Javier Hernández se explaya en el circo romano de sus redes sociales y finge crucificarse mientras pretende crucificar a los medios
GUADALAJARA -- Chivas sufre un doble agobio. Por un lado, Fernando Gago pestañea coqueto y se deja seducir por Boca Juniors. Por el otro, su más costosa y fracasada inversión, Chicharito, se desgañita en balcones donde la estulticia y el fanatismo se congregan.
No son los mejores tiempos para el Guadalajara, que si bien aún codicia los escaños del Play-In (el hijo abortivo del Repechaje), y si bien su rendimiento en la cancha es agradable, aún está lejos de merecerse, incluso animosamente, un sitio entre los serios aspirantes al título.
Vía su ahijado de bodas, el promotor Christian Bragarnik, Fernando Gago acepta los cuchicheos deshonestos de Boca Juniors. La única diferencia es el salario. El técnico de Chivas quiere ganar lo mismo que en el Rebaño, y es una cifra prohibitiva en Argentina. Además, los antecedentes de Bragarnik estercolan la conciencia de Juan Román Riquelme, el mandatario boquense.
Por otro lado, Javier Hernández se explaya en el circo romano de sus redes sociales, ante la comuna de fanáticos, más de él que del Guadalajara, y finge crucificarse mientras pretende crucificar a los medios. “Soy el villano de una historia mal contada”, dice Chicharito plagiando la frase de uno de los comentarios que recibe de su gente en sus plataformas.
La realidad es que Chicharito es una víctima apócrifa de una historia bien contada. Es, retomando su analogía, el villano de una historia bien contada. Su problema es que la turba enajenada que le vitorea enceguecida en sus plataformas, goza de amnesia y goza de la entronización pública del hombre que dejó de ser futbolista profesional hace años, y que ha terminado por lucrar en Chivas como rédito desleal de sus buenos momentos con el Manchester Untad y un gol histórico con el Real Madrid.
El Guadalajara ha pasado a ser –estrictamente-- su fondo de retiro, cuando debió ser la dignificación de su carrera.
Hoy, cuando más necesita Chivas –al menos-- de los vestigios, de las reliquias de Javier Hernández, ha terminado en lesiones musculares que sólo son referencia directa de dos escenarios:
1.- Javier Hernández no se cuida fuera de la cancha, desde peculiares encerronas en casa, hasta viajes con su equipo esperpento en la liga escapista de fantasías.
2.- O el cuerpo técnico de Chivas es una aberración en el trabajo físico con sus jugadores, en especial de quienes se recuperan de lesiones.
3.- O todas las anteriores.
Pero, hoy Chicharito no está donde más el Guadalajara lo necesita: la cancha, la Liga.
Después de una fastuosa bienvenida, de un fastuoso reencuentro con la afición, en un ceremonial sin precedentes en Chivas, aderezado todo con unas lágrimas de bisutería, un discurso y pucheros ensayados en el estadio rojiblanco el pasado 28 de enero, Javier Hernández le ha fallado al Rebaño.
Chivas no ha recibido absolutamente nada a cambio del contrato más generoso en la historia del club, de la inversión más onerosa en la historia del equipo. Porque ni siquiera el furor por la venta de camisetas de Chicharito ha logrado resarcir el monumental despilfarro que ha significado su contratación.
El martes, Javier Hernández se trepó al balcón del desconsuelo, la abnegación, el martirio, y la auto victimización, para eludir explicar lo que pasa con sus lesiones, con su organismo, con sus obligaciones como futbolista profesional del Guadalajara.
“No me llevo bien con nadie de Chivas. Acuérdense que la prensa siempre tiene razón. Acuérdense, soy super grillero, soy muy mal compañero, rompo vestidores y que no sé nada de futbol, acuérdense. Soy odioso, o sea, soy un mamón. La prensa siempre tiene la razón, siempre. Y no quiero contradecir a la prensa”, dijo Chicharito luego de que le preguntaron sobre si tenía buena relación con Cade Cowell.
