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Diego, el inmortal

ESPN

Se fue, pero seguirá estando. No será mito o leyenda, porque eso es fantasía o invención. Maradona fue real.

No hubo personaje de su dimensión que prepare a su mundo para la partida como Diego Maradona. Lo fue haciendo desde hace años, preso de sus excesos, su cuerpo se fue deteriorando como anticipando el fin. Con todas las advertencias, nadie puede estar preparado para despedir a un genio que marcó la vida de quienes le vieron jugar. Ese que gambeteó a cuanto rival enfrentó, hoy no pudo gambetear su último cruce con lo inevitable.

A Maradona lo conocí primero en fotos. No se movía pero parecía salirse de las revistas El Gráfico que llegaban a mi casa. El juvenil de Argentinos Juniors que se ilusionaba con estar en el Mundial del 78. Lejos estaba yo de dimensionar a ese gran talento argentino, pero ya estaba identificado con su sueño. Que Menotti lo dejara fuera de la lista del Mundial fue chocante para un ingenuo niño que quería ver a otro niño, un poco mayor, jugar entre los grandes.

Un año después ya conducía a una selección con chicos de su edad a un título mundial y parecía ordenarse todo. Maradona ya era mucho más Maradona. El jugador que pasaría a dominar una era y con esto a colocarse en el sitial de los mejores de la historia. Este deporte es muy grande para tener apenas a uno, pero entre esos pocos que fueron los mejores entre los suyos, estará Maradona. De los mejores de la historia. Admirado por los mejores.

Con sus errores, Maradona fue el fútbol. Le dio al fútbol quizás la mejor actuación de un futbolista en el escenario más importante del fútbol, un Mundial de los grandes. México 1986 conoció al mejor Diego Maradona y Nápoles lo recibió para juntos llegar a lugares que los de celeste no pensaron alcanzar. Pero Diego los llevó ahí. También Nápoles llevó a Diego a un camino del que le costaría salir cada vez que lo intentó. El lento proceso de la autodestrucción que acompañó a Maradona hasta hoy.

Diego era feliz en el campo y desde ese lugar hizo felices a quienes le vieron jugar, aunque unos no quisieran que ganara. Al final era un resultado, el mayor triunfo era verlo. A sus argentinos los llevó a ganar batallas, aunque fueran en un campo de fútbol. Maradona era la fantasía, pero realidad. El sueño, la imaginación, hecha jugada. Fue lo imposible en un jugador que no conoció imposibles. Todo eso lo hizo ser Maradona y ser Maradona era una prisión para Diego. Un jugador que, por ser de los mejores de la historia, no pudo ser persona plena. Ser Maradona era inhumano.

Encontró el escape en aquello que le fue consumiendo. Su escape de eso fue volver al fútbol. Era su alegría, su vida. En distintas etapas sus vueltas fueron solo un amago de vida. En esas vueltas me lo crucé por primera vez. En un restaurante del barrio porteño de Las Cañitas. Éramos pocos y llegó Diego. Eligió la mesa al lado nuestro y dominó lo que le quedaba a la noche. El fútbol fue tema obviamente. Le dije a Diego que, siendo de El Salvador, le tenía que preguntar por el Mágico. Se puso en píe y dijo “ese hacía cosas que yo no podía”. El que decía lo imposible de escuchar.

Ese día conocía a Maradona de carne y hueso. Salía de las revistas y le escuchaba al lado de mi mesa. Después estuve en la casa de Diego, sin Maradona. Vi los botines del Mundial de Italia, vi la Copa UEFA que le regaló Ferlaino, los jarrones que trajo de una gira en China, las camisetas que cambió, las camisetas que usó. La camiseta con la que levantó la Copa del Mundo. Diego en intimidad con su carrera en artículos, en su casa, en su encierro. Creímos conocer a Diego, apenas y conocimos a Maradona y sus varias versiones.

Se fue, pero seguirá estando. No será mito o leyenda, porque eso es fantasía o invención. Diego Armando Maradona fue real. Fue el jugador que dominó una era en el deporte más popular, la era de mi infancia y por eso será inmortal. “Qué importa lo que Diego hizo con su vida, importa lo que hizo con la mía”. Esa frase del escritor argentino Roberto Fontanarrosa lo dibuja todo. Diego hizo mucho con la vida de otros y entregando todo de lo poco que tuvo de vida. Diego fue para muchos, el primer ídolo.