GUADALAJARA -- Cualquier aficionado rojinegro que haya nacido al menos a principios de los años 90, no puede negar la influencia y el sentimiento que prevalece hacia Ricardo La Volpe. El técnico argentino que logró consolidar un proyecto deportivo precedido del gran trabajo que dejó Marcelo Bielsa en la cantera, es un referente innegable para la afición rojinegra.
La Volpe implantó un estilo, impregnó su esencia y le dio identidad a un club que brilló, principalmente, por el desempeño de un cúmulo de jóvenes de la cantera que lograron llevar a tocar el cielo con las manos a una institución acostumbrada a ser históricamente perdedora… y la diferencia para llegar a la gloria fue de tan solo un penal fallado por Julio Estrada, en aquella Final del Verano 99.
La influencia argentina que Atlas tuvo en su historia obliga a la referencia del tango “20 años no son nada”, dijo Gardel. La Volpe sigue siendo recordado con cariño, al menos, por aquellos rojinegros que vibraron con los desbordes de Daniel Osorno, las gambetas de Miguel Zepeda, la categoría de Rafael Márquez y la frescura de César Andrade, entre tantos otros que salieron de la cantera del Zorro.
Hoy, el “Bigotón” es otro. Ya no usa las corbatas de dragones, parece que ya se olvidó del feng shui, ya no fuma en la zona técnica –el reglamento lo impide-, tampoco gesticula de manera grandiocuente en la banca. La Volpe es otro, muy distinto.
Al frente de Toluca, el técnico argentino volverá al estadio Jalisco para revivir aquella final del 3 de junio del 99. Para muchos, se encuentra en el Top 5 de las mejores finales de la historia del futbol mexicano; para los más radicales fue la mejor.
Ricardo ahora defenderá los intereses de los Diablos Rojos en un entorno muy distinto al de hace 20 años. Hoy su equipo es penúltimo de la clasificación. Una derrota ante el Atlas de Leandro Cufré podría significa la salida del estratega argentino.
Los rojinegros también están muy lejos de la gloria que vivió con La Volpe. Ahora no sufre por puntos en la tabla, sufre por no jugar a nada. Cufré no encontró la mejor forma de optimizar sus recursos en el campo para desarrollar un desempeño acorde a lo que necesita el equipo, que quedó expuesto en el Clásico tapatío y parece que su crédito ganado como futbolista, se acabará muy pronto como técnico.
La historia a menudo es cruel. Atlas y Toluca en polos opuestos, pueden dejar sin “chamba” al prócer de las últimas dos décadas de historia rojinegra.