Brindarse, para brindar, levantar las copas, engrosar las vitrinas, pero sin nada que envidiar. Emiliano Bosso respeta su pasado y no lo atañe lo frustrado, lo usa para encarar el proseguir…. porque sabe bien: lo mejor está por venir.
Emiliano respira hockey, lo vive de manera pasional, tanto de entrenador como jugador, por lo que es difícil separar internamente los roles: “No te voy a mentir, es complejo sacarse alguno de los dos chips, generalmente conviven y coinciden. Va muy de la mano en la forma en la que es uno, y mi forma es siempre tratar de estar al 100 y entregar el 100, entonces no puedo separarlo, para mí va en simultáneo, me toca acá (la UBA) y ya estoy pensando en mi partido de mañana con GEBA, y mañana estoy pensando en el lunes que vuelvo a entrenar acá. Tengo además este año la sexta de caballeros de Gimnasia, que me suma en la parte deportiva, entrenar a futuros compañeros de una Primera el día de mañana, doy entrenamientos a arqueras también, entonces como que toda mi vida está muy ligada al hockey”, comenzó narrando el nacido en hockisticamente en Universidad Nacional de Cuyo.
Bosso fue el arquero titular de Mendoza en el último Argentino de Selecciones, en su provincia natal, donde se coronaron campeones y fue significativo para él todo el contexto: “Sí, la primera felicidad la tuve cuando me enteré que el torneo mayor iba a ser en Mendoza, la segunda fue cuando el entrenador decidió que forme parte del equipo, hubo un tiempo que no citaban a jugadores que jugaban afuera, en mi caso, agradezco porque del proceso hice poco y nada, fui a entrenar tres veces, en Mendoza se entrena mucho para el torneo argentino, casi tres, cuatro meses antes, con dos, tres, cuatro veces por semana a veces, se vive muy intenso y se busca ser competitivos. Hoy en día tenemos la suerte de estar en una realidad muy importante, porque de los últimos cinco torneos ganamos tres, y en la historia tenemos cuatro, entonces es un presente muy muy lindo, que la verdad emociona, es una historia reciente que viene creciendo mucho y da felicidad por todo el trabajo que se hace”, confesó Emi.
El gremio del arquero suele ser el más menospreciado en el hockey, pero Bosso encontró en la perseverancia el disfrute: “La parte de arqueros es una competencia muy individual, donde entrenamos por un solo puesto, pero tiene que haber mucha compañía y enseñanza para poder llevarlo adelante, sino caemos muy rápido en la frustración de que juegue el otro y no juego yo, y no sirve, dejamos de crecer. Nos acostumbramos a que, a veces, no nos toca jugar los 60 minutos, y a quizás estás, -me pasó mucho en el seleccionado-, años y años esperando para jugar partidos, y de la nada estuviste siete años, jugaste diez, 12 y cualquiera viene y te dice: ‘es poco’, y por ahí jugar un partido ya es un montón, entrar en una tanda de penales, que me ha tocado también, es un montón y es disfrutar de lo poco que te toque, porque es un puesto re difícil, juega uno… y quizás te toca ser el segundo, pero sos el segundo mejor arquero de Argentina y te toca ayudar al primero para que él pueda desarrollarse y mejorar, para que vos puedas mejorar y que el que esté atrás también, en algún momento ser el dos o el uno”.
Si bien su mundo gira alrededor del palo y la bocha, Emiliano vive un mundo fuera de ellos que le permite ser refugio del universe del hockey: “Yo trabajo en mi profesión, soy cortador público, y lo hago en una oficina normal, hago mis ocho horas, de ahí salgo, voy a los clubes, y cuando llego a casa, muchas veces sin energía, directamente a descansar, otras veces a compartir con mi pareja que también juega al hockey, que también se charla de hockey, o llamo a mi hermano que también juega al hockey, o a mi mamá que también juega al hockey, entonces rara vez salís”.
