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Brasil se sumergió en la tristeza tras la derrota en 1950

Millones de brasileños sufrieron como nunca con este gol AP

Pocas veces (o ninguna) un resultado deportivo afectó de tal manera a una nación. La decepción causada por la derrota frente a Uruguay en el último partido de la Copa del Mundo 1950 sumergió a Brasil en una angustia sin antecedentes. Si hoy se guía por las crónicas de época, el día después del 1-7 ante Alemania fue un sábado de carnaval en comparación con las horas posteriores al Maracanazo.

La certeza del campeonato era tan grande como la frustración tras la derrota. El pueblo brasileño no estaba ansioso por lograr el título, sino que estaba seguro de eso. El diario La Vanguardia afirmó que la tristeza fue de "proporciones no imaginables" y que, aunque nadie discutió los merecimientos de Uruguay, sí se mostraron incrédulos.

Así lo relato la prensa de la época: "Hasta altas horas de la noche considerables masas de miles y miles de espectadores que asistieron a la derrota de los colores del Brasil deambularon cabizbajos por las calles de la capital. Muchos de ellos estaban sentados en determinados lugares, como frente al Teatro Municipal y ante el Estadio de Maracaná, llorando desconsoladamente. Algunos de ellos tiraban las serpentinas y los sacos de papel picado al agua. Eran los elementos con que pensaban festejar la victoria, esperada desde hace largos años.

En esa gran masa de aficionados el sentimiento era el mismo. Una amargura profunda y la severa crítica para los jugadores brasileños, que no supieron enfrentar a las uruguayos y que descuidaron el marcaje cuando ganaban por un gol de ventaja".

No es difícil imaginar la escena. Almas en pena caminando por una ciudad oscura, silenciosa y vacía, más allá del intento de varias emisoras de radio, que intentaron olvidar la pena con música de baile de forma ininterrumpida y sin hacer la más mínima referencia al Mundial. Al estadio concurrieron 200 mil personas, la máxima asistencia de todos los tiempos. Muchos de ellos decidieron ir a protestar a la Confederación Brasileña de Deportes o por lo menos llamar por teléfono para expresar su repudio.

Otra consecuencia de la derrota fueron los problemas de salud sufridos por los torcedores. Los médicos del Estadio de Maracaná han comunicado que en ocasión del partido Uruguay-Brasil han asistido a 169 personas con ataques de histerismo y otros trastornos. Seis de ellas fueron trasladadas al hospital en grave estado.

LA TRISTEZA DE LOS PROTAGONISTAS
Por supuesto, no sólo los hinchas sufrieron la derrota. El plantel de Brasil también vivió una tristeza indescriptible, tal como lo indicaron los jugadores y el cuerpo técnico. El entrenador Flavio Costa afirmó: "Pudimos ganar, pero la desgracia estuvo esta tarde de nuestro lado. No sé como no entraron, en la meta los dos tiros de Zizlnho y de Chico. Creo que hemos sabido perder, que también es muy importante en el fútbol, sobre todo cuando se juega con un equipo duro como este de Uruguay".

En tanto, el capitán Augusto dijo tras la caída: "Por juego mereció ganar Brasil. Han tenido en Máspoli, el portero, su triunfo. El hecho de que mercáramos primero dice bien a las claras que tuvimos el partido en nuestras manos. Pero la suerte se volvió contra nosotros".

En el vestuario carioca no puede describirse la desolación que reinaba. Basta decir que todos lloraban amargamente y el suplente Adeosinho tuvo que ser asistido por los médicos de la Selección al ser victima de una crisis nerviosa. En tanto, el seleccionador brasileño Costa, quien acababa de lanzar su candidatura a concejal, paseaba cabizbajo, sin poder comprender lo sucedido.