Colombes. Un simple nombre con el que los uruguayos se sienten identificados. Colombes es tribuna, calle que desemboca en la Plaza de los Olímpicos, estrella en el escudo de la camiseta y vuelta olímpica.
Los habitantes de Colombes, un suburbio de la zona norte de París, no deben ni tener idea de lo que significa y todo lo que implica el nombre de su zona en Uruguay.
Los uruguayos inmortalizaron el lugar porque allí nació la vuelta olímpica, el significativo detalle que se mantiene vivo al paso del tiempo. Los Juegos Olímpicos se pegan una vuelta por el pasado y regresan a la zona 100 años después.
Colombes albergó los Juegos Olímpicos de 1924 en el estadio Yves-du-Manoir. En un principio, los franceses pretendieron sorprender al mundo y proyectaron el referido escenario para 100 mil espectadores, una desmesura para la época, pero problemas de presupuesto obligaron a moderar los planes, según se revela en el libro La crónica celeste de Luis Prats.
Fue entonces que se tomó la decisión de remodelar el estadio Yves-du-Manoir, que era un antiguo hipódromo, y se convirtió en un escenario para albergar más de 45 mil espectadores, distribuidos en dos tribunas laterales techadas y dos cabeceras para espectadores de pie.
Allí se compitió en fútbol, rugby y atletismo. Justamente en esta competencia se consagró el finlandés Paavo Nurmi, ganador de cuatro medallas de oro. En Colombes, también se realizaron las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos.
En su libro, Prats recordó que el estadio sirvió también de escenario para filmar las películas Carros de fuego y Escape a la victoria.
En oportunidad de la disputa del Mundial de Francia 1998, una delegación de directivos uruguayos aprovechó una visita para recrear la vuelta olímpica. El hecho sirvió para que la Conmebol descubriera una placa en homenaje a los campeones olímpicos de 1924.
Hoy, 100 años después, Colombes vuelve a ser sede de los Juegos Olímpicos y el histórico estadio albergará eventos de hockey sobre césped.