Tuvo dominio. Tuvo posesión. Pero careció de picante. De punch. Por eso Liverpool cayó este miércoles por 2-0 como visitante en el clásico ante Everton y quedó a tres puntos del líder de la Premier League, Arsenal.
El partido empezó como un vendaval. Los primeros 20 minutos se jugaron sin mediocampo: era una ocasión de riesgo para un equipo y, a continuación, una para el otro.
Muy entretenido para los neutrales, perverso para los hinchas de ambos.
Cuando la vorágine se había calmado un poco, llegó la jugada en la que Everton abrió el marcador. Una carambóla con grandes dosis de fortuna, porque cuando el ataque del local parecía terminado, la pelota salió despedida de casualidad hacia el sector izquierdo del área, donde estaba solo Jarrad Branthwaite.
Defensor él, definió de primera y la pelota pasó por debajo de un Alisson que volaba desesperado.
De a poco se fue apagando el golpe por golpe, y el final del primer tiempo fue un monólogo de Liverpool. Pero, de nuevo, los de Jurgen Klopp adolecieron de contundencia.
Para colmo, a poco de comenzada la segunda parte, y cuando los Reds se disponían a asediar nuevamente el arco de Jordan Pickford, un descuido defensivo le permitió a Dominic Calvert-Lewin cabecear solo en el área y poner el 2-0.
Lo que vino después terminó de exponer la falta de ideas de Liverpool. Everton se hizo compacto en su propia mitad de cancha y, salvo una muy buena jugada por izquierda del colombiano Luis Díaz -que ejecutó bárbaro pero su disparo se encontró con el palo-, Salah y compañía no lastimaron a su rival.
En el momento crucial de la lucha por la Premier, los de Klopp perdieron fuerzas y Everton lo aprovechó para quedarse con el derbi de Merseyside.