<
>

El silbato de última tecnología que usó Archundia en la final Santos vs Cruz Azul del 2008

play
La historia detrás del silbato de Armando Archundia (2:00)

El Árbitro de la final Santos vs. Cruz Azul del 2008 nos relata que para pitar lo hacía con un silbato de última tecnología. (2:00)

El exsilbante Armando Archundia reveló a ESPN Digital que aún conserva ese silbato de alta tecnología que utilizó en la final del Clausura 2008

MÉXICO -- Armando Archundia pitó la final de Santos vs. Cruz Azul del Clausura 2008 con un silbato de tecnología de punta. Hace 13 años, el silbante mexicano era de los pocos en el mundo que tenía el artefacto creado por una empresa japonesa, que se caracterizaba por tener un sonido más fuerte, sin lastimar los oídos. Sin embargo, solo lo podían presumir los jueces que acudieron al Mundial de Alemania 2006.

De aquella serie, que fue la décimosegunda final de Liga MX de las 14 que pitó, Archundia solo tiene como recuerdo físico aquel silbato que usó en el duelo que terminó 1-1, marcador que le dio el título a Santos.

“Es un silbato de la marca Molten, que es un sistema que se oye mucho más fuerte que el que regularmente utilizábamos, pero no te lastima los oídos. Es un silbato que oscila entre 800 y mil pesos, que es bastante caro, comparado con los otros que te valen 50 o 200 pesos, más o menos”, declaró en entrevista para ESPN Digital, Benito Armando Archundia Téllez.

“Era el de moda y no lo teníamos todos. Solamente los árbitros que estuvimos en el Mundial del 2006, porque todavía no se desarrollaba esa tecnología o no se vendía al público, fue una edición especial para los árbitros del Mundial”, comentó.

El silbato es negro y en los lados tiene una franja blanca, en la que aparece grabado el primer nombre del silbante mexicano: Benito. Dicho artefacto, Armando lo guarda en un pequeño museo que tiene en su casa, al que le llama santuario. Ahí, también almacena sus relojes, tarjetas, lápices, gafetes FIFA y reconocimientos que obtuvo a lo largo de su carrera que terminó en tras pitar la final del Apertura 2010 entre Monterrey y Santos.

“De las finales tengo seis silbatos, que son los que usé en las finales que me tocó dirigir. Regularmente, usaba del color de la playera que me tocaba utilizar, salvo del 2006 al 2010, ya utilizaba un solo silbato, que es uno de tecnología de punta, que es el mejor que ha existido y ese me lo regalaron en el Mundial y fue el que utilicé siempre”, dijo.

De la final, Archundia tiene dos escenas que recuerda de primera instancia, además del calor que hacía en el Estadio Corona, el golazo de Daniel Ludueña y la expulsión de Gerardo Torrado ya que había terminado el partido.

“De las finales, fue el partido en el que menos tarjetas utilicé. Solamente una tarjeta amarilla para Torrado, que fue por una falta fuerte. La tarjeta roja fue después de que finalizó el partido. Se acercó conmigo, dijo algo, realmente, no recuerdo las palabras, no quisiera mentir en lo que sucedió. Fui y lo busqué, la saqué la tarjeta roja”, expresó.

También, rememoró aquella charla previa que tuvo con su equipo arbitral, que estaba compuesto por Marvin Torrentera y Juan Rangel como abanderados, además de Francisco Chacón como cuarto árbitro.

“Sabíamos que para que hubiera una falta fuera del área tenía que ser muy clara porque en cada equipo había jugadores que le pegaban muy bien. Ludueña por parte de Santos y Jaime Lozano por parte de Cruz Azul. Realmente no era un partido difícil de arbitrar, porque eran dos equipos que se dedicaban a jugar. Había también que tener cuidado con la velocidad de ‘Chucho’ Benítez, que tomaba la pelota y se llevaba prácticamente a todos los jugadores”, señaló.

El silbato, que ahora ya es común en los árbitros profesionales, es lo único que tiene Archundia como recuerdo de aquella final.

“Hoy con todas las cuestiones digitales, grabas el partido y ahí lo tienes guardado. Qué mejor recuerdo que ese, que los uniformes. Para ese partido me dieron tres uniformes, para cambiármelos en el medio tiempo, así como le hacen los jugadores, por el tema del calor, del sudor. Sí los apreciaba, pero no así como para atesorarlos. Había gente o incluso jugadores que te pedían la playera y se las dejabas sin mayores problemas, por eso no acumulé los uniformes de las playeras que me tocó dirigir”, apuntó el exnazareno mundialista.