Veinte años más tarde, todavía poderamos lo que pudo haber sido.
Cuando Reggie Lewis colapsó y falleció el 27 de julio de 1993, a los 27 años de edad, todavía era un esposo, un padre, un líder de la comunidad, un Todos Estrellas de la NBA y capitán de los Celtics.
Su muerte chocante provocó espasmos sin precedentes de dolor alrededor de Boston, donde dejó una huella indeleble en los niños de zonas marginales que aconsejaba, niños los cuales tenían sueños no muy diferentes a los suyos.
Sus destrezas considerables se combinaban por una determinación silenciosa y paciente que le servía para bien.
Reggie no tuvo otra opción que aprender a esperar por la grandeza.
El nativo de Baltimore fue recortado de su equipo de la escuela secundaria pública, rescatado por el reconocido dirigente de Dunbar Bob Wade, pero luego se le pidió que fuera el sexto hombre del equipo de la secundaria.
Inicialmente no fue reclutado por muchos de los programas de la Division 1, excepto por el obstinado dirigente de Northeastern Jim Calhoun, quien vio algo especial en el esbelto jugador alero. Luego de superar el récord de anotaciones de Northeastern, fue la vigésimo segunda selección del draft por los Boston Celtics pero solo jugó 8.3 minutos por juego en su temporada como novato en el 1987-88.
A mediados de su primera temporada en la NBA, le pregunté que cómo le iba.
"Estoy bien", contestó, en su dulce, pronunciación lenta de Baltimore. "Solo esperando a mi turno".
Para la fecha de su muerte, era uno de seis jugadores que, desde 1988-93, había alcanzado por lo menos 7,500 puntos, 1,500 rebotes, 1,000 asistencias y 500 robos. Los otros cinco - Charles Barkley, Clyde Drexler, Michael Jordan, Karl Malone y Chris Mullin - son todos miembros del Salón de la Fama.
Tuve el privilegio de ver a Reggie alcanzar grandes logros en la cancha de baloncesto. Está el juego del torneo de la NCAA del 1984 ante VCU, en donde apenas estaba casi imparable. Reggie se fue de 17-15 de campo y estuvo a segundos de alcanzar la meta de los Dulces 16 antes de que Rolando Lamb destruyera los sueños de Northeastern con un canasto girado desde los 17 pies de distancia luego de un pase de entrada a medida que el tiempo se terminaba. (En un giro irónico, el hijo de Rolando, Jeremy Lamb, jugaría más tarde para Calhoun en UConn).
Reggie jugó en las sombras de Larry Bird, Robert Parish y Kevin McHale en sus primeros años con los Celtics, pero para su quinta temporada de la NBA, era un jugador dominante, cargando a Boston en las Semifinales de la Conferencia del Este del 1992 ante Cleveland.
En el Juego 3, con Bird incapaz de jugar debido a problemas de la espalda, torturó a los Cavs con 36 puntos y siete asistencias. En el Juego 4, superó esa marca con 42 puntos, seis asistencias y cinco robos. Estaba evolucionando en una superestrella ante nuestros ojos.
"Cuando Reggie entró por primera vez a la liga", Bird me dijo, "él realmente no sabía cómo jugar el juego. Solo tiraba al canasto. Eso era todo.
"Pero era trabajador. Pasó mucho tiempo mejorando su juego. Le encantaba. Lo podías notar siempre".
En el último partido de su vida, en los playoffs de 1993 ante los Charlotte Hornets y su amigo de la infancia Muggsy Bogues, Lewis estuvo eléctrico en los primeros minutos. Cortaba al canasto, quitaba rebotes ofensivos y tomaba el partido por la garganta.
Pero a medida que corría por el lado izquierdo del tabloncillo, sin explicación alguna se tropezó, luego cayó.
No había nadie cerca de él.
Lewis se sentó, aturdido, en la cancha. Se echó hacía adelante para estirar sus piernas. Cuando por fin se levantó, se dirigió al banquillo, se veía perplejo y asustado.
Trató de regresar a la acción esa noche, pero el equipo médico de los Celtics lo sacó de nuevo cuando se sintió mareado y corto de aliento. Se fue luego de haber anotado 17 puntos en 13 minutos.
"Estaba de camino a ser uno de los mejores escoltas en la liga", dijo Brian Shaw, su amigo y ex compañero de equipo.
Para presentar más evidencia de lo que pudo haber sido, deben de ver no más allá del 31 de marzo de 1991, cuando Reggie Lewis hizo algo que nunca pensé que podría ser posible: Completamente despistó al gran Michael Jordan.
Lewis bloqueó cuatro veces a Jordan en ese juego y lo acosó hasta hacerlo tener un rendimiento de tiros de 36-12. En una noche cuando Bird estaba teniendo sus propios problemas de anotaciones (falló 21 de sus 36 intentos). Lewis anotó 25 y utilizó su primer paso letal para mantener a la defensiva de Chicago aturdida. ¿Iba a la izquierda o a la derecha? ¿Te sacudiría y atacaría el canasto con ese primer paso explosivo, o se alzaría de repente luego de un dribleo devastador y lanzaría su patentado tiro de mantis religiosa?
