El nivel del ‘Chicharito’ en su regreso a México ha sido una auténtica decepción, pues de aquel delantero con un olfato goleador envidiable queda poco y nada.
La mejor decisión que podría tomar Javier Hernández al finalizar el torneo con el Guadalajara sería anunciar su retiro del futbol.
De lo contrario, continuará arrastrando el prestigio de una exitosa carrera en Europa, y en algo empañará la versión goleadora del futbolista que se convirtió en ídolo de multitudes.
No era difícil advertir la faceta del ‘Chicharito’ que se vería en su regreso al balompié azteca, tomando en cuenta que estuvo nueve meses inactivo por una grave lesión en la rodilla, que la curva descendente de su carrera está prácticamente a nivel del piso y por supuesto, debido a su edad (en 19 días cumplirá 36 años).
La realidad indica, luego de observar el desempeño del otrora goleador en el torneo —tanto de titular como suplente—, que ya no está para competir a nivel profesional, al menos de manera digna o que signifique ayuda alguna para su equipo.
Participa poco y nada en la elaboración de acciones ofensivas, sus movimientos al espacio o para desmarcarse terminan con su humanidad en el césped reclamando faltas inexistentes e inclusive ha perdido ese olfato goleador que lo hacía prácticamente infalible en los remates de un toque.
Guadalajara evocó a la nostalgia, apostó por la historia romántica de ‘repatriar’ al hijo pródigo, sin reparar en el aspecto deportivo, en el ritmo futbolístico y en que todo por servir se acaba, y aquel ‘Chicharito’ que metía goles hasta sin querer, ya se acabó.
Con todo y su discurso filosófico en el que la vida es bella aún ante la mayor adversidad, Hernández nunca volverá a ser aquel chico decente, ejemplar y educado que triunfó en el futbol gracias a su talento y mentalidad.
La decadencia lo alcanzó por más que intente cambiar la realidad a punta de saliva.