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Dignos finalistas

ESPN

Nos espera una linda final. Dos equipos que merecían estar en ella, con diferencias muy claras empezando por los planteles

Es cierto que en el futbol de repente no hay justicia. Que no siempre gana el que más lo merece. Porque los méritos no existen una vez que empieza a correr el balón. También es cierto que la recompensa en el futbol, tarde o temprano, llega. A la pelota difícilmente la engañas. Dicen que es caprichosa, pero entiende quién la trata mejor.

Hoy, esa pelota que tan feliz nos hace a los que amamos este maravilloso deporte, le ha dado una recompensa a los dos mejores equipos de la fase regular. Porque hay que entender que el torneo mexicano es especial. Se parte en dos etapas. La fase regular que consiste en 17 fechas, y luego la Liguilla que dura seis partidos, en la que no puedes darte el lujo de tener una mala presentación.

Durante las 17 fechas, León fue el equipo que mejor futbol desplegó. Atractivo, vistoso, agradable y valiente. A lo largo de los últimos dos años yo he sido uno de los que siempre está al pendiente de cuándo y dónde juega La Fiera. Porque tiene un estilo de juego bien definido. Porque su trabajo ha logrado que todas sus jugadas estén bien mecanizadas. Porque su valentía hace que siempre, juegue donde juegue y contra quien juegue, busque el arco rival.

La pisada de Navarro en el último tercio de la cancha no es obra de la casualidad. La pauta que la da Montes al futbol ofensivo no es solo por su calidad individual. El equilibrio de Aquino en medio campo va más allá del sacrificio que tiene el jugador peruano. Y la idea de jugar con tres centrales naturales, uno de ellos convertido en lateral por izquierda, tiene razón de ser.

Hoy cuesta trabajo encontrar a alguien que no valore lo que hace León, ¿con debilidades? Por supuesto como cualquier equipo en el mundo, no tener a un centro delantero confiable me parece su mayor carencia. Pero ha sabido como solventarlo.

Enfrente está Pumas que con mucha dignidad logró su boleto para estar en la gran final. Primero, con una fase regular sobresaliente obteniendo 32 puntos. Haciendo valer la localía y sin intimidarse ante la visita. Peleando en cada juego y en cada centímetro de la cancha. Sin dar un solo balón por perdido. Potencializando el juego colectivo ante lo justo de su plantel.

En la recta final perdió a dos de sus mejores futbolistas. Alfredo Talavera y Favio Álvarez. Supo cómo suplirlos, no cedió ventajas y se levantó de una estrepitosa caída en el juego de ida ante Cruz Azul. Hoy más que nunca debemos reconocer y aplaudir el famoso ADN puma del que tanto se habla. Este grupo de futbolistas entendieron a la perfección lo que significa vestir esa camiseta, representar a la máxima casa de estudios.

Su técnico debe llevar mucho mérito en este logro. Más allá de lo que suceda en la final. Porque ni tiempo tuvo para reaccionar. De la noche a la mañana lo responsabilizaron del primer equipo, cuando su función principal estaba en fuerzas básicas. Andrés Lillini desde la jornada uno supo diagnosticar lo que necesitaba su equipo y lo puso en su lugar para lograr una gran campaña.

Una de las mayores virtudes en el trabajo del profesor Lillini, es que no busca encontrar el hilo negro. Entiende el juego de manera perfecta y diseña el compromiso de acuerdo a lo que tiene. Estoy seguro de que en el fondo sabe muy bien con el plantel que cuenta y por lo mismo no pretende ser el equipo más atrevido de la liga.

Nos espera una linda final. Entre dos equipos que merecían estar en ella, con diferencias muy claras empezando por los planteles. Pero equilibrándola el equipo universitario por el envión anímico. Hoy ese es un factor que no podemos perder de vista. Será clave en una batalla que estoy seguro se definirá hasta los últimos minutos del partido de vuelta.