"Reggie era difícil de parar", dijo Bird. "Te mantenía fuera de balance todo el tiempo. Había pocos tipos en la liga que odiaba defender porque nunca sabías lo que estaban pensando. Estoy alegre de que Reggie fue mi compañero de equipo, porque él era uno de esos".
El 31 de marzo de 1991, los Bulls entraron al Boston Garden con un récord de 53-17 (luego continuarían a ganar 61 partidos). Jordan se encontraba cerca de ganar su quinto título de anotaciones consecutivos y su primer campeonato de la NBA.
MJ era el mejor jugador en el deporte, el perfecto palo medidor para cualquier jugador joven que quiera establecer credibilidad.
Con todo y eso, dijo Shaw, Lewis no se encontraba asombrado ni intimidado al competir contra MJ.
"Cuando llegamos a la cancha, Reggie lo trataba como a cualquier otro", dijo Shaw.
Llamé a Jordan más temprano esta semana para ver si tenía algun recuerdo de Lewis bloqueándolo cuatro veces.
"Oh, lo recuerdo muy bien", se rió Jordan. Me tenía medido esa noche en particular".
Lewis, como muchos jugadores jóvenes de su generación, admiraba a Jordan y esperaba poder imitar su compromiso feroz al juego de dos vías. Reggie y Shaw hablaron por horas acerca de los que necesitaban hacer para introducirse en la discusión de los grandes jugadores del deporte. La defensa, ellos entendían, era una parte esencial de esa conversación.
Los Celtics habían creado un afiche de mercadeo declarando el "Cambio de los armadores", estelarizando a Lewis y a Shaw elevados sobre el parqué, con carteles de campeonatos al fondo.
"Era claro que las expectativas de Reggie estaban muy altas para esos tiempos", dijo Jordan. "Había mucha presión sobre él, pero no parecía perturbarlo en nada".
En ese partido del 31 de marzo, a medida que Jordan se alzaba para su patentado tiro suspendido -uno de los más temidos en el baloncesto- Lewis esperaba pacientemente para que MJ se lanzara, entonces estiró sus brazos y midió con tal de que pudiera tapar la bola a medida que Jordan la soltaba.
El tapón sorprendió a Jordan, quien con su elevación de fuera de este mundo usualmente negaba cualquier posibilidad de un tiro rechazado.
Muchos jugadores no eran lo suficientemente atléticos para literalmente "suspenderse" con Jordan. Lewis era una de las excepciones.
"Era un emparejamiento difícil", dijo Jordan. "Tenía esos brazos largos que verdaderamente me molestaban.
"Trataba de ser agresivo con él. Trataba de tomar ventaja de su comportamiento pasivo, pero no se rendía. Nunca renunciaba a su propia agresividad.
"Me sorprendió un poco".
Como a menudo solía hacer con jugadores jóvenes, Jordan trató de involucrarse verbalmente con Lewis, pero Lewis no participaba. Solo sonreía meramente y hacía su movida al aro.
"Lo veía todo el tiempo", dijo Shaw. "Los jugadores trataban de intimidarlo, de hacerlo personal. Pero Reggie nunca decía una palabra. Era un asesino silencioso".
MJ descartó el bloque inicial de Reggie como una anomalía. Cuando sucedió de nuevo, esta vez en un tiro brincado, Jordan se puso irritado. En la próxima ocasión, se volvió preocupado. Y para la cuarta ocasión, en una carrera por la izquierda hacia el canasto, Jordan estaba molesto, y algo espantado.
"Su longitud me confundía", concedió Jordan. "Cada vez que pensaba que lo había vencido, se recuperaría y me hostigaría. Cuando tienes las destrezas de dominar a alguien en la defensa y de momento no puedes, te hace vacilante ofensivamente".
Aquí es donde hacemos una pausa por un momento para comprender la magnitude de lo que Jordan estaba diciendo. El anotador más dinámico en la historia de la NBA ahora está admitiendo dos décadas más tarde que se encontraba sorprendido por lo que Reggie Lewis le hizo, confundido por su longitud y que lo convirtió en vacilante ofensivamente.
¿Cuántos otros jugadores pueden alegar que hicieron hacer sentir a Michael Jordan de esa manera?
"Tenía éxito ante Jordan en otros juegos también", dijo Shaw. "Michael tendría 37 y Reggie 32, así que toda la habladuría sería acerca de MJ, pero Reggie estaba muy cerca".
Porque Lewis era muy subestimado fuera de la cancha, los oponentes pensaban que carecía de ese instinto asesino. A menudo se enteraban de forma diferente cuando les quitaba la bola o les tapaba la bola y la mandaba a las gradas.
