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Gerardo Martino revela el pacto de sangre, el ultimátum a sus jugadores

GIRONA — Antes de la concentración en Girona, Gerardo Martino hizo un pacto de sangre con algunos de los citados a la encerrona. Una prueba de fuego.

Lo explicó este miércoles por primera vez. “Los futbolistas sabían en qué condiciones venían”, dijo. Era necesario pedirle que elaborara sobre esa frase. Lo hizo.

A algunos de los jugadores que cruzaban el Niágara en bicicleta, diría Juan Luis Guerra, en busca de llegar al Mundial, les leyó la cartilla, como se dice en México. Los puntos sobre las íes.

Les explicó a esos futbolistas que se tambaleaban en la barra de equilibrio, sus probabilidades reales de ir a Qatar 2022. Según el caso, Martino les puntualizaba que “no estás en la lista de 26 y tienes un 5 por ciento o un 10 por ciento de posibilidades (de ir a la Copa del Mundo)”.

Y los involucrados aceptaron el reto. Los nombres se los guarda Martino, así como los jugadores han guardado hasta el momento las especificaciones puntuales de esa charla con el técnico del Tri. “Que no lo sepan (los medios), habla bien de ellos”.

“Aceptaron venir y eso se valora”, ponderando El Tata que hayan aceptado el reto de crecer entre esas exiguas, raquíticas posibilidades de meterse a la Copa del Mundo.

¿Qué buscaba Martino? Simple: compromiso. Que respondieran plenamente al desafío y devoción por jugar en una selección nacional y en una Copa del Mundo. Así como no da nombres ni números, sí deja entrever que algunos han elevado dramáticamente sus posibilidades.

Una forma ingeniosa y drástica de saber hasta dónde esos jugadores, casi segregados, eran capaces de izar sus banderas. Hoy ya lo sabe. Y si bien no cita nombres, por sus recientes discursos ha dado a entender que Alexis Vega y Roberto Alvarado son dos de ellos.

Ciertamente, es una forma dramática de generar un estímulo en el futbolista. Es delegar responsabilidades. Algo así como que “el que vayas al Mundial ya no está en mis manos sino en las tuyas”. Una saludable extorsión. Un generoso chantaje.

Por eso aclara que este sermón, este ultimátum, le ha revelado algunas dimensiones del espíritu del jugador. Por eso subraya que se valora la asistencia a esa cita a ciegas con el reto de buscar un sitio en la Copa del Mundo.

¿Cuánto va a impactar este recurso al momento clave, determinante del futbolista, ya en la Copa del Mundo? Eso no lo pueden saber ni el técnico ni los jugadores. Lo definirá el momento mismo ante Polonia, Argentina y Arabia Saudita.

De esa manera, el encuentro ante Irak con el voluminoso 4-0, parece enriquecerle más a Martino los aspectos personales y mentales del plantel con que cuenta, que poder ponderar cualquier avance futbolístico, como, por ejemplo, elogiar a un Héctor Herrera, que en esa posición que desempeñó, no puede ser mejor que el nivel de Edson Álvarez.

Ahora, quienes no pudieron sumarse a esa convocatoria y a ese pacto de sangre, ese ultimátum, ¿están en desventaja? ¿Eso coloca en riesgo a Erick Gutiérrez, Diego Láinez y Santi Giménez, quienes debiendo mantenerse en sus clubes, no pudieron acudir a ese examen de esfuerzo espiritual para incrementar ese 5 por ciento o 10 por ciento?

Porque, es evidente, este ensayo del Tata Martino es un juego mental, no necesariamente una valoración netamente futbolística.

Pero, como él lo explica, “los futbolistas sabían en qué condiciones venían”. Lo cual, sin embargo, dejará en entredicho el término justicia al conocer la lista final de 26 jugadores.