España jugará su segunda final de la Liga de las Naciones, el domingo frente a Croacia, después de ganar una apasionante semifinal a Italia, a la que dominó con el balón y sufrió sin él.
Venció por 2-1 golpeando al principio y resolviendo al final. Yeremi, aprovechando un error terrible de Bonucci a los cuatro minutos, y Joselu, el cazagoles de urgencia, recogiendo de improviso un rebote de Toloi a los 87, sentenciaron un partido lleno de intensidad, con más ganas que juego pero que sirvió para asentar, se supone, a Luis de la Fuente en su puesto de seleccionador.
Es una Roja de nuevo cuño, de nuevo ciclo que necesita, con más prisa que pausa, hacerse ver en el concierto internacional. Después de la decepción que supuso la eliminación en los octavos de final del Mundial y tras la salida de Luis Enrique, este cambio de época, personalizado en el ascenso de Rodri al mando de las operaciones por la retirada de Sergio Busquets, consiguió en Enschede mostrar su crecimiento.
La curiosidad fue que le tocó a un veterano, otra vez, resolver el entuerto. Joselu, quien debutó en marzo frente a Noruega en marzo marcando dos goles en tres minutos, estuvo otra vez en el lugar preciso y en el momento indicado. Sustituyó, otra vez, a Morata en el minuto 84 y cuatro después, colocado en el área, estuvo atento al disparo de Rodri, que rebotó en Darmian y desvió Toloi para recoger el balón con una frialdad soberbia y remachar a la red. Y España finalista.
Antes había marcado de entrada Yeremi gracias al error garrafal de Bonucci y había igualado de penalti Immobile por la mano, clarísima, de Le Normand. Igualados en el marcador, con fortuna, el árbitro, el VAR, anuló por un fuera de juego justísimo un gol de Frattesi aún en la primera mitad. Del toma y daca de la primera media hora, con errores de unos y de otros pero una entrega sin límite, se pasó poco a poco a dar el control del juego a España, algo que a los italianos no pareció preocuparles.
La segunda mitad fue roja. Sin excesos pero sin disimulo tampoco. Donnarumma evitó el gol de Morata prinero y respondió después Unai Simón ante Frattesi en la única ocasión franca de una Azzurra que lo fiaba ya todo a una posible contra, a llegar a la prórroga o a sorprender en algún momento. Pero España no acusó la falta de veteranía que apenas le daban en el once la presencia de Jesús Navas (el futbolista ya más longevo de la historia de la selección superando al mítico Ramallets) en una banda y Jordi Alba, capitán, en la otra.
Morata intentaba darle ese toque arriba pero sin suerte en el remate, a pesar del buen hacer del centro del campo donde al liderazgo de Rodri acompañó el trabajo de Merino y la labor incansable de Gavi, mientras Yeremi, autor del 1-0, seguía descargando el juego a las bandas.
Insistió la Roja... Hasta que la entrada en acción del talismán Joselu lo cambió todo. Marcó, para no perder la costumbre, y España volverá a una final. Su segunda en la Liga de las Naciones y con la oportunidad de volver a levantar un trofeo oficial que se le resiste desde la Eurocopa de 2012.