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El recorte salarial para los jugadores de la Premier League tiene sentido, pero los jugadores merecen saber a dónde va el dinero

Tiempos como los que corren exigen hechos, liderazgo y un sentido de pertenencia compartido. En las negociaciones de la Premier League con la Asociación de Futbolistas Profesionales sobre los recortes salariales y los diferimientos de pago no se ha visto mucho de aquello. En cambio, hemos visto muchas tomas de posición y múltiples sermones moralistas fáciles.

Es fácil hablar con desaire cuando se trata de futbolistas multimillonarios y sus empleadores, muchas veces clubes multimillonarios, y concluir que "uno es peor que el otro". Eso tal vez fuera lo que tu madre solía decir cuando eras pequeño y te encontraba peleando con tu hermano. Pero estos no son niños, y, en pocas palabras, tenemos algunos hechos básicos.

A los clubes de la Premier League les gustaría que sus jugadores acepten un recorte salarial del 30 por ciento --que en parte podría ser devuelto más adelante-- durante la crisis del coronavirus. Sin partidos, los clubes pierden el ingreso de las entradas e ingresos comerciales, y existe el riesgo de que pierdan una porción de sus ingresos de televisión si la temporada no se completa.

(Cabe destacar que no estamos hablando de una reducción del 30 por ciento de los 2400 millones de dólares pagados en salarios cada año. Estamos hablando de una reducción durante la crisis. Y, seguro, no estamos seguros de cuánto tiempo va a durar. Suponiendo que la reducción no se convierta en un diferimiento de pago, lo que probablemente ocurrirá, al menos en parte, cuando el fútbol se reanude y los clubes comiencen a ganar dinero nuevamente).

Realmente no es un sacrificio tan grande cuando el salario promedio de la Premier League es de casi 4 millones de dólares por año. Y siempre y cuando se aseguren de no penalizar al puñado de jugadores (generalmente jóvenes) que ganan menos de cierto monto (como, por ejemplo, $500,000 por año), deben hacerlo. Se llama "tributación progresiva" y es la manera más justa. Pero el conflicto no es el tamaño de la reducción, sino adónde va el dinero.

La revisión anual de The Guardian de las finanzas de la Premier League el año pasado mostró que 13 de los 20 clubes tenían ganancias. Los salarios constituyen la porción más grande de los gastos del club --entre el 38 y el 80 por ciento de los ingresos-- así que cuando los ingresos bajan, la reducción de salarios (y por lo tanto de los gastos) es importante. Todos los clubes son diferentes. No todos son rentables, y las cifras del año pasado podrían pintar un panorama diferente. Pero el punto básico es que una reducción general no tiene mucho sentido. (Más sobre eso en un minuto). Sencillamente: Algunos clubes no lo necesitan, excepto para apuntalar los márgenes de ganancia de sus propietarios.

(Y ya que estamos en el tema de los propietarios, hay que tener en cuenta que un cuarto de la lista anterior está compuesto por empresas registradas en lugares como las Islas Vírgenes Británicas, la Isla de Man, las Islas Caimán, donde las obligaciones de información y las cargas fiscales tal vez no sean lo que son en el Reino Unido).

Es por eso que la Asociación de Futbolistas Profesionales (PFA, en esencia la unión de futbolistas ingleses) ha solicitado un detalle de las financias de los clubes para asegurarse de que el dinero termine en las manos indicadas, es decir, que no termine siendo ganancia para un propietario multimillonario.

"Pienso que, si no pueden dar explicaciones detalladas, entonces es esperable que los jugadores tengan dudas con respecto a lo que está sucediendo”, dijo el dirigente de la PFA, Gordon Taylor, al Daily Telegraph.

Tiene toda la razón, sin dudas: esos detalles y esas intenciones tienen que estar presentes antes que anda. Y la verdad que incomoda es que, aunque todos los clubes recibirán el golpe, algunos terminarán sufriendo mucho más que otros. Tampoco conoceremos el verdadero alcance de los daños hasta dentro de unos meses. Esa transparencia tiene que venir de los clubes. Si tienes un problema de flujo de caja – y puede que ese sea el caso de unos cuantos – entonces, abran los libros y dejen que los jugadores tomen nota de eso. Luego, intenten encontrar una solución.

Una podría ser aceptar la reducción, pero colocando el dinero ahorrado – alrededor de £50m ($60m) al mes – en un fondo de fideicomiso, manejado por un administrador. Esta persona debería liberar los fondos a clubes que demuestren que los necesitan, ya sea para cubrir costos de operación o para evitar despidos o licencias sin goce de sueldo de personal que no esté jugando. El administrador también tendrá la responsabilidad de supervisar las cuentas de los equipos para asegurarse de que el dinero termine en el destino acordado. Y cuando cambie la situación económica y la crisis sea superada, lo que haya quedado será devuelto a los jugadores. También ayudaría el hecho de controlar el límite del precio de las entradas para asegurarnos de que los fanáticos no terminen siendo exprimidos como resultado.

Eso es lo que se necesitaría. En un universo paralelo, no existirían estas cuestiones de desconfianza entre jugadores y propietarios. Pero en un momento en el que las cuentas de los clubes parecen diseñadas para revelar la menor información posible mientras que algunos clubes son controlados por secretas entidades offshore, no sorprende que la confianza se vea comprometida.

Ninguno de los factores antemencionados, de hecho, se relaciona con el llamado a que los jugadores ayuden a los médicos y enfermeros peleando en la primera línea de batalla contra la pandemia del coronavirus o ayudar a los clubes más pequeños que tienen problemas más serios con el flujo de caja. Los jugadores han estado haciendo donaciones privadas, y organizar algo similar con los clubes de divisiones inferiores también sería de una enorme ayuda, tal como lo he dicho anteriormente. No hay razón por la que no se pueda hacer en paralelo. Pero en cuanto al recorte de salarios, los jugadores tienen todo el derecho de exigir que les digan qué es lo que se hará con ese dinero.

La decisión de Bayern de extender el contrato del entrenador, Hansi Flick, hasta 2023 era algo que no requería de mucho debate. Desde que se hizo cargo del equipo a principios de noviembre, el club ha ascendido del cuarto lugar al primero de la tabla y ganado 18 de 21 partidos competitivos. Antes de la pandemia, venían con 14 victorias y un empate en los últimos 15.

Aquí es una de dos cuestiones, o quizá la combinación de ambas. O Flick es realmente talentoso y es un fracaso sistemático que nadie en las 15 temporadas en las que sirvió como asistente, sobre todo con el seleccionado alemán de Jogi Low, se haya dado cuenta de que tenía el set de habilidades para ser un entrenador top. O quizá, Bayern como club está tan repleto de talento y tan bien manejado que no importa (Niko Kovac excluido quizá) quién esté a cargo, siempre y cuando no sea alguien que termine arruinando las cosas.