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Mi padre, el garrochista

NUEVA YORK -- Cuando uno es el "hijo de", sabe que le preguntarán toda su vida por su padre o madre famoso. Algunos pueden tolerarlo, recurren a las mismas respuestas y anécdotas cada vez que surge el asunto; a otros realmente les molesta y piden cambiar de asunto de conversación.

Sergei Bubka es del primer grupo: sabe que los cinco periodistas que llegamos a la sala de conferencias Nº 3 de Flushing Meadows, estamos en gran parte porque tiene un padre garrochista, que fue el mejor atleta soviético hasta la caída del Muro de Berlín (1991), seis veces campeón mundial en salto con garrocha, actual dueño del récord mundial al aire libre (6.14 metros) y bajo techo (6.15). Para colmo, le dio el mismo nombre.

"Estoy acostumbrado y me gusta mi nombre, no habría querido que me pusiera otro", dice Bubka, de 24 años, quien a los 15 se dio cuenta finalmente de la estatura deportiva que tenía su padre. Fue en el Abierto de Australia: le tocó debutar en juniors y perdió en primera ronda. Pese a la caída, padre e hijo ofrecieron una rueda de prensa conjunta en la sala de conferencias principal, ante decenas de periodistas.

Su ranking por ahora es 207, el cual mejorará luego del US Open. El ucraniano logró salir victorioso en su primer partido de Grand Slam -nunca había pasado una clasificación-, al derrotar al austríaco Andreas Haider Maurer (73º). Luego, Jo-Wilfried Tsonga (11º) expuso la diferencia de categoría y lo eliminó en segundo turno, en sets corridos.

Bubka supo aparecer como Bubka Jr. en el ranking, pero ya no es el "hijo de", ahora es el apellido a secas. En una cancha secundaria, muestra un drive interesante, revés a dos manos prolijo y lo que lo diferencia, lo que le da esperanzas para crecer, es el servicio: hizo 25 aces en primera ronda. "Las canchas son cada vez más lentas, así que estoy tratando de progresar en el juego de fondo", apunta.

Sergei dejó Ucrania a los siete años, cuando sus padres decidieron mudarse a Montecarlo. "Allí es todo muy tranquilo. Novak Djokovic puede caminar por las calles sin que nadie lo moleste. He practicado algunas veces con él, lo conozco desde los 13 años, cuando jugábamos torneos menos importantes". En esa época, Bubka quería ser como Sampras, como Agassi y también Andrei Medvedev, el último gran tenista de su país, finalista de Roland Garros 1999. "Más tarde fui admirador de Safin, por su tenis y personalidad".

Bubka padre, dice el hijo, siempre aprobó la decisión de no prolongar el legado garrochista. "Si hubiera seguido con esa especialidad, sería comparado con él directamente, y habría sido muy difícil para mí desde pequeño".

El mensaje que repite Bubka padre como experiente en el deporte de alto nivel es que "si te puedes ganar a vos mismo, puedes vencer a cualquiera, porque a veces uno pelea contra sus propios fantasmas, es difícil levantarse a la mañana e ir a trabajar, pero hay que saber convencerse de que es necesario y tratar de hacer lo mejor siempre".

"Mi objetivo no es ser exitoso como él. Ahora estoy acostumbrado a las comparaciones, pero otras veces sólo quería estar solo, alejado del mundo porque todas las semanas me preguntaban si era el hijo del famoso garrochista. Espero seguir mejorando para ser Sergi Bubka el tenista y no el hijo del famoso garrochista", afirma.

A veces, padre e hijo juegan al tenis, pero la agenda del primero, hoy vicepresidente de la Federación Internacional de Atletismo, no lo permite. "Le gusta el tenis, aunque no tiene el tiempo que le gustaría para dedicarle. No le dejo ganar, pero solamente peloteamos, no tiene sentido iniciar un partido", dice el hijo. Bubka senior no vino a Nueva York. "El está feliz con que haya mejorado y roto la barrera que significaba para mí ganar un partido de Grand Slam".

De hecho, Sergei pudo haber tenido su propio récord mundial: en la clasificación de Montreal, realizó un servicio a 252 km/h. "Sí, pero lamentablemente fue malo por muy poco", aclara. La plusmarca es de 251, propiedad del croata Ivo Karlovic.

"Quiero subir en el ranking, ser top 100 como primer objetivo. Ojalá lo logre pronto, y si lo hago, intentaré plantearme nuevas metas", afirma Bubka. Hace un mes, llegó a su primera final importante, en el challenger de Astana, Kazajstán. Para ello, venció al israelí Dudi Sela y al local Andrey Golubev. "Fue la primera vez que podía derrotar a jugadores buenos con cierta regularidad".

Bubka sufre, aún hoy, las consecuencias de un accidente sufrido en julio de 2010 en el torneo de Granby, Canadá. Iba sentado en la parte de atrás del auto oficial que lo llevaba al aeropuerto, cuando chocaron con un camión. "Me di la cabeza contra el asiento de adelante y tuve 14 puntos de sutura. Quedó una cicatriz en la frente y una lesión en el cuello. Aún tengo un hematoma que no se fue y causa dolores de cabeza, mareo…", relata. Esta temporada venía bien, pero por ejemplo en junio debió parar de jugar diez días porque sentía que se caía.

"Había perdido 7-6 en el tercero cuando ocurrió aquel accidente. Si hubiera ganado, quizá sería otra la historia. Así es la vida".