SARAJEVO - El centrocampista bosnio, Miralem Pjanic, pone fin a cuatro años como jugador del Juventus para fichar por el Barcelona, en el que ha sido su primer gran refuerzo veraniego para la próxima temporada.
La española es la tercera gran liga europea en la carrera del jugador de 30 años, después de Francia e Italia.
Pjanic, de 30 años, comenzó a jugar en el Metz francés en 2007, y un año más tarde pasó al Olympique de Lyon, donde se quedó hasta 2011, cuando fichó por el italiano Roma por cinco temporadas. Desde 2016 está en el Juventus.
La vida de este trotamundos de fútbol gira alrededor de la pelota desde la infancia, influido por su padre, que jugó en categorías regionales. A su amor por el balón se une una tenacidad inagotable.
Cuando era un niño siempre seguía los partidos de Zinedine Zidane. El pequeño Pjanic admiraba la capacidad del francés para generar juego, su elegancia y precisión con el balón y su clarividencia para hacer todo más sencillo. Todo ello ha influido en su forma de entender el fútbol.
SU SUEÑO: SER FUTBOLISTA Y JUGAR CON BOSNIA
"Todos mis sueños siempre estuvieron relacionados con el fútbol. Primero soñé con ser un día futbolista profesional. Siempre he ido paso a paso, sabía que nada era posible hacerlo de la noche a la mañana", declaró Pjanic a Efe en una ocasión en el pasado.
"Pero también sabía siempre qué puedo hacer y cuánto valgo. Ni me subestimaba ni me sobrestimaba. Cuando empecé a jugar en el Metz y luego pasé a ser titular empezó a crecer mi ambición y me preguntaba si un día pasaría a un gran club. Y así ha sucedido, gracias a dios", dijo.
Con la selección bosnia debutó en 2008 en un amistoso contra Bulgaria. Así se cumplió otro de sus sueños: jugar con su país natal.
"El entonces seleccionador francés (Raymond) Domenech me llamó, insistió en que cancelara el partido en Zenica (Bosnia) y me prometió invitarme a la selección francesa. Le agradecí el honor pero lo rechacé porque en Zenica se cumplió mi sueño", aseguró.
"Cuando salí a la cancha ante Bulgaria sentí una gran felicidad. Es indescriptible, sobre todo porque durante mucho tiempo quise jugar para la selección de Bosnia-Herzegovina", indicó.
Como futbolista se formó en Francia y tenía la ciudadanía de ese país, pero esperaba obtener el pasaporte bosnio para poder jugar con su selección.
"Fueron para mí los momentos más difíciles, pero me mantuve firme en mi decisión. Ni yo ni mis padre queríamos desistir", declaró Pjanic.
INTERÉS DEL BARCELONA
Hace ya doce años que el Barcelona mostró interés por el jugador.
Su padre, Fahrudin Pjanic, participó en las negociaciones con el entonces presidente del club, Joan Laporta, pero no acabaron en un contrato.
"Las negociaciones en Barcelona fueron muy correctas y hubo una oferta concreta para Miralem. Pero fue un tiempo turbulento en el club, cambiaban al entrenador (Frank) Rijkaard, a jugadores, se pedía la destitución del presidente, y no aceptamos", declaró en su momento a Efe el padre del jugador.
"Además, para alguien que entonces tenía 18 años de edad no era bueno ir a un club como el Barcelona, donde de inmediato exigen resultados y donde nadie tiene el tiempo de esperar a que un joven jugador madure y se desarrolle de la mejor manera", dijo.
LA INFANCIA DE PJANIC
Fahrudin Pjanic, exfutbolista del club local Drina de Zvornik (este bosnio), recibió a comienzos de la década de 1990 una oferta para jugar en Luxemburgo. La oferta incluía también un trabajo fijo. Fue una oportunidad para la familia, su mujer y su hijo de apenas unos meses, que no quería rechazar.
"Hoy la gente dice que a nadie se le ocurría entonces que en Bosnia iba a haber guerra. Yo tenía claro qué iba a pasar en Yugoslavia. (...) Sabía que iba a pasar algo malo y por eso decidí irme fuera con mi familia", contó.
En Luxemburgo, Miralem iba a todos los entrenamientos de su padre.
"La pelota simplemente se le pegó. Siempre iba conmigo a los entrenamientos, no importaba si llovía o hacía sol. Cuando tenía seis o siete años me di cuenta de su gran talento", dijo Fahrudin.
LA CARRERA DEL JUGADOR
Miralem acudió a la escuela del fútbol del Metz -ciudad que estaba a unos 50 kilómetros de su casa en Luxemburgo-, de la que salieron nombres como Franck Ribéry, Robert Pires o Emmanuel Adebayor.
Ya a los 12 años venían las primeras ofertas, y su padre quería llevarlo a PSV Eindhoven, cuyos cazatalentos lo vieron en un torneo para jóvenes, pero Miralem no quería abandonar Francia.
A los 16 años, ganó con el equipo junior del Metz el campeonato de Francia. A los 17 empezó a jugar en el primer equipo.
"Me daba miedo porque a los 17 años tal vez era pronto, pero su entrenador me dijo que tenía un talento como no había visto en tiempo", declaró el padre del jugador, la persona más importante de su carrera.
Fue su primer entrenador, y luego su asesor y agente.
Su padre recuerda que a Miralem le gustaba siempre jugar con el balón y aprovechaba cada oportunidad para entrenar.
Cuando de niño con sus padres viajaba de Luxemburgo a Bosnia a visitar a los parientes, durante todo el camino de unas doce horas se lanzaba el balón de un hombro a otro, y a la mañana siguiente se levantaba temprano para entrenar en el patio.
"Sabía que iba a ser jugador. Lo tuve claro cuando en un partido en Marsella (...) tiró con calma un penalti para el Metz ante los 50.000 hinchas que le silbaban. Y sólo tenía 17 años. El árbitro le pidió repetir el penal porque la pelota no estaba bien puesta en el primer intento. Y pasó lo mismo", indicó su padre.
"Husnija Fazlic, cazatalentos del Werder de Bremen, quien estaba viendo conmigo el partido, me dijo que ya entonces era un gran jugador", relata el padre.