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Belle Époque: San Juan 1979

VIII JUEGOS PANAMERICANOS
San Juan 1979

• Fecha: 1-15 de julio de 1979

• Atletas participantes: 3,700.

• Países representados: 34.

• Deportes en competencia: 22

A pocos años de celebrar los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1966, Puerto Rico ganó la sede de los VIII Juegos Panamericanos por única ocasión en su historia deportiva a comienzos de la década de 1970.

Entusiasmados por el éxito deportivo de la justa regional y en plena planificación de celebrar el Torneo Mundial de Básquetbol en 1974, un grupo de deportistas, con el apoyo del gobierno y la empresa privada, crearon el Comité Organizador de los Juegos Panamericanos (COPAN) y solicitaron la sede a la Organización Deportiva Panamericana en 1973.

Tras el retiro de Bolivia, único otro país en seria competencia con la menor de las Antillas Mayores, la ODEPA otorgó la sede a la ciudad capital y comenzó el proceso de organizar los Juegos bajo el liderato de Germán Rieckehoff Sampayo, quien presidió COPAN en sus inicios. Al cierre de la séptima edición de los Juegos en México, la sede protocolar fue otorgada y comenzó la increíble tarea de organizar la justa deportiva, la primera parada en una isla del Caribe.

Denominado el "Compromiso de Todos", a manera de unificar voluntades entre los más de 3 millones de habitantes de la isla, la organización de los Juegos no fue tarea fácil.

La situación política de Puerto Rico, debido a su relación única de Estado Libre Asociado con Estados Unidos, complicó la organización del evento junto a las obligaciones económicas que eso conlleva. Puerto Rico es parte de los Estados Unidos, pero cuenta con soberanía deportiva que permite a los deportistas de la isla representar al país.

La victoria de Carlos Romero Barceló como gobernador de Puerto Rico en 1976 complicó el panorama.

Romero Barceló, quien como alcalde de la ciudad sede recibió la bandera Panamericana en 1975, propulsaba la anexión total de Puerto Rico a Estados Unidos y creó tensiones con Rieckehoff Sampayo, quien renunció a COPAN y pasó a dirigir el Comité Olímpico.

Cuando el horizonte se vio más tranquilo, surgió la controversia de los himnos y las banderas. Romero Barceló insistía que en la apertura de los Juegos se tenía que entonar los himnos de Estados Unidos y Puerto Rico así como el izamiento de ambos estandartes. Finalmente se llegó a un compromiso de izar ambas banderas en una ceremonia de Estado y posteriormente la de Puerto Rico como país soberano deportivamente hablando.

En la apertura de los Juegos, Romero Barceló fue chiflado por cerca de 38,000 asistentes al estadio Hiram Bithorn, que fue la sede del pebetero panamericano.

Estas controversias no empañaron una impecable organización en donde se involucraron miles de puertorriqueños como voluntarios, desde estudiantes de escuela pública que fueron parte de la colorida ceremonia inaugural, así como profesionales de diferentes áreas del país que colaboraron en transportación, vivienda, organización y otras áreas.

En el aspecto deportivo, los VIII Juegos Panamericanos brillaron a través de todo el hemisferio.

Leyendas cubanas como el doble campeón olímpico Alberto Juantorena (quien no ganó oro en San Juan) y Silvio Leonard, así como las estadounidenses Reinaldo Nehemiah, Mac Wilkins, Evelyn Ashford, y Mary Decker, el brasileño Joao Pablo De Oliveira y los marchistas mexicano Rodolfo Gómez y Daniel Bautista acapararon el medallero en el atletismo. Un juvenil Carl Lewis cargó con bronce en los 100 metros lisos de estos Juegos para posteriormente convertirse en legendaria figura olímpica.

Las estadounidenses Cynthia Woodhead y Tracy Caulkins fueron las reinas en la natación, apoyados por el clavadista Greg Louganis y el puertorriqueño Jesús Vasallo, quien compitió por Estados Unidos. De hecho, Vasallo fue eje de controversia como resultado de la situación política. Finalmente se robó el corazón de los puertorriqueños cuando al recibir su medalla de los 200 metros combinado individual, en donde estableció marca mundial, ondeó una bandera puertorriqueña mientras se entonaba el Star Spangled Banner.

Aunque Cuba y Estados Unidos dominaron el boxeo panamericano, la figura central fue el cubano Teófilo Stevenson, que ganó oro en los pesados en una época en donde ya era legendario a nivel mundial. Un joven peso pluma de nombre Bernard Taylor también cargó con el metal dorado en San Juan.

Cuba dominó el voleibol, el béisbol y el polo acuático, mientras que Estados Unidos reinó en el básquetbol masculino, polo acuático y sóftbol femenino. México y Brasil dominaron el fútbol.

Estados Unidos encabezó el medallero con 266 medallas (126 de oro, 95 de plata y 45 de bronce), seguido de Cuba con 145 preseas (64, 47 y 34) y Canadá tercero con 24 de oro, 43 de plata y 71 de bronce para 138 medallas.

El país sede Puerto Rico conquistó 21: dos de oro, nueve de plata y 10 de bronce.

El legado más grande de esta gesta deportiva fue la organización, la cual sirvió de modelo para otros países del hemisferio en el desarrollo de eventos deportivos de este tipo. Además, la película "A Step Away" fue uno de los principales recuerdos del evento, recopilando cómo deportistas equipos quedaron a un paso del sueño dorado. Un año más tarde, el presidente Jimmy Carter ordenó un boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú por la invasión soviética a Afganistán y varios héroes de San Juan vieron tronchado su sueño olímpico.

Hiram Martínez contribuyó con esta nota.