Además, profundizo en cómo lograr mantener vivo el espíritu del disfrute en el espiral que significa el deporte en sus días: “Durante el año me exijo, vivo y disfruto, y después en el verano descanso, cuando hay pretemporada, en la pretemporada invisible, que los clubes no están activos, pensás un poquito en hockey, pero un poquito en otra cosa, te juntás con tus amigos, pero la verdad que en el día a día si estás al 100 te queda poco tiempo libre, está todo el día completo de hockey. Es divertido porque es una disciplinar hermosa que siempre te deja algo para sacar, y yo me la paso viendo, tablas, actualizaciones, listas, todo, ver cómo juega, quién con quién, qué chances tiene de conseguir algo que esté buscando, los de abajo con quién juegan, a dónde van, los de arriba con quién se miden”, aseguró el arquero.
“Todo arranca por casa”, suelen anunciar, pero el ejemplo que tomamos no solo lo absorbido sino -sobre todo- como luego se lo lleva a cabo: “En mi familia me enseñaron que hay que intentar ser lo más educado posible, muchas veces me ha pasado de llegar a un lugar y decir: ‘hola, ¿cómo están?’, en un plantel que por ahí no tenés cercanía y con esos pequeños detalles podes lograr más vínculo. A mí me encanta el diálogo, entre pares, entre superiores, entre inferiores, lo que sea, saber qué piensa el otro, entender cómo yo le puedo ayudar desde el rol que me toca, o sea, hoy, no sé, acá como entrenador, cómo puedo ayudar a una jugadora que mejore, y a mí me gusta que vengan a jugar y me digan, ‘che Emi, siento que me falta esto, ¿cómo podemos hacer?’, y yo me encargo de hacerlo. Me gusta rodearme del trato, me parece que es importante, te hace crecer”, aseveró el guardameta.
Más allá de la pasión desmesurada que le pone a sus propósitos, el hecho de estar contento con lo que hace logró que Emiliano encuentre el plus en cada uno de sus días para colaborar con el resto: “Disfrutar de lo que vivo en el presente, porque si no disfruto de lo que hago, no puedo vivir, no hay nada más lindo que llegar a tu casa y sentir que venís de hacer algo que te gusta, y yo vengo acá y a las chicas yo les digo, esto es un trabajo, sí, porque afortunadamente el hockey hoy puede transmitir algo de dinero a cambio de esto, pero en realidad es algo que a mí me encanta, si yo tuviese que venir a hacerlo gratis, lo haría, de la misma manera que lo hago ahora, porque me gusta, la paso bien, llegás, entablas conversación con 30, 35 jugadoras, de la nada te toca sumar alguna de las divisiones inferiores a entrenar, le tenés que enseñar, tratar de acompañar a ese proceso formativo de un club es muy lindo, me pasó acá, me pasó en Banco Hipotecario cuando trabajé también en el periodo anterior, y enseñar lo que deba, a veces sale bien, a veces no, pero lo intento".
Antes de culminar la charla, Emi se tomó un instante para repasar su camino y la ayuda que ha tenido en su destino, para catapultarlo a convertirse en la persona que demuestra ser: "Bueno, si puedo aprovechar para agradecer, voy a arrancar por mi familia que son quienes me criaron, Universidad Nacional de Cuyo, mi club de Mendoza, que es donde me formé, donde jugué hasta venirme a jugar a Buenos Aires, los clubes donde trabajo hoy en día, GEBA, acá en la UBA, Liceo, con las arqueras en el SIC, a los chicos del seleccionado de Mendoza que me hicieron salir campeones, a las chicas que nos hicieron salir campeones, ascender, a mi novia que es quien vive conmigo en Buenos Aires, que me banca también todos los días mientras que no estoy, o le hablo de hockey, y bueno, a cada persona que siempre se preocupa por uno y trata de hacerlo sentir bien, son a donde tenemos que apuntar, a que cada día el de al lado esté mejor”, sentenció Bosso.