El remero Bruno Cetraro habló con ESPN Uruguay sobre cómo viene su preparación para los Juegos Olímpicos de París 2024, explicó la importancia del “entrenamiento invisible” y dejó en claro que su objetivo es ir por la medalla.
Cetraro, de 26 años, se alista para disputar sus segundos Juegos Olímpicos tras haber logrado la mejor participación de los atletas uruguayos en la cita anterior, consiguiendo el diploma olímpico junto a Felipe Klüver en la modalidad doble par ligero. En París, Cetraro decidió competir en la categoría single, y asume con total coraje y convicción el hecho de saber que es el único responsable de lo que pase en el agua.
“Me puse a trabajar conmigo mismo, a ver lo que quería y el single es un bote que desde niño me encanta, y que siempre dije que iba a lograr muchas cosas con él. No hay mejor momento que ahora para hacerlo realidad. Fue un antes y después, como un shot de energía, alegría, muchas cosas”, explicó Cetraro.
El atleta reconoció que, si bien desde muy pequeño tenía claro que su pasión era el remo y que quería transformarlo en mucho más que un pasatiempo, en un momento de su carrera su mentalidad abandonó aquellos sueños infantiles. “Cuando empezás a tener un poco más de logros, te invade mucho la presión y las ansias por querer obtener resultados, pero hoy en día, al haber trabajado mucho en mí, ese niño sigue en mí. Entreno y compito como ese niño. La clave es estar disfrutando de todo el proceso, de cada entrenamiento. Al fin y al cabo, no hay mejor época que cuando uno es niño, que es libre, puede hacer lo que quiera, puede jugar y, cuando uno crece, a veces se olvida de eso, de que tiene la decisión de poder hacer lo que quiere con su vida. Hoy, decido hacer esto que es lo que amo, entonces lo voy a hacer lo voy a hacer al 100% y disfrutando cada parte. Creo que eso se aplica a cualquier aspecto de la vida”, contó.
Cetraro está viviendo en España, ya que esto lo acerca a las competiciones de remo que se desarrollan en Europa, y eso lo ayuda a reducir costos de traslados y logística. La contra que esto tiene es estar lejos de su familia y sus afectos en Montevideo. “Me gustaría poder estar en Uruguay, pasar el fin de semana comiendo un asado con mis abuelos y mis padres, yendo a ver el atardecer a la Rambla... Acá en España estoy con dos amigos de allá, pero se extraña la familia, que para uno es el sponsor principal, la que siempre estuvo ahí en las buenas y en las malas”, expresó.
Este punto, así como tantos otros de la vida del deportista, requieren de una fortaleza mental y emocional que no es para cualquiera y que debe cultivarse. En ese sentido, más allá de las cerca de seis horas diarias de distintos entrenamientos que tiene Cetraro, existe otra parte de la preparación -a la que suele llamarse “invisible”- a la que le da una gran importancia. El entrenamiento invisible abarca desde el descanso que tenga el deportista, a su alimentación y cuidados, hasta lo que haga por su salud mental. “Diría que es la clave, hasta más importante que el propio entrenamiento. Me refiero a la nutrición, el descanso, trabajo psicológico/espiritual. Yo trabajo con una terapeuta holística para enfrentar todos esos aspectos. Podés estar muy bien físicamente, pero si llegado el momento te gana la presión o la ansiedad, va a ser en vano. Está la famosa ‘garra charrúa’, es ese algo que no se ve, que se tiene y se aplica en el momento necesario. Lo veo como la esencia de cada uno, ese espíritu que tenemos por querer lograr las cosas y yo lo trabajo mucho”, narró el remero.
El desfile con el truco de la “sillita”
Cetraro fue uno de los abanderados de Uruguay en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (celebrados en 2021 por la pandemia de Covid-19) junto a Déborah Rodríguez. El remero reconoció que fue “un momento muy especial” para él y que lo sintió como un reconocimiento para el trabajo que venía haciendo.
Pero hubo un detalle que hizo de esa jornada aún más inolvidable para el deportista. “La ceremonia tiene su desgaste, pero tenía a Fernando Ucha, presidente de la Federación de Remo, que mientras estábamos entrando al estadio, me llevaba una sillita y me la dejaba, yo me sentaba, esperaba a que avancemos, ahí corría la silla y me sentaba de nuevo. Estaba ‘mimado’ porque al otro día arrancaba a competir. Analicé no ir a la apertura, Felipe Klüver no fue, pero era una oportunidad única que no podía dejar pasar”, narró Cetraro.
El nuevo camino
El uruguayo dejó atrás la modalidad de doble skull ligero y se prepara para competir en skiff, que es individual. Cetraro contó que en el doble ligero, el peso máximo permitido entre los dos ocupantes del bote es de 140 kg, lo que obliga a que ambos promedien los 70 kilos. “Esto lleva a que te enfrentes con gente que podrá medir un poco más o menos, pero están en el entorno de los 70 kg. Dos horas antes de competir, tenés que dar el peso. No es como en las artes marciales que se deshidratan muchísimo el día previo porque tienen 24 horas para recuperarlo. Acá tenés solo dos horas y, en realidad, una sola, porque a la hora siguiente tenés que salir a calentar al agua. Te enfrentás con rivales más equitativo desde lo físico. En el single pesado ya no hay límite de peso, es hombre contra hombre y ahí cada uno va con su ‘mochila’ de cuánto entrenó y se ve quién es el más guapo, como quien dice”.
Bruno Cetraro aspira a lo máximo, como lo hace desde niño, y en este nuevo desafío no le tiembla la voz al confesar su meta. “Mi sueño sigue siendo ser campeón olímpico y para eso entreno día a día, para eso formé mi equipo de trabajo. Será en estos Juegos Olímpicos, o en los próximos, pero no me voy a rendir, voy a seguir entrenando hasta lograrlo”.