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A 20 años de la "traición" de Figo: del Barcelona al Real sin escalas

La palabra traición es muy fuerte en cualquier ámbito. La Real Academia Española la define así: “Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. En el fútbol se aplica con bastante frecuencia, sobre todo cuando un futbolista identificado con un club acepta ser transferido a otro.

Por caso, Mauro Zárate, delantero identificado con Vélez, es acusado de traición por los hinchas de El Fortín luego de haber decidido continuar su carrera en Boca. Pero cuando el fichaje se hace entre clubes rivales, se pasa de traición a “alta traición”.

Esto, claro está, según la particular y muy discutible mirada de los fanáticos. Esa “alta traición” vivió la gente del Barcelona cuando se enteró que Luis Figo, una de sus grandes figuras, iba a ser transferida al Real Madrid, nada menos que el eterno adversario.

Ese pase que se concretó el 24 de julio de 2000 fue uno de los más polémicos de la historia del fútbol. Para comprenderlo hay que remontarse a esos años. El conjunto catalán había contratado al portugués en 1995, cuando Johan Cruyff era el entrenador. La idea de su llegaba obedecía a hacer olvidar la salida de Michael Laudrup, la figura danesa que justamente había decidido dejar el Barsa para pasarse a los Merengues.

Fueron años donde el talentoso volante portugués se destacó en el conjunto catalán. Ganó dos Ligas de España, dos Copas del Rey, una Supercopa de España, una Recopa de Europa y una Supercopa de Europa. Junto con el Pep Guardiola era uno de los grandes referentes de ese plantel. Y sin dudas era la gran figura de la Liga española.

Algunos rumores comenzaron a escucharse por esos tiempos, y el portugués se encargó de aclararlos: “Esta es y será mi camiseta. Gane o pierda Florentino Pérez las elecciones, no seré jugador del Real Madrid. Solo jugaré en el Barsa”, había dicho semanas antes del pase.

Sin embargo, el Madrid iba a ponerse en el camino y a romper esa historia de amor y de fidelidad para convertirla en una pesadilla. Eran tiempos de elecciones en la Casa Blanca, y Florentino Pérez quería llegar a la presidencia con un fuerte golpe de efecto.

¿Qué mejor que comprarle la estrella a su máximo rival?

El Barcelona también estaba en período electoral y esa situación de incertidumbre en cuanto al futuro político del club fue aprovechada a pleno por el futuro presidente merengue. Florentino no quería perder tiempo y comenzó rápidamente a negociar por el portugués.

Las tratativas fueron avanzando, al punto que Pérez prometió en su campaña que si ganaba las elecciones, Figo jugaría para el Real. Cumplió.

Joan Gaspart, el flamante presidente del Barcelona, hizo todo por retenerlo apenas asumió: “La noche que fui elegido presidente Figo se me fue al Real Madrid. Nos traicionó. Me dijo: ‘Mi representante firmó un documento con el Real Madrid. Si no ficho, debe pagar 500 millones de pesetas. Si usted me garantiza que el Barsa puede pagar esa cantidad, me quedo en Barcelona’”.

Gaspart estaba dispuesto a realizar ese gasto y le prometió a Figo que pagaría los 500 millones de pesetas para retenerlo, pero Figo de todos modos decidió volar hacia Madrid. El fichaje fue por 10.270 millones de pesetas (el equivalente a 61 millones de euros) y en ese momento se trató del pase más caro de la historia. A modo de consuelo, al Barcelona le quedó mucho dinero para suplantar esa pérdida: compró a Marc Overmars y a Emanuel Petit.

“Aquí siempre se recibió con cariño a los grandes jugadores, y Figo sin dudas lo es”, declaraba Florentino en la bienvenida al portugués. Alfredo Distéfano también le tiraba flores al volante: “Estoy seguro de que Figo le dará mucho al Real Madrid, le deseo lo mejor”, decía la vieja gloria del merengue.

Figo integró planteles de lujo en Madrid, formando parte de los “galácticos” junto con Raúl, Zidane y Beckham. Con los merengues disputó cinco temporadas, jugó un total de 244 partidos y marcó 58 goles. Ganó dos Ligas españolas, dos Supercopas de España, una Liga de Campeones, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental.

Los catalanes, por supuesto, lo acusaron de traidor. Y esa bronca fue reflejada cada vez que debió enfrentarse contra su ex equipo, sobre todo en el primer clásico luego del traspaso. El 21 de octubre de 2000 se enfrentaron en el Camp Nou, y Figo fue muy hostigado por el público local.

Silbado cada vez que tocaba el balón. Tildado de “pesetero” por los hinchas. Cada vez que se acercaba a la línea de cal una catarata de objetos caía de las tribunas. Por milagro, el portugués salió intacto de esa primera contienda que terminó con un triunfo por 2 a 0 de los catalanes. Tras esa primera experiencia, en los años siguientes Figo sabía que en cada enfrentamiento ante su ex club sería el blanco de los insultos.

Pero el 10 nunca mostró arrepentimiento por la decisión tomada: “Cuando haces un cambio siempre piensas que será para mejor. El primer cambio lógico que hice fue cuando me fui de mi país a España. El segundo fue un cambio para intentar mejorar en todas las facetas: no sólo la económica, también en lo que tiene que ver con el prestigio, con seguir ganando títulos. Estoy y estuve feliz por la decisión que tomé…”.

Tras cinco años con el merengue llegaría el momento de la despedida. No fue de la mejor manera, tras una mala relación con el técnico brasileño Vanderlei Luxemburgo: “El inicio de mi relación con él fue normal, de entrenador a jugador, pero después las cosas fueron empeorando y me fui… No hubo razones técnicas... La experiencia con Luxemburgo comenzó normal, pero acabó por terminar bastante negativa”.

Traición para algunos. Decisiones que un jugador profesional tiene el derecho a tomar para otros. Un tema que generó y todavía sigue generando polémicas.