Pero, jamás dedicó tiempo a desglosar la serie de lesiones, sus orígenes, los diagnósticos médicos, las posibles causas, y mucho menos a puntualizar porqué su protagonismo es mayor lejos de la cancha y en escenarios que son estrictamente nutritivos y generosos para sus intereses personales.
Hace apenas unos días, en un podcast del ex capitán de Chivas y del Tri, Fernando Quirate, el dueño del Guadalajara, Amaury Vergara hizo un severo análisis que salpicó al ausente Hernández.
“Nos hemos equivocado. Yo me he equivocado y lo reconozco. Hemos traído jugadores, me he equivocado y hemos hecho inversiones importantes por jugadores que no rindieron o no dieron lo que tenían que dar”, puntualizó Vergara.
El pentapichichi respondió al mensaje en redes sociales a Javier Hernández.
Javier Hernández, en este Apertura 2024, ha participado en sólo cinco partidos, ninguno de ellos completo. Ha pasado a ser la gran decepción, tras arribar como la gran contratación.
En la comodidad de comparecer ante su público cautivo en redes sociales, pero sin comparecer ante las redes y la cancha, Chicharito vegeta en el Guadalajara, e incluso, entre la cerrazón obscena de la oficina de comunicación social de Chivas, hasta este momento, parece improbable que pueda jugar el Clásico Tapatío ante el Atlas el fin de semana.
Tomando la expresión de uno de sus seguidores, apegándose a ella como náufrago en el mar de demenciales situaciones en las que zozobra, esa la del “villano de una historia mal contada”, es claro que el mismo Chicharito tiene todos los elementos para revertirlo.
Sin embargo, Javier Hernández se niega a relatar la historia bien contada, esa la que podría exonerarlo, exculparlo, higienizarlo, pero, los antecedentes, lo incriminan.
Porque, a lo largo de su historia, Javier Hernández, ha sido, lamentablemente, según él, víctima de historias mal contadas. Nunca villano, siempre víctima.
1.- ¿Contará la verdadera historia del brunch de Nueva York? La que le costó el puesto a Andrés Mateos empleado en la logística del Tri, al ayudar a Chicharito a burlar la disciplina de la selección y escamotearle el asiento de primera clase en el vuelo a San Antonio a la esposa de Yon de Luisa, para llevar a un par de damiselas (la mexicana Keyla Caputo y la argentina María del Mar Molar)
2.- ¿Contará en detalle la plática con Gerardo Martino al anunciarle que no lo llevaría al Mundial de Qatar por deslealtad al cuerpo técnico y a la Selección Mexicana?
3.- ¿Contará que el Galaxy ya no le quería renovar contrato para 2023, pero que –estrictamente-- un inciso en su reglamento obligó al club angelino a extender el acuerdo, bajo coerciones y coacciones?
4.- ¿Contará la forma en que fue segregado por el resto del plantel dentro del Bayer Leverkusen y del West Ham por problemas en el vestuario?
5.- ¿Se atreverá a refutar cada uno de los cargos y ampliaciones que realizó Sara Kohan en la demanda de divorcio, especialmente por comportamientos perniciosos y escatimar ayuda financiera a sus hijos?
6.- ¿Te atreverás Javier Hernández a contar bien todas esas historias –según tú-- mal contadas?
El atacante de Chivas busca acelerar su regreso a las canchas, ante la falta de cuota goleadora entre los atacantes tapatíos.
Ese es el presente de Chivas. Un presente complicadísimo.
1.- El riesgo de perder a Fernando Gago, ante la pujanza de su ahijado de bodas, Christian Bragarnik, para hacer el gran negocio con Boca Juniors.
2.- Y la inoperancia de la eterna víctima de historias mal contadas, y que, de momento, ante el oscurantismo y el ocultismo mediático de Chivas, se mantenga la especulación de que Chicharito no jugará el Clásico ante Atlas.
Y todo ello es lamentable, porque Chivas juega bien, porque por momentos hace buen futbol, pero sigue tan chimuelo al ataque, que hasta Ricardo Marín, una prótesis mal puesta, es quien tiene que morder, incluso, ante la lamentable lesión de La Hormiga González.