<
>

Argentina y otra noche con el corazón a flor de piel

Se nota en el ambiente. Hay una atmósfera especial. Una felicidad indisimulable. Una sensación de superioridad que puede tildarse de soberbia, pero que en verdad está más vinculada al optimismo desbordante de los últimos tiempos.

La simbiosis entre la Selección Argentina y sus hinchas está en su mejor momento. El contagio es mutuo. Los campeones de América envían señales desde adentro de la cancha y la gente empuja desde afuera. "Ojalá esta comunión con la gente dure mucho tiempo", declaró Lionel Messi hace unos días después del show contra Uruguay. Y el romance continuó, como era de esperar, en la nueva victoria por 1-0 ante Perú, en el estadio Monumental, por las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial de Qatar 2022.

¿Cómo se explica tanto fervor? Hay una multiplicidad de factores. Los Sub 30 pudieron gritar campeón con la celeste y blanca por primera vez, hace apenas tres meses. Por eso, la gratitud con el plantel de Lionel Scaloni será eterna. Para los más grandes fue la revancha después de años de sinsabores, la alegría por la consagración del mejor del mundo y la identificación con un grupo de jugadores que, en palabras de su entrenador, “nunca nos van a dejar tirados”.

También es innegable el aspecto social. La vuelta a cierta “normalidad” en una batalla que todavía no terminó, la necesidad de desahogarse en un presente complicado, para algunos la vuelta a la cancha después de un año y medio, y para muchos otros, la posibilidad inédita de ver de cerca a los ídolos.

El Monumental se vino abajo desde temprano, cuando Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Alejandro Gómez salieron a recorrer la cancha. ¿Cantos para que ganen? No, para nada. La exigencia fue “que baile el Papu”.

Con sonrisa de oreja a oreja y el pecho inflado retumba el “Dale campeón”. Haberse sacado esa mochila hizo desaparecer el no tan lejano clima de nervios y de tensión. Así se explica que como corresponde, aunque no siempre ocurre, hubo respeto para el rival. Aplausos para el Tigre Gareca cuando se anunciaron las formaciones y aplausos al himno peruano.

Atrás quedaron los memes y las burlas para Ángel Di María, el héroe del Maracaná. El “Fideoooo, Fideoooo” es un mimo tardío, pero altamente gratificante para un futbolista que siempre dejó todo por la Selección. También hay amor por los más nuevos Dibu Martínez y Cuti Romero, que pareciera que llevan años representando a la Mayor. Y otra rareza: a los dos minutos de juego se grita por “La Scaloneta”, como si fuera un canto de guerra.

El compromiso y la solidaridad de los futbolistas no son solo poses para las fotos de Instagram. Se reflejan en el campo: De Paul no para de meter y termina extenuado. El fino Lo Celso no tiene problema en tirarse a los pies. Lautaro se faja con los rivales. Y así pasa con todos… El equipo no se desespera, sabe a lo que juega. Y el público lo sabe. El gol llega cerca del final de un primer tiempo en el que no hubo murmullos, ansiedad ni reclamos. Solo aliento y reconocimiento.

Momento cúlmine de la noche del Monumental: penal para Perú a los 20 minutos del complemento. “El Dibu se lo come”, canta la gente con el recuerdo fresco de la definición desde los 12 pasos contra Colombia en la Copa América. La pelota pega en el travesaño y se va afuera. “Todo lo que puede salir mal va a salir bien” termina siendo la máxima actual en la era Scaloni, que suma un invicto de 25 partidos.

La consagración después de 28 años no apagó la llama. Ni siquiera una nueva victoria le sacó el enojo a un genuino Leo Messi: "Partido duro, difícil de jugar. Mucho viento, ellos todos atrás dejando pocos espacios. El árbitro siempre que nos dirige hace lo mismo, pareciera que lo hace a propósito. Pero bueno, tres puntos importantes que nos acercan al objetivo".

Con el corazón a flor de piel también se sinceró Scaloni en conferencia de prensa: “Lo primero que quiero hacer es irme a mi casa porque hace mucho tiempo que no veo a mi familia. No estoy atravesando una situación familiar buena como para estar pensando en el Mundial. Fueron muy duros estos meses y no quiero saber más nada. Fueron momentos muy difíciles para mí y para mi familia y no estoy para pensar en el Mundial. Sinceramente no me interesa en absoluto”.

Detrás de los éxitos, la felicidad, el optimismo y la luna de miel con los hinchas, también hay cansancio por el trajín de partidos y situaciones delicadas como la que vive el técnico de una Selección a la que le sobra hambre de gloria.