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Carta a Don Valentín

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Toluca ha dejado de lado la sana costumbre de levantar el trofeo de campeón

Estimado Don Valentín Diez Morodo: más de once años han transcurrido y la once se niega a llegar. Su y nuestro Deportivo Toluca, ha dejado de lado la sana costumbre de levantar el trofeo de campeón tal y como lo hizo a finales de los noventa y durante la primera década del siglo 21.

El poderoso Diablo Rojo que espantaba a casi todos, ha dejado de existir. Como usted lo sabe, desde su ascenso a Primera División, el equipo que lleva el nombre de nuestra querida capital del estado de México conquistó, al menos, un título por década.

Su primera Copa en 1956; el Bicampeonato de Liga 1966-1967 y 1967-1968; su tercera conquista liguera en 1975; su segunda Copa en 1989; el triplete inolvidable de los veranos 1998, 1999 y 2000; las conquistas de los Aperturas 2002, 2005, 2008 y, finalmente, el Bicentenario 2010.

Aunque transcurrieron casi 23 años para que volvieran a levantar el trofeo de campeón de Liga entre 1975 y 1998, los choriceros tuvieron al menos algo para celebrar en cada uno de los referidos decenios. La racha más larga de no ganar absolutamente nada es de poco más de trece años y medio.

Ese prolongado lapso me tocó vivirlo en carne propia como aficionado. Suspiraba constantemente mientras soñaba despierto que mi equipo de fútbol se convertía en campeón de México. Llegué a creer sinceramente que nunca llegaría esa deseadísima realidad, pero, como ambos sabemos, la larga espera fue maravillosamente recompensada con triunfos y más triunfos que hace rato, mucho rato, ya no aparecen en el fantástico coloso de la Avenida Morelos que tuvo a bien remodelar con motivo de la celebración del Centenario en el 2017.

Aquí aprovecho la oportunidad para agradecerle por ese gran regalo a nombre mío y seguramente de miles de aficionados. Lamento decir que las grandes hazañas de esos equipos campeones aparecen cada vez más lejanas.

Desconozco si usted tiene conocimiento del malestar que, desde hace rato, tenemos quienes amamos los colores rojo y blanco de nuestro equipo (por cierto, permítame decirle que el negro no tiene nada que ver con la identidad del club) debido a la ausencia de plantillas competitivas que verdaderamente puedan hacerle frente a aquellas instituciones que, beneficiadas por una buena chequera o respaldadas por grandes consorcios empresariales, se dan el lujo de comprar jugadores y más jugadores que terminan por prestar porque ya no les caben en el plantel, como por ejemplo Tigres.

Sé que usted nunca ha dispuesto de grandes recursos como para ponerse al tú por tú con los habituales ricos del balompié azteca y me queda claro que esa es una realidad que nunca cambiará a menos que usted decida lo contrario o desee vender el equipo. Si usted siempre ha tenido esa filosofía empresarial, ¿por qué ha pasado tanto tiempo sin que los choriceros hayan vuelto a saborear las mieles de la victoria? ¿Qué se ha hecho o qué se ha dejado de hacer para que el tercer equipo más ganador de Ligas en México se haya ausentado del trono por tanto tiempo? En definitiva, su servidor está convencido de que las cosas no suceden por casualidad y a toda acción corresponde una reacción.

Me queda claro que el manejo de un equipo de fútbol profesional no corresponde al ámbito de las ciencias exactas y que múltiples factores influyen directa o indirectamente para que los resultados positivos lleguen. Sin embargo, un aspecto es fundamental para acercarse al éxito o al fracaso: la toma de decisiones. Y en el caso de nuestro Toluca, y dicho sea con todo respeto, me parece que las decisiones que se han tomado a nivel directivo no han ayudado a devolverle el protagonismo que por historia, orgullo y tradición le corresponden.

El último par de años ha sido tan mediocre que el cociente se ha desplomado a tal grado de que ahora mismo existe un riesgo latente de pagar la multa que por reglamento ha sido establecida en caso de no eludir los últimos tres lugares en la tabla correspondiente.

Definitivamente esto no va con el perfil de un equipo como el que usted tiene en propiedad y tenemos, emocional y espiritualmente, muchas aficionadas y aficionados. Hoy más que nunca, los integrantes del Consejo Directivo que tiene a bien presidir deben unir sus esfuerzos y olvidarse de sus particulares intereses en beneficio del equipo para el cual empeñan mucho tiempo y esfuerzo.

Hernán Cristante (a quien usted le tiene un especial cariño) y su Cuerpo Técnico deberán trabajar en paz y armonía con un plantel que, dicho sea de paso, no es precisamente el más vasto del fútbol mexicano pero que, me da la impresión, trabaja todos los días de manera honesta y entregada.

Asimismo, permítame decirle que es fundamental que sus colaboradores tengan en claro que el rival está en la cancha y no en el sillón de a lado. Estoy convencido que el Deportivo Toluca, heredado de su ilustre padre Don Nemesio, es una extensión de su grandeza humana, familiar y empresarial, y que entre más acertadas sean sus decisiones y las de quienes le acompañan en el club, el éxito estará garantizado.

Estoy seguro de que usted es sumamente cuidadoso y no ha permitido ni permitirá nunca, que abusen de su confianza en detrimento de éste que, aunque siga siendo un nicho más en el ámbito de sus negocios, va mucho más allá y se instala en un sitio donde confluyen los más elevados valores que caracterizan a los hombres de bien como usted.

Salud, éxito y larga vida para usted y al Deportivo Toluca.