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Un Clásico con doble condena de muerte

LOS ÁNGELES -- Semana de Clásico. América contra Chivas. En El Nido de el Estadio Azteca. La mitad de la nación futbolística de México y Estados Unidos se fractura en dos. Pero hasta los que se dicen indiferentes, estarán atentos. El morbo siempre mira de reojo.

Semana de Clásico Nacional. Semana de despercudir conciencias. Semana en la que resucitan los advenedizos. Los pecadores de aburguesamiento buscan indulgencias y el perdón. Algunos futbolistas, esos parias salariales, quieren desquitar su salario del torneo en 90 minutos. La reivindicación de los cínicos.

Semana de Clásico. Semana de extorsionar a la afición. "Hoy te necesitamos más que nunca", dirán en Coapa y en Verde Valle a sus legiones indecisas. Un mensaje chantajista para que el Estadio Azteca se llene y el rating entre los sofás caseros, repique alegremente.

1.- A los americanistas no los convencen plenamente estas Águilas que son líderes, pero a las que les han recetado dos derrotas y siete goles en los tres últimos juegos. Ha resucitado muertos (Cruz Azul y Querétaro). Y el de enfrente, también, apesta a fiambre.

2.- A los seguidores chivas les urge ponerse cataplasmas de alivio y consuelo, luego de tres años de ser el hazmerreir de su vecindario. Además, la victoria sería como ponerle un desfibrilador a máxima potencia para resucitar el corazón marchito de un equipo al borde del precipicio del descenso.

Así viven el contraste en esta semana de Clásico Nacional. Unos, inconformes y nostálgicos de las aves rapaces de El Piojo. Y otros, con taquicardias al ver la Tabla de Porcentaje.

Pero, sin duda, a pesar de las condiciones extremas de este Clásico, la expectación y las expectativas no se consumen en decepción.

América puede terminar por borrar, con el soborno anímico y pasional, a sus aficionados, y sumarlos definitivamente a sus filas. Además, el Turco Mohamed ha adquirido un mal hábito respecto a El Piojo: no sabe ganar Clásicos.

Y perder este torneo con las versiones más pueriles, ordinarias y lamentables de Pumas y Cruz Azul, no le abona simpatías.

Perder con Chivas sería como ponerle un asterisco de deshonor al liderato del americanismo. Y los asteriscos en el deporte son como estigmas similares a las Flores de Lys en las odaliscas concupiscentes y pecadoras.

Chivas, en tanto, mandaría una proclama de resurrección. Desde la llegada del Chepo de la Torre no ha habido aún mensajes de mejoría. De hecho, entre Copa y Liga, ha recibido diez goles en una semana.

Y perder sería el golpe anímico brutal para todos: para la nueva directiva, para el nuevo cuerpo técnico, para el mismo plantel, pero en general, implicaría el refrendo de los viejos vicios que tienen al Guadalajara en lo que el mismo Chepo de la Torre argumentó el domingo: "Este equipo es el reflejo de un saldo negativo de hace tres años".

Decía Shakespeare que "el hombre arruinado lee su condición de miseria en los ojos de los demás con tanta rapidez que él mismo siente su propia desgracia".

Ese sería el horizonte de Chivas si pierde el Clásico: un espejo irrefutable de su propio derrumbe. Por eso, ganar es imprescindible, aunque el Chepo insista en que "no estoy obligado a ganar, sólo comprometido".

Semana de Clásico. Y los dos en crisis. Uno, el América, de credibilidad. El otro, de resultados. El primero puede vivir sin ella. El segundo, sólo puede morir sin ellos.