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Las Panteras tendrán que seguir creciendo para sacar pasaje a Los Ángeles 2028

El horizonte está en Los Ángeles 2028. En el deporte argentino suele costar demasiado eso de pensar a largo plazo. Eso de no tener la zanahoria delante para tratar de pegarle un tarascón. Sin embargo, el seleccionado femenino de vóleibol deberá trazar una parábola extensa, con la vista puesta en los siguientes Juegos Olímpicos.

Sacar boleto a París 2024 era por demás complicado en el Preolímpico: había que terminar arriba de Turquía, flamante N° 1 del mundo, y del eternamente poderoso Brasil, por ejemplo. Aunque en 2024 se entregarán las otras cinco plazas, de acuerdo a los cupos de las confederaciones continentales y al ranking mundial, Las Panteras solo pueden enfocarse en el futuro.

Ya se asomaron al segundo pelotón internacional y es necesario crecer en juego y en el ranking mundial para alimentar la posibilidad de sumar otra experiencia olímpica, como en Río 2016 y Tokio 2020. Las modificaciones en el sistema de clasificación a los Juegos Olímpicos hará cada vez más difícil el acceso a equipos que no estén entre los 12 mejores del ranking de la Federación Internacional (FIVB).

Argentina, que este año trepó al 17° escalón, por ahora no tiene demasiados caminos para acortar distancias. En primer término, habría que tender un puente fundamental: llegar a la Liga de las Naciones (VNL). En ese caso, la retroalimentación sería constante: se podría crecer jugando habitualmente contra los mejores equipos del planeta, algo que hasta hoy solo ocurre de manera esporádica.

La cuestión es que ahora no alcanza con mejoras graduales o paulatinas. Hay que pegar un batacazo grande. Dar un sacudón en alguno de los torneos grandes. La metáfora no suena descabellada: la FIVB armó un barrio cerrado y los equipos de la periferia la tienen complicadísima inclusive para acercarse al alambrado perimetral. O graficado de otro modo: los aspirantes a meterse en la élite corren con monopatín contra motos GP.

Si el Comité Olímpico Internacional (COI) lo aprueba, en Los Ángeles 2028 participarán el anfitrión Estados Unidos, los cinco campeones continentales, los tres mejores equipos del Mundial 2027 que aún no se hayan clasificado y los tres mejores del ranking que no obtengan su plaza olímpica por otro medio. Ganarle un Sudamericano a Brasil luce por ahora tan improbable como meterse en semifinales de un Mundial. Entonces solo queda avanzar en el ranking.

Para ello, Las Panteras deberían aspirar a jugar la Copa Challenger, el torneo que otorga un ascenso anual a la VNL. A ese certamen lo juegan el país sede, un equipo por cada uno de las cinco regiones o continentes, el último de la reciente VNL y otro seleccionado según diferentes patrones. Es por eliminación directa y el campeón asciende a la siguiente temporada de la VNL. Actualmente, Argentina es el mejor ranqueado de Sudamérica (17ª) después de Brasil, que ya tiene cupo en VNL: haber dejado atrás a Colombia (22ª) es una noticia fundamental para la celeste y blanca. Argentina tiene grandes chances de empezar a jugar seguido la Copa Challenger, para buscar un posible salto a la VNL. En las temporadas en que no hay Sudamericanos, la Selección solo tiene asegurada la Copa Panamericana. En Europa, en cambio, los equipos que no juegan VNL tienen dos competencias anuales: la Golden League (los dos mejores clasifican para la Copa Challenger) y la Silver League (otorga ascensos a la Golden League). Inclusive países de tercer nivel se aseguran una serie de partidos más que interesantes para el desarrollo y el crecimiento individual y colectivo de sus atletas.

Crecimiento en el juego para subir en el ranking

Desde que Daniel Castellani asumió la conducción técnica de Las Panteras, el equipo pegó el estirón: ganó por primera vez la Copa Panamericana, recuperó el segundo puesto en el Sudamericano después de 10 años e hizo un interesante Preolímpico.

