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Por algo se empieza

Getty Images

SAN JUAN (Enviado especial) -- La idea está. Hay un estilo, una intención. La búsqueda de una identidad que parecía perdida.

Prescindir del análisis o relativizar todo por tratarse de un partido amistoso ante una selección inferior, no es lo más conveniente. Lo que hay que hacer en todo caso es no magnificar a un equipo o a una conducción por el 4-1 de Argentina a Venezuela, en San Juan. Evitar las opiniones tajantes. Comprender que también se pueden sacar conclusiones.

Será imposible igualar al Barcelona. Pero vale como espejo. En el debut de la selección local que conformó Batista, a Javier García y Agustín Marchesín, uno en cada tiempo, le llegaron mucho más que a Víctor Valdés, espectador de lujo en los partidos de su equipo. El arquero de Boca no brindó seguridad. Quedó corto en dos centros en los que salió a buscar la pelota y se lo notó dubitativo. Tiene personalidad pero sufre la misma irregularidad que en Boca. Para Marchesín, hoy suplente en Lanús, es el inicio de algo más grande. Formará parte de la gira por EE. UU. y Costa Rica por la posible ausencia de Sergio Romero.

Sin la prestancia de Puyol o Piqué, Maidana y López no pasaron sobresaltos. Los laterales no tuvieron los desbordes de Dani Alves o Maxwell, pero tampoco sufrieron demasiado por sus bandas. Salvo en la jugada del gol de Venezuela. Peña llegó al fondo por derecha y mandó el centro rasante que aprovechó Arismendi. Desacostumbrado a la marca, Ariel Rojas fue desbordado dos veces. En un aviso, tras un centro que Pillud llegó a rechazar cerca de la línea y en el tanto del 1-1 parcial. En ataque, el mediocampista de Godoy Cruz casi clava un golazo de volea.

El amistoso le deparó malas noticias al Tomba y su técnico Da Silva. Rojas le dejó su lugar a Monzón a los 33 minutos con todos los síntomas de un desgarro. El que se fue a dormir un poco más tranquilo fue Falcioni. Mouche, en dos oportunidades, y Chávez se anotaron en la red. En 90 minutos hicieron más goles que Boca en cinco fechas del Clausura (2).

Yacob no será Busquets pero las dio todas redondas. El primer capitán del Estadio San Juan repitió el nivel que viene mostrando en Racing, ya recuperado de su lesión. Valeri no estuvo a la altura de Xavi o Iniesta, pero fue clave en la generación de fútbol. El jugador de Lanús le bajó de cabeza la pelota a Chávez para que abriera el marcador. Justamente Pochi fue uno de los mejores de la cancha, mostrando fútbol y actitud, uno de los ítems que quería evaluar Batista.

El tridente ofensivo no se entendió como Pedro, Messi y Villa, pero igual hizo de las suyas. Moralez, picante por izquierda con su gambeta corta. Defederico, en un rol de asistidor, partícipe fundamental en los dos primeros. Y Mouche, goleador. Mandó a la red las chances que se le niegan con la azul y oro.

Los seis cambios por lado desvirtuaron un poco el amistoso. El que aprovechó su salida del banco fue Luciano Aued, con un remate bárbaro desde afuera, su marca registrada, para el 4-1 final. A esa altura, el trámite ya estaba liquidado. Los hinchas empezaban a irse, para evitarse la congestión de la Ruta 40, y los centenares de chicos que tuvieron la chance de presenciar el partido atrás de los carteles de publicidades jugaban entre ellos, de espalda a los arcos.

"Se animaron a jugar al fútbol y se llegó al gol teniendo control de pelota", destacó el Checho en conferencia. Virtudes que exhibe partido a partido el conjunto de Guardiola.

Más allá del holgado triunfo, la noche sanjuanina regaló una atractiva e impactante ceremonia de apertura del Estadio del Bicentenario, que contó con más de las 25.000 personas de su capacidad. En gran parte del partido, los plateístas cantaron más para que les habiliten otro sector, que por la Selección.

San Juan escribió el primer capítulo camino a la Copa América, de la que será sede de Uruguay-Perú, Chile-México y un duelo de cuartos. El conjunto albiceleste del medio local también dio un paso rumbo al certamen que comenzará el 1º de julio, con jugadores que, según el técnico,"entendieron el mensaje". Y más de uno sueña con ganarse un lugar.

Se trató bien la pelota y más allá de algunas imprecisiones, se buscó ser protagonista. Se goleó a un rival más débil, es cierto, pero hay que generar la costumbre de ganar. Golear en un partido así se desmerece, pero perderlo causaría un caos nacional. La Selección quizás nunca se convierta en el Barcelona. Pero por algo se empieza.