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Jair Pereira reveló que estuvo en la cárcel por reventa

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VIDEO: ¿Qué detuvo a Jair Pereira de regresar a Cruz Azul o a Chivas? (2:07)

El defensa central mexicano tuvo acercamientos con dos "equipos grandes" con los que ya había jugado. (2:07)

Jair Pereira confesó algunos de sus momentos más difíciles antes de ser futbolista profesional

Jair Pereira, defensa de los Rayos del Necaxa, confesó que en sus inicios como jugador estuvo en la cárcel por haber revendido boletos en el Estadio Azteca, ya que era su manera de vivir mientras esperaba una oportunidad en el futbol.

"Una vez me metieron a la cárcel porque me puse a revender boletos afuera del Estadio Azteca de los que me daban los jugadores del primer equipo, me agarraron, ni siquiera los estaba dando más caros, los estaba dando más baratos.

"Me agarraron y me pasé 25 horas en la cárcel, para acabarla de joder, fue peor, estaba buscando como llevarme alimento a la boca y terminé en el bote, me pasaron muchas historias para contarte que dan risa", expresó el jugador a través de una entrevista en Instagram.

Jair Pereira indicó que en ese momento fue complicado para él y no le causaba risa, aunque ya ahora en el relato el jugador se reía de lo que le tocó vivir con esa y otras anécdotas.

"En ese momento no me daba risa, era lo que me tocaba vivir y lo que tenía pasa salir adelante, para poder comer, no hablamos de unos zapatos de futbol hablamos de poder comer, me tocaron momentos difíciles, hasta que llegué a Cruz Azul", manifestó.

Pereira dijo que cuando se sumó a La Máquina le daban de comer, lo cual para él era algo positivo y dijo que hasta la fecha le tiene agradecimiento a esa institución por haberle abierto las puertas.

"Ahí tuve la fortuna de que me daban de comer, me daban de desayunar, de cenar, lo normal, pero lo veía como guau, yo tenía un agradecimiento hacia ese club y lo sigo teniendo.

"Me gané mi primer salario de 4,800 pesos y decía 'no manches, voy a poder ir a Irapuato a ver a mis papás, voy a comprarme mi (boleto) de camión, vaya poder ir a meterme a Martí a la canasta que estaba afuera (de descuentos). No había de mi talla, le relleno con doble calceta o engarruño los pies, a ver cómo le hago y que me queden sí o sí los zapatos'. Viví todas esas y agradezco a Dios haberme podido enfrentar a todas esas cosas y hoy en día aquí estamos", concluyó.