En Tokio se consolidaron algunas certezas. Las centrales Candelaria Herrera y Bianca Farriol están rindiendo a un alto nivel y son el termómetro del equipo: tienen 24 y 21 años, respectivamente, y mucho por crecer. Bianca Cugno, de 20 años, se asentó como opuesta: fue la principal vía de ataque y mostró su poderío. Daniela Bulaich hizo un buen torneo, Yamila Nizetich exhibió garra y experiencia y las receptoras-puntas suplentes aportaron algunas soluciones circunstanciales, aunque está claro que el equipo necesita mayor aporte en esa función, sobre todo en ofensiva.

Contra Bélgica (victoria 3-0), las puntas sumaron un promedio de 7,3 puntos por set. Frente a Japón y Turquía, esa media estuvo debajo de los 4 tantos por set. En los tres últimos juegos, todos disputados a cinco sets, estuvieron entre 4,4 y 4,8 por cada capítulo. Suena a poco para un equipo que necesita defensa, intensidad y contraataque para poder hacerles frente a rivales mucho más poderosos desde lo físico.

Para un seleccionado sin el biotipo de las grandes potencias, es fundamental mejorar la precisión. Debe ser un relojito. Algo así como Japón, pero en versión sudamericana. En ese sentido, la capitana Victoria Mayer debería estar más fina y tiene que aparecer una líbero receptora que tenga un pase casi perfecto: en principio, ésta fue la última temporada de Tatiana Rizzo en el equipo. Su reemplazante será clave para el futuro del equipo.

Las jóvenes al poder

La inclusión de las más jóvenes será también una tarea de articulación para Castellani a partir de 2024. Si la mira está puesta en Los Ángeles 2028, hay que darles pista a jugadoras que puedan asumir roles importantes, además de la líbero receptora ya mencionada: hace falta encontrar una armadora suplente para Mayer, otra central que pueda suplantar eventualmente a Herrera y Farriol, y receptoras-punta que puedan castigar en ataque, sea por potencia o por ductilidad en la utilización de recursos ofensivos.

Ya hay en carpeta tres o cuatro jugadoras que disputaron el Mundial Sub 21 de este año, tres o cuatro que tuvieron un muy buen Mundial Sub 19 en esta temporada y algunas voleibolistas argentinas que están actuando en el vóley universitario de los Estados Unidos. De hecho, se está trabajando en un proyecto para tener una selección permanente de desarrollo, con el objetivo de mejorar condiciones físicas y técnicas de atletas que ya cuentan naturalmente con un biotipo y un potencial más cercano al de las potencias internacional.

Ganar seguido contra rivales directos

Con lo hecho en 2023, también resultará fundamental que en los próximos años Las Panteras se afiancen con triunfos contra los rivales directos: no luce atinado tener picos contra potencias casi inalcanzables –sucedió, de hecho, en el Preolímpico- y sufrir demasiado para vencer a Perú, que se cayó al puesto 38 del ranking mundial.

A Puerto Rico, al que se le ganó la final de la Copa Panamericana pero con el cual se perdió en la fase regular de ese torneo y también el Preolímpico, habrá que empezar a superarlo seguido. También tendrá que acostumbrarse a sumar más victorias que derrotas contra seleccionados europeos de segundo orden: Bélgica, República Checa, Ucrania y Bulgaria, por ejemplo.

París a la vista

Sin que Argentina tenga chances de participar, París 2024 ya tiene siete equipos clasificados en vóleibol femenino. Al local Francia, con cupo por ser organizador, este domingo se sumaron los seis mejores de los Preolímpicos: República Dominicana y Serbia, del Grupo A, disputado en China; Turquía y Brasil, del Grupo B, jugado en Japón; Estados Unidos y Polonia, del Grupo C, desarrollado con localía de las polacas.

Al finalizar la fase regular de la VNL 2024 se entregarán las otras cinco plazas: una será para el mejor asiático y otra, para el mejor africano, ya que tiene que haber un equipo por continente. Hoy serían China (6ª en el ranking) y Keina (21ª). Los otros tres saldrían del ranking en ese momento: actualmente sellarían sus pasaportes Italia (5ª), Japón (9°) y Países Bajos (10°).