Al Barcelona no hay quien le devuelva la sonrisa. Abandonado por su afición, con la peor entrada en un partido de LaLiga (sin restricciones de público) desde noviembre de 2001, el futbol no le sonríe. La sustitución en el banquillo, con la llegada, interina, de Sergi Barjuan mostró un equipo más ágil, más entregado, con un juego más atrevido... Pero condenado, como siempre. Sin gol no hay alegría y ése es el final de todo.
La revolución auspiciada por Joan Laporta en el vuelo de regreso desde Madrid la noche del último miércoles, cuando apenas una hora después que desde el propio club se hubiera asegurado no habría "decisiones en caliente" decidió el despido de Ronald Koeman, no le dio resultado a un equipo que demostró tener tanta depresión como carencias futbolísticas. Pidió en la víspera Sergi "alegría" en el juego... Y ésta duró apenas nada.
Sergi pareció señalar de entrada a los jugadores repitiendo prácticamente el once de Vallecas y trasladándoles la responsabilidad. En solo dos días no podía pensarse que le diera la vuelta al calcetín y su mano se notó en abrir el juego con extremos muy abiertos, en avanzar la línea defensiva lo máximo posible y en ofrecer a la tripleta de mediocampistas (Busquets, Nico y Gavi) la tarea de plantear un futbol rápido en la combinación.
Pero la enfermedad del Barça se llama gol y es una enfermedad dramática, auténticamente dramática que se reduce en un dato: disputados los primeros 14 partidos de la temporada, el equipo azulgrana ha anotado 17 goles; la pasada temporada llevaba 35, hace dos temporadas sumaba 34, hace tres acumulaba 40... Y esa falta de gol alucinante se personaliza, claro, en la ausencia de Leo Messi, el futbolista acostumbrado a ocultar cualquier carencia colectiva.
El argentino había marcado en esos primeros 14 partidos de las tres últimas campañas consecutivamente 12, 6 y 7 goles. Y a ellos se sumaban los 6 y 8 que llevaba Luis Suárez en las dos primeras o los 5 de Griezmann la última. Sumados serían la ausencia de 18, 14 y 12 goles respectivamente que marcan la auténtica diferencia resolutiva de un Barcelona que futbolísticamente está a años luz de su mejor versión... Pero al que le penaliza por encima de todo esa falta de resolución ante portería.
Claro que a ello hay que sumar otra clave que atendiendo a ese aspecto cobra una trascendencia brutal: la defensa azulgrana se ha convertido en un festival para los rivales. El Alavés no remató este sábado entre palos hasta el minuto 52... Y ese primer remate fue gol. Hizo Rioja, en una jugada fenomenal (que dejó señalada a la zaga culé), lo mismo que en partidos anteriores hicieran Getafe, Bayern, Granada, Benfica, Valencia, Real Madrid y Rayo Vallecano. Un disparo y gol encajado por Ter Stegen.
SOLEDAD
El gol que le falta y el gol que siempre encaja y que le deprime, le desmonta y rompe por el eje, es el acto final que marca la realidad de un Barça al que Sergi quiso imprimir un sello algo más personal pero que no fue suficiente para recuperar, ni que fuera en el marcador, a un equipo que se sabe en un atolladero y que el martes, en Kiev, se jugará la vida en Europa en unas condiciones no demasiado optimistas.
Una consecuencia va con la otra y todo va junto, de mal en peor, para un equipo cada día más solo. Abandonado por su hinchada que ya ha desertado de manera evidente del Camp Nou. Ante el Alavés acudieron 37 mil 278 espectadores al Camp Nou, demostrándose que los más de 86 mil que poblaron las gradas en el Clásico frente al Real Madrid fueron una excepción y que los 47 mil ante Valencia y 45 mil frente a Dynamo de Kiev son entradas más normales, más lógicas habida cuenta del presente de este club.
Fue la peor entrada en un partido de Liga, sin restricciones de público, desde el 11 de noviembre de 2001, hace 20 años nada menos, cuando acudieron poco más de 30 mil a un partido frente al Valladolid. Una soledad que amenaza con repetirse en los próximos partidos, se supone que ya con Xavi Hernández en el banquillo y a la espera de que el equipo sea capaz de reenganchar a la afición.
De momento, con 11 partidos jugados en LaLiga, el Barcelona suma 16 puntos y ya está ocho por detrás de Real Madrid, Sevilla y Real Sociedad, que si este domingo vence al Athletic se escaparía a diez puntos. De hecho si el Espanyol venciera en Getafe le avanzaría en la clasificación y está tan cerca del descenso como del liderato. Lo nunca visto y que explica muchas cosas.
Ésta es la realidad, triste, del peor Barça que se recuerda desde hace veinte años.