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Hasta luego Jefecito

ESPN

Lo conocí cuando volvió de un Mundial en el que no apareció ni en las figuritas y terminó coleccionando mundiales, títulos y elogios

La selección de Marcelo Bielsa regresaba a la Argentina después de una de las mayores decepciones en la historia de las copas del mundo. Tras la expectativa que los colocaba como grandes favoritos en Corea/Japón 2002, la albiceleste volvía desteñida después de apenas tres partidos. Desde lo periodístico, el reto de buscar algún relato de protagonistas de esa triste historia era mayúsculo. Muy pocos jugadores habían retornado a su país y quienes lo hicieron no aparecieron en medios por mucho tiempo. Quien mejor relató la historia fue uno que no apareció en el álbum de figuritas en ese Mundial. Las selecciones argentinas han contado con un grupo de jugadores jóvenes que se suman a los planteles mundialistas para asistir en las prácticas. Bilardo los usó en México 1986, se conocieron después como “sparrings”. Bielsa preparó aquella selección argentina del 2002 también con juveniles. Entre ellos, Javier Mascherano de River Plate.

Tras la vuelta a su país, Mascherano aceptó la propuesta de la producción de ESPN de asistir a uno de los programas diarios que se producían durante esos días, “Hablemos del Mundial”. Una de mis asignaciones de esa época pasaba por conducir el noticiero previo al programa que resumía la jornada de la Copa del Mundo y anticipaba la siguiente fecha. Después de terminar el SportsCenter solía quedarme en el estudio, sentado en el mismo escritorio del noticiero, contemplando la puesta en escena del programa en el otro extremo del foro. No recuerdo tanto el programa en el que participó Mascherano, pero sí la charla posterior. Duró unos quince o veinte minutos. Mascherano, entonces con 18 años, dominó la conversación entre algunos productores y camarógrafos. Contaba con mayor detalle y elocuencia los días en la concentración argentina de Naraha, la intensidad del trabajo de Bielsa, el enfoque para cada partido, la historia de cada partido. Contaba historias, pero anticipaba la suya.

Un chico que a su edad supiera expresar sus ideas con claridad era, cuando menos, inteligente. Si esto lo podía trasladar al campo era, cuando menos, digno de seguirle. Desde esa noche, la personalidad de un juvenil que no tenía minutos en el primer equipo de River, ganó un seguidor. Después de un par de partidos en la reserva, su primer juego fue más de un año después de aquella charla. Bielsa lo llamó al campo antes que Pellegrini, entonces DT de River. El atípico caso del jugador que debuta antes en su selección que en su club. En River jugaría su primer partido en agosto del 2003 y lo jugó poco ahí. Saltó a Corinthians, y después al West Ham. Un camino distinto a Europa. Hasta que la regularidad le llegó en el Liverpool de Rafa Benítez. Ahí nos vimos de nuevo.

En Atenas para la final de la Champions League ante el Milan. El mediocampo de aquel equipo lo tenía a él junto a Steven Gerrard y Xabi Alonso. Sin anticiparlo entonces, un mediocampo lleno de técnicos. Le habré relatado un centenar de partidos entre el Liverpool y el Barcelona. Le habré llamado Javier, Masche, Jefecito, Javier Alejandro y una vez Javier Fernando y me escribió un cercano suyo para corregirme. Un desliz aquel. Como uno en medio de un partido del Barcelona. Mascherano y Abidal parecían irse al vestuario en medio de una fuerte discusión al término de un partido. Escribí en Twitter lo que me pareció haber visto. Mascherano lo leyó y me respondió para contarme lo que verdaderamente sucedió, muy lejos de mi apreciación. Una lección aprendida.

La última entrevista como jugador se la hice en La Masía, en Barcelona. Su cabeza ya tenía procesada la decisión de irse, pero aún no lo decía. Lo que si expresaba con la claridad tan suya era el agradecimiento propio de un afortunado por las oportunidades que le dio el juego. Enumeraba con elocuencia que sus dotes fueron inferiores a su voluntad por ser mejor en el campo y más útil para su equipo. Mascherano tenía armado el panorama en su cabeza. Entendía el juego desde quien sabía no saber lo suficiente. Que siempre se puede aprender más. Lo conocí cuando volvió de un Mundial en el que no apareció ni en las figuritas y terminó coleccionando mundiales, títulos y elogios. Anunciando su retiro solo puede anticipar el siguiente paso. Aquello que haga lo hará bien, con respeto y entrega. Lo que se acaba es el Mascherano jugador, pero para una persona bien formada solo puede venir algo bueno.