No se trata de esperar a que lleguen nuevos garbanzos de a libra, se trata de reconocer que Estados Unidos tiene más y mejor talento que México.
Estoy harto de que aún haya quienes defiendan el talento del futbolista mexicano como si eso fuera algo tangible, aficionados y colegas que se quedaron atrapados en 1990, pensando que el talento es una designación por la cual la Selección Mexicana debería jugar mejor que sus rivales, especialmente que Estados Unidos, sin entender que son ellos los que tienen calidad.
Tienen y tienen mucha más de la que jamás hemos tenido en México por el sencillo hecho de que su selección mayor está formada en Europa, con una base que supera los 80 jugadores, que crece y se vuelve cada año más joven, mientras aquí tenemos una liga que con cada asamblea de dueños se vuelve más oscura.
Problemas de raíz, obvio, que han producido la generación más gris de seleccionados nacionales que yo pueda recordar a mis 36 años, tomando en cuenta que a México siempre le sobró carácter y que aquellos jugadores que no se crecían con la camiseta no eran tomados en cuenta.
Se supone que los líderes de este equipo son Memo Ochoa y Edson Álvarez, bueno pues la crítica debe comenzar con ellos, porque ya es hora de que tomen responsabilidad por no generar algo distinto en el grupo y dejar de pensar como lo hacía Andrés Guardado que, con toda la admiración del mundo por su trayectoria, se quejaba de que las nuevas generaciones no son igual de dóciles y no permiten que se les digan las cosas.
¡Hay que decirles las cosas! No basta que Memo Ochoa haya atajado el penal a Lewandowski, me apena porque es un crack, pero no es suficiente, su verdadero legado es la formación que deje en la selección y yo me atrevo a decir que hasta ahora ha sido absolutamente improductiva, porque los resultados apestan y él ha sido el corazón del equipo por décadas.
Luego está la sangre joven y honestamente yo no veo nada extraordinario en, por ejemplo, la línea defensiva, entendiendo por extraordinario algo como el carácter de Carlos Salcido o Ricardo Osorio, a quienes jamás los humillaron así en sus carriles. Mencionar a Rafa Márquez sería un abuso con César Montes.
Y no se trata de esperar a que lleguen nuevos garbanzos de a libra, se trata de reconocer que Estados Unidos tiene más y mejor talento que México desde hace rato, con futbolistas que juegan a otra velocidad por el hecho de que están acostumbrados a hacerlo.
La esperanza está puesta en Chucky Lozano y Santi Giménez, pero con sólo dos jugadores con ese nivel de agallas, me temo que vienen más años de humillación por delante y que esta generación crecerá bajo la sobra de Estados Unidos, quizás bajo el canto de “tres a cerou”.
¿Cambios en el futbol mexicano? Esos no van a venir mientras el negocio siga funcionando a pesar de ser ineficiente, así que vámonos acostumbrando porque siempre se puede estar peor, esta pobre generación es la cosecha de pensar que las cosas se pueden seguir haciendo igual que siempre y negarse a que en Estados Unidos se juega mejor futbol que en México.