<
>

Porzingis se erige como pilar de la esperanza para los Knicks

Si naciste un 2 de agosto, compartes tu cumpleaños con Kristaps Porzingis. El ala pivot de los New York Knicks sopló 22 velitas y lo hizo bien lejos de Nueva York en un safari.

Family Safari was fun

A post shared by Kristaps Porzingis (@kporzee) on

¿Y quién puede culparlo? Si combinas al melodrama de Carmelo Anthony y la disfunción general de la franquicia, me sorprende que él no esté festejando del otro lado del mundo en Japón. Sin embargo, hay una pregunta a la que él no puede escaparle por más que lo intente este verano: ¿Qué significa él para el presente y futuro de los Knicks?

La respuesta es tan simple como compleja: Porzingis representa la luz de esperanza en medio de la oscuridad en la que el conjunto neoyorquino se ve sumido prácticamente desde que comenzó el siglo 21, y los aficionados están naturalmente sensibles ante cada promesa de un futuro mejor.

Stephon Marbury no fue la respuesta para la pregunta de cómo se logra ser un verdadero contendiente al título la década pasada, tampoco lo fueron Amar’e Stoudemire o Carmelo Anthony en esta, y ni se te ocurra mencionar a Eddy Curry en la Gran Manzana.

Es fácil caer en la trampa del pesimismo cotidiano cuando no alcanzas las Finales de la NBA o tu propia conferencia desde 1999, cuando el Y2K estaba a la moda y Donald Trump era candidato a presidente de Estados Unidos por primera vez, pero existen razones para pensar que el porvenir de los Knicks con Porzingis podría llegar a ser distinto.

Primero que nada, él ha progresado de manera inesperada durante sus dos años en la NBA hasta ahora.

Recuerden que Porzingis era totalmente desconocido para el 99 por ciento de los aficionados al básquetbol cuando fue seleccionado cuarto en el Draft del 2015 por encima de caras conocidas como Emmanuel Mudiay, Frank Kaminsky y Justise Winslow. Su llegada hasta contó con una parodia propia de la “Guerra de las Galaxias”.

Si volvieras a hacer ese Draft ahora mismo, lo seleccionarías segundo o tercero detrás solamente de Karl-Anthony Towns y posiblemente Devin Booker.

Towns y Booker son los pilares de sus respectivas franquicias en Minnesota y Phoenix, y el 2018 será el año en que Porzingis tomará las riendas de la suya mientras Carmelo Anthony está en Houston o se ve relegado a ser el actor secundario del equipo que solía ser suyo.

La mayoría de los expertos creían que eso tomaría cuatro o cinco temporadas cuando Porzingis llegó a la NBA, pero su evolución basquetbolística se da a pasos gigantes y nadie se debería sorprender si él promedia 20 o más puntos por partido la temporada que viene tras pasar de 14 a 18 e incrementar su porcentaje de efectividad en tiros de campo y en triples la campaña pasada.

Eso no quiere decir que Porzingis sea el próximo Patrick Ewing ni mucho menos. Su techo todavía está lejos, y su promedio de rebotes decayó de 7.3 a 7.2 en su segundo año en la liga.

Sin embargo, no existe razón alguna para que él no pueda mejorar en ese rubro para promediar un doble-doble por primera vez en su corta pero prometedora trayectoria hasta ahora.

Jugar en un mercado tan grande como Nueva York no es nada fácil. Si no tienes cuidado y los pies bien firmes sobre la tierra, el pasar 41 noches en una meca del deporte como el Madison Square Garden puede llegar a convertirse en una carga demasiado pesada para cualquiera.

A partir de ahora, Porzingis es el elegido para cargar con la responsabilidad de intentar acabar con casi medio siglo de frustraciones para los Knicks. Que la fuerza lo acompañe.