El dirigente Gilbert Gómez es responsabilizado por miles de fanáticos de la derrota de Tigres del Licey en la final del torneo caribeño, pero la realidad es que la ofensiva dominicana nunca encontró ritmo.
Los Tigres del Licey fallaron en su intento por revalidar su campeonato de Serie del Caribe, tras caer derrotados en la final de esta edición tres vueltas por cero frente a los nuevos monarcas, los Tiburones de La Guaira. Desde anoche, mucho se ha hablado sobre qué podían hacer los Tigres de manera diferente y en el proceso, miles de críticas han caído sobre el dirigente novato, Gilbert Gómez.
Las críticas se basan en el hecho de que Gómez tomó la decisión de permitir que César Valdez, el mejor abridor del Licey, regresara a tirar en la quinta entrada durante un partido en que había tenido problemas para sacar outs, en vez de utilizar a su bullpen, el cual fue uno de los más sólidos de todo el torneo, solos superado por el de los nuevos campeones. Sin embargo, la crítica, por valida que pueda ser, obvia uno de los elementos más importantes del juego: el equipo dominicano fue blanqueado.
De los seis hits que conectaron los azules, tres fueron de Robinson Canó, quien nunca encontró corredores en las bases. Los brazos venezolanos dominaron por completo a la ofensiva de los excampeones y, en la historia del béisbol, nadie ha ganado un juego sin anotar carreras.
La pobre ofensiva demostrada por los Tigres durante todo el torneo es la principal responsable de la situación en la que terminó el conjunto. Los campeones dominicanos promediaron 2.4 carreras por juego durante los ocho partidos que disputaron de la Serie del Caribe. Fueron una de las peores ofensivas en términos generales, siendo solo superados por Nicaragua, conjunto que no ganó un partido.
Los campeones dominicanos tuvieron el tercer mejor promedio de bateo entre los equipos en la ronda eliminatoria con .251, pero tuvieron un pobre OPS de .620, solo superior a Nicaragua. Fueron el equipo con menos extrabases (8), segundo con menos anotadas (15) y estuvieron empatados por la menor cantidad de jonrones entre el torneo (1).
La tendencia siguió en la ronda semifinal y en la final, donde apenas batearon para .222 con OPS de .550 y sus únicas cuatro carreras llegaron en el triunfo sobre Panamá, mientras que se poncharon 17 veces y solo conectaron 14 hits, con cuatro anotadas y dejó a 14 corredores en las bases.
Por criticables que sean las decisiones de un dirigente, al final, el béisbol es un deporte de resultados y esos son los números ofensivos son los que hay que ver cuando se escriba la historia de por qué los Tigres del Licey perdieron la final de la Serie del Caribe.