MÉXICO -- Para aquellos que disfrutamos del deporte es casi una afición paralela comparar talentos y legados históricos de los ídolos que hemos visto pasar por una cancha. Dicen que las comparaciones son odiosas pero en este ámbito más que odiosas son infructuosas, porque difícilmente habrá unanimidad de criterios cuando se habla del mejor futbolista de la historia.
¿Quién debe ser? ¿El que meta más goles?¿El que gane más títulos?. No hay un método único ni científico para determinar algo tan subjetivo, pero igualmente los aficionados seguiremos intentándolo.
Desde un punto de vista muy personal, Messi es el futbolista con la mejor combinación de inteligencia, eficacia y espectacularidad que haya visto en un campo de juego y aún no sabemos si ha alcanzado la cima de su rendimiento. Para cada quien, el mejor será aquel que le haya hecho enamorarse más de este deporte, que le haya sorprendido cuando parecía ya no haber espacio para la sorpresa, en fin, que le haya emocionado. Eso ha hecho Messi por mí.
En el tema de las comparaciones es fundamental tomar en cuenta las diferencias generacionales, no solo entre los sujetos comparados sino entre aquellos que intentamos poner en una balanza sus virtudes y defectos. Yo por ejemplo vi a Pelé en videos y leí las historias de cómo paralizaba estadios y ciudades enteras con solo caminar. A Maradona lo vi en pleno hacer cosas maravillosas con una Argentina escasa de talento y retar el orden natural del fútbol italiano con una escuadra del sur que, antes de él, sólo soñaba el prestigio y los títulos de sus vecinos del norte.
La diferencia es que Messi llegó cuando mi capacidad de impresionarme era casi nula, cuando creía que todo estaba inventado y que no habría más Pelés, Cruyffs o Maradonas porque el fútbol se había vuelto muy físico y extremadamente defensivo. Que Gerd Müller anotó sus 85 goles en 1972 en menos partidos que Messi es cierto, pero también es verdad que con el paso del tiempo el gol se ha vuelto un objetivo más difícil en el fútbol profesional y solo basta comparar los promedios de anotación de los torneos importantes a través de las últimas décadas.
Cierto, Messi no ha ganado un mundial, pero levantar una Copa del Mundo depende de tantos factores que sería injusto atar el legado de un fenómeno único a un torneo que se decide en siete partidos. ¿O acaso diremos que el mejor goleador de la historia es Oleg Salenko porque nadie ha anotado cinco goles en un partido del mundial como lo hizo el ruso en el 94?. No lo creo.