándose el tiempo, igualase Ferran Torres.
Un gol, el del empate, en el que mucho tuvo que ver la poca capacidad de concentración del equipo local, sorprendido al contragolpe después de ir, prácticamente con todo, a rematar un lanzamiento de corner. Todo, o casi todo, fue extraño en Salamanca.
Ganó el Barça al final con suficiencia porque al Unionistas se le acabó la gasolina. Intentó, con ganas pero cada vez menos solvencia, defender la igualada e incluso buscar un contragolpe milagroso. Y sin atender el control de Koundé le dejó que armase el pie para lanzar un zapatazo que le dio la vida a su equipo, que muy poco después sentenció con una jugada soberbia de Alejandro Balde.
Ya no hubo más historia que esperar a que acabase el partido. Un partido en el que Xavi dio la alternativa a un central, Pau Cubarsí, que el lunes cumplirá 17 años. Debutó en la segunda mitad sustituyendo al renqueante Christensen pocos minutos antes de que Joao Félix fuera otra vez señalado por su indolencia, sustituido por Gundogan.
Y fue, ojo, un 1-3 gracias a que Iñaki Peña, monumental, evitase con una doble parada, a cual más impresionante, que el Unionistas pudiera convertir el tiempo añadido, como en Barbastro, en otro dolor de cabeza-.