Quizá desde las dos grandes guerras del siglo XX, los JJ.OO. no vivieron tanta incertidumbre
Faltan 100 días para que se inauguren los Juegos de Tokio y el camino rumbo a la tierra del Sol Naciente está lleno de nubes. Obstáculos diarios que recorren los atletas que se aferran al sueño olímpico, a pesar de que viven en los tiempos del COVID-19.
Los testimonios son diferentes, pero también son los mismos: aeropuertos cerrados; viajes en avión que parecen no terminar; cuarentenas obligatorias; cancelaciones de competencias, abandonos federativos... El año más atípico que se recuerda ha llenado de incertidumbre a los deportistas que aspiran a competir en Tokio.
“Hace dos años estábamos impresionados por toda la tecnología que prometían estos Olímpicos: reconocimiento facial y muchas cosas más. Hoy no sabemos ni siquiera si vamos a poder caminar por la calle”, dice en entrevista para ESPN Jimena Saldaña, vicepresidenta del Comité Olímpico Internacional y segunda al mando de Panam Sports, la organización que rige el deporte en el continente.
Sus palabras tienen mucho de cierto. Desde que los Juegos se retrasaron un año, todo ha sido complicación. Los ejemplos llegan todos los días. Aquí sólo algunos…
Paola Espinosa, la histórica clavadista mexicana que busca sus quintos Olímpicos, se tuvo que encerrar sin su hija en el Centro de Alto Rendimiento de la Ciudad de México, un recinto deportivo que se habilitó como una burbuja para mantener la salud de los atletas.
La ausencia de Ivana ha golpeado los sentimientos de la campeona. El 29 de marzo escribió: “Llegó la hora de dormir. Mamá tiene que trabajar por ti y por nuestros sueños, pero a distancia te abrazo y te beso mi #Ivana… Con el corazón oprimido por estar entrenando lejos de mi hija, pero todo valdrá la pena”.
El sacrificio tenía un objetivo, pero dos días después, los deportistas recibieron otras noticias.
El 1 de abril, la Federación Internacional de Natación suspendió la Copa del Mundo de Clavados, que serviría para completar el equipo olímpico. Las redes sociales volvieron a sacar a la luz el sentir de los atletas. El clavadista Jahír Ocampo (también encerrado en la burbuja) mostró su ansiedad: “De nuevo pasa lo inesperado. Feliz porque estoy bien y entrenando en las mejores condiciones, pero poco triste por la cancelación (hasta nuevo aviso) de la Copa del Mundo. Si hay grandes expectativas y no se alcanzan por alguna razón, mayor es el golpe al corazón”.
La actualidad de confinamientos y restricciones golpea a todos los que tienen que buscar su clasificación en el extranjero. Aeropuertos cerrados, vuelos cancelados y rutas alternas para poder competir.
Marcos Madrid, el mejor representante que tiene México en el tenis de mesa, viajó desde Francia, hasta la ciudad de Rosario, en Argentina, para competir en el preolímpico de la especialidad. Pudo entrar al país sudamericano sólo por un permiso especial que consiguió para la competencia. En su cuenta de Twitter resumió su odisea: “Llegando a Buenos Aires después de 24 horas de viaje. Ahora a esperar mi siguiente vuelo”.
A la incertidumbre se suman también tempestades más cotidianas. Una de ellas, el interminable fuego cruzado federativo. El 1 de abril, Antonio Lozano, el presidente de la Federación de Atletismo, dio a conocer a sus afiliados un documento rumbo a la Copa Panamericana de Marcha en Guayaquil, Ecuador, a disputarse el 8 y 9 de mayo. Las líneas del documento dejan en el abandono la preparación de atletas que ya están clasificados a los Olímpicos. Dice:
“Todos y cada uno de los atletas se comprometen a cumplir todos los protocolos sanitarios (Covid 19) y cubrir sus gastos de hospedaje, alimentación y transportación interna y si el evento se suspende no será responsabilidad de esta Federación”.
El caso de los nadadores mexicanos es igual de grave o tal vez peor, pues ni siquiera han tenido presupuesto para viajar a las competencias clasificatorias. En otras palabras, están abandonados en medio del mar revuelto.
A pesar de todo eso, Jimena Saldaña espera que los Olímpicos sean un respiro: “Hoy nos preocupamos principalmente por los atletas. Evidentemente muchas competencias, muchos preolímpicos no se han llevado a cabo. Hay mucha gente que todavía tiene restricciones de viajes. Esto nos obliga a adaptarnos día a día con los sistemas de clasificación olímpica. Va a haber rankeados, va a haber otros que sí puedan tener sus competencias y atletas en desventaja que todavía no pueden realizar los viajes…”.
Continúa: “Pero hay esfuerzos muy importantes también a nivel federativo. Es decir, por primera vez en muchos años nos estamos llamando a diario para ver estos temas como van saliendo. Está la incertidumbre de los atletas, pero también la certeza de que estamos trabajando para que lleguen los mejores, como siempre se ha hecho”.
En medio de la oscuridad también hay noticias alentadoras. Hace unos días varios atletas recibieron la segunda dosis de la vacuna contra el nuevo coronavirus y se espera que, a pesar de las dificultades para clasificar, ésta sea una de las delegaciones con más representantes en la historia de México.
La historia que se escribe en la actualidad se leerá con letras muy grandes en los libros. Los días en que los cubrebocas ocultaron la sonrisa de los sueños, pero no la borraron. El mundo espera que en 100 días pueda verse la nueva la luz.