Jordan comparaba a Lewis con el armador de Detroit Joe Dumars, quien, junto a Isiah Thomas, lideró a los Pistons a campeonatos consecutivos. Dumars se encontraba en una alineación que incluía a Bill Laimbeer, Dennis Rodman y John Salley, y sus personalidades agrandadas a menudo eclipsaban sus logros.
"Joe nunca hablaba basura", dijo Jordan. "Y Reggie era igual. Si comenzabas con alguno de esos tipos, solo te sonreían. Tenían esa confianza interna donde creían, 'Puedes decir lo que quieras, pero igual voy a jugar mi juego'".
A pesar de la ofensiva pobre de Jordan en esa batalla épica del 31 de marzo, los Bulls como quiera lideraban por tres en los últimos segundos. Ahí fue cuando Lewis bajó y encestó un canasto de tres puntos para empatarlo. Fue el primero y el único trío que trató esa noche.
No fue hasta el segundo tiempo extra que el maestro viejo, Bird, revivió y anotó nueve puntos para permitirle a los Celtics aguantar para una victoria de 135-132.
Jordan se retiró al vestuario de visitantes sacudiendo la cabeza. Ninguno de sus compañeros de atrevió a molestarlo acerca del chico delgado de Baltimore que le bloqueó cuatro tiros.
"No, nadie lo hizo", dijo Jordan. "Eso es porque entendían con quién me enfrentaba. Sabían que Reggie Lewis no era un flojo. Cuando alguien con su talento te hace eso, puedes vivir con eso".
Cuando se le preguntó si alguien alguna vez le habían bloqueado cuatro tiros en un partido, Jordan contestó, "Nadie me había hecho eso antes, y nadie lo ha hecho desde entonces".
Si Reggie Lewis hubiese vivido, ¿hubiera tenido batallas adicionales con Jordan para añadir a la colección de momentos culminantes? ¿Cuán mejor hubiese podido ser? ¿Qué clase de legado hubiese dejado en una ciudad que ya lo había aceptado como uno de los suyos?
Calhouln cree firmemente que Lewis pudiera haber sido un miembro del Salón de la Fama. Jordan dijo que Reggie hubiera sido un "perenne Todos Estrellas", y Shaw está convencido que hubiese podido ser uno de los mejores Celtas de todos los tiempos.
"Estaba de camino", notó Bird. "Era un fajón. Solo venía a jugar. Eso era todo".
Un año después de esa batalla épica con los Bulls, Reggie Lewis fue escogido para su primer Juego Todos Estrellas. Jordan, quien se mantenía curioso acerca de la estrella Celta, se aseguró de tener una conversación con él en los vestuarios. A pesar de que Lewis se encontraba predeciblemente callado, también se encontraba cómodo con su lugar en la alineación.
"Nos demostraba respeto a los tipos más viejos", dijo Jordan, "pero también sabía donde pertenecía".
En una tarde calurosa de julio en 1993, Reggie Lewis fue con un amigo a Brandeis University a tirar al canasto. Había recibido diagnósticos en conflicto acerca de su condición y fue aconsejado que no se ejercitara enérgicamente.
Hizo canastas por una hora. No sudaba profusamente o trabajaba tan fuerte, pero de repente se derribó al piso, corto de aire y luego se quedó inmóvil.
Fue declarado muerto dos horas más tarde, dejando a su familia, sus amigos, su ciudad, su equipo y a sus compañeros de la NBA completamente paralizados.
"Estaba en Chicago cuando recibí las noticias", dijo Jordan. "Era tan sorprendente, tan triste. Reggie estaba de camino a ser algo muy especial. Aquí estaba este tipo talentoso que nunca había hecho nada malo, que hacía tanto por la ciudad de Boston, y lo próximo que sabes es que, se ha ido".
Brian Shaw y Reggie Lewis planearon crecer juntos en la NBA. Compartían un agente, compraron casas al mismo tiempo, escogieron BMWs nuevos a solo días de diferencia.
Hasta fueron juntos a comprar pólizas de seguro de vida.
"Lo extraño", dijo Shaw. "Extraño la cercanía de tener un amigo que pasaba por las mismas cosas que yo.Solíamos hablar todo el tiempo acerca de cómo queríamos ser el dúo del momento, la zona de defensa de los Celtics a ser temida por mucho, mucho tiempo".
Luego del fallecimiento de Reggie, Shaw comenzó una donación del Día de Acción de Gracias en su ciudad natal de Oakland en memoria de su amigo, quien auspiciaba la misma fiesta de caridad en Boston.
Shaw se fue de los Celtics en el 1994. Luego pasó a ganar tres sortijas con Los Angeles Lakers. Jordan ganó seis con los Bulls.
Reggie Lewis nunca tuvo la oportunidad de mantener el paso. Murió muy joven, muy pronto, bajo circunstancias turbias que dejaron más preguntas que respuestas.
Veinte años después, Boston todavía siente el dolor y se pregunta lo que pudo haber sido.