MÉXICO -- Decía Óscar Wilde que la gloria es como la Venus de Milo. Uno se puede abrazar a ella, pero ella jamás devolverá el abrazo, porque la gloria no es eterna.
Chivas se ha abrazado a la Venus de Milo. De Chivas depende prolongar el abrazo. Matías Almeyda se abraza, por inercia, por ubicuidad, a la Venus de Milo. De él dependerá merecer el abrazo.
Chivas gana el Clásico decapitando la lógica y el sentido común. 2-1 al América ensoberbecido merecidamente por su buena campaña.
Insisto: todavía este resultado, hubiere sido derrota, y habiendo sido victoria, pertenece íntegramente a los jugadores más que al entrenador.
En la semana describíamos en este espacio la colosal intervención -finalmente- de Omar Bravo como capitán, como caudillo, como capataz de un grupo de jugadores confundidos, urgidos, desconcertados, para estremecerlos -insisto, finalmente- y abofetearlos con la responsabilidad absoluta de su destino.
Almeyda puede cobijarse de esta victoria. Por supuesto que puede. Reiteramos, Chepo, con el 1-0, habría recluido a los otros diez detrás, sí, detrás de Toño Rodríguez.
El Pelado es al menos un prelado del futbol de ataque. Y se atrevió a apostar por un segundo gol. Y hasta estuvo cerca del tercero. De haberlo hecho, a la Venus de Milo le habrían salido brazos para devolver el abrazo.
El partido se llenó de incidentes y accidentes. Y de relevancia sustancial para el desarrollo del encuentro.
1. Anulan al América el 2-2 en los estertores dramáticos e hipertensos del juego. Un gol legítimo. 'Chatón' Enríquez habilitaba a tres jugadores del América. Error grave del juez de línea.
2. Increíble lo de Carlos Salcido. Genera un penalti con premeditación, alevosía y ventaja. Y la expulsión consiguiente. Fue tan mayúsculamente torpe la acción, que se le podría acusar de traición.
Más grave aún fue que obligó a la salida de Carlos Fierro, el mejor jugador de Chivas, mientras estuvo, sólo detrás del implacable Bravo y el impecable 'Chatón'.
3. América hizo una apuesta desordenada y desesperada. La angustia es mala consejera. Nacho Ambriz decide sofocado y sofocado contagia sofocando al grupo. Con más hombres ofensivos, merodeaba más pero América amenazaba menos la trinchera de Chivas.
4. ¿Jugó mal América? Lo hizo con menos testosterona. Volvió a turistear vestido de gris mediocre, el 'Riflecito' Andrade, y Carlos Darwin traía tanta hambre de revancha, que se tragó a sí mismo.
Oribe, errático; Sambueza desgastándose en peleas absurdas, pero aun así, las Águilas terminaron edificando un monumento en el arco a los reflejos circenses de Toño Rodríguez.
5. Y si el árbitro Fernando Guerrero carga con el error de su juez de línea, él también se vio chambón y chambista al regatear amarillas que podían haberse acumulado, un par de ellas a Sambueza y otra más a Salcedo.
6. Segundo asalto consecutivo que sufre el Nido y tercero en el torneo. Del 0-1 con Tigres al 1-2 con Chivas. Atlas antes le hurtó a los polluelos por 3-1. Tres derrotas en cinco juegos de local. ¿Y la supremacía?
Después de apenas una victoria en los últimos siete clásicos, Chivas consigue el más valioso resultado del torneo, habida cuenta que históricamente el desenlace de un Clásico suele impactar directamente en el paso de los equipos.
¿América? A la misma tarea: exigir responsabilidad a jugadores de doble sueldo y medio pelo en el rendimiento. Darwin juega para su ego, Andrade sigue yendo de lo vistoso a lo ridículo, mientras que Sambueza se desvanece en peleas inútiles.
Al final, ocurre en Chivas de nuevo una catarsis colectiva y en un juego de rivalidades extremas. ¿Recuerdan la sacudida extraordinaria de Chivas el torneo anterior, después de llegar arrastrando lastimosamente su zalea y tundirle al Cruz Azul?
A partir de entonces la comunión entre tribuna y equipo logró lo impensable de colocarlos hasta en Semifinales.
La Venus de Milo espera.
