LOS ÁNGELES -- En el paraíso de la anarquía y el abuso todos se proclaman inocentes. La Madre Teresa de Calcuta es una criminal ante los modelos, los dechados de castidad y pureza de todos los vinculados a Tigres y Veracruz, todos, por supuesto, candidatos a la canonización inmediata.
Hoy, mientras la Santa Inquisición de la FMF delibera entre la indigencia legal y su incapacidad cómo castigar a todos los especímenes de vandalismo que se dieron cita en la barbarie del Pirata Fuente, nadie acepta un ápice de responsabilidad.
Déjeme citar la reflexión de la escritora rusa Ayn Rand: "Piedad por el culpable es traición al inocente".
Hoy, mientras los escribanos sumisos de la Comisión Disciplinaria esperan que Decio de María les transmita las órdenes que él reciba, los lobos se visten con piel de oveja. O, mejor, los tiburones se visten de sirenitas y los felinos ronronean.
Los directivos de Veracruz y Tigres, más el Tuca Ferretti y André Pierre Gignac, hoy justifican todas las acciones perpetradas como actos en defensa propia.
Cierto: los videos cuentan una historia parcial. Unos revelan que los cada vez más Libres y Lokos tiran la primera piedra, sin importar edad, sexo o condición física de las víctimas.
Otros videos reseñan cómo la caballería vindicativa emprende, según los Hunos del Atila Kuri, una cabalgata de extremo a extremo del estadio para rescatar a su gente. Claro: el rescate no se ejecuta con la pacificación sino con la magnificación de la violencia. El caos.
Entendible, no justificable, la desesperación iracunda de Tuca Ferretti y Gignac ante los riesgos que implicaban a familiares y amigos, ubicados en esa zona del estadio, pero los dos estaban expuestos a que los granaderos, de endeble autoridad sin duda, reaccionaran conforme a su investidura. Lamentablemente gozan de privilegios populistas que el ciudadano común no tiene. Usted, yo y Perico de los Palotes habríamos sufrido el típico "sabadazo", pero en terapia intensiva, en caso de haber obrado como ellos.
Aquí hay negligencia. Tigres debió haber solicitado o rentado un palco en el estadio para amigos y familiares de sus jugadores y cuerpo técnico, y no exponerlos al desamparo.
¿A qué se atreverá la Comisión Disciplinaria? A todo, seguramente, menos a proceder con justicia y apego a reglamento.
Veracruz debería recibir veto, y su afición impedida a de acudir a otros estadios. Los cada vez más Lokos y más Libres deben quedar marginados de acudir a cualquier otro estadio del país.
Y ante la reiterada, compulsiva, irracional forma de comportarse del Tuca, necesita ya un castigo ejemplar. No puede, nuevamente, incitar a la violencia, advirtiendo a la afición de Veracruz que "lo va a pagar" si eventualmente visita el Volcán. Está, obviamente, gestando, cocinando alevosamente, un clima de linchamiento.
No es, como muchos sugieren, para someter los comportamientos del Tuca, estos y los anteriores, a ese filtro de escrutinio minucioso que contempla el Artículo 33 de la Constitución Mexicana, respecto a extranjeros indeseables. Ferretti se equivoca, pero está lejos de ser un delincuente.
¿Y, además, no llegó ya el momento de que se investigue esas sociedades perversas, sucias, entre clubes o entrenadores o jugadores, que regalan boletos y viajes a los porristas para que entren a estadios y se trasladen para proteger a sus mecenas?
Ya una facción del América, que acompañaba al equipo en Tijuana, reconoció que su viaje y boletos eran subvencionados por el mismo club. O porristas del Atlas han relatado cómo Ricardo LaVolpe cuando dirigió en su primera etapa al equipo, les apoyaba con dinero para sus travesías.
La Disciplinaria, lejos de apegarse a reglamento y sentido común, obedecerá las indicaciones que se le den para proteger los intereses de la Liga y de sus afiliados, sin descuidar, claro, los favores que le debe a sus allegados (Tuca y el Tri), como tampoco los tenebrosos, torvos y canallescos procederes políticos que envuelven a Fidel Kuri y sus raíces priístas.
En todo ese cónclave prejuiciado, lejos de tomarse medidas drásticas, radicales, ejemplares, se caerá en decisiones tibias, apapachadoras, pusilánimes, para que, en lugar de encontrar soluciones, se deje el campo fértil para que mañana, en cualquier otro estadio, vuelva a suscitarse algo parecido.
Porque recuerde que en este paraíso de la anarquía y el abuso, la justicia existe contra los débiles, no para ellos. Y la anarquía es mayor cuanto mayor es el miedo del que la tormenta, ¿o no, Decio de María?
Sigue, Decio, el consejo de Césare Beccaria: "La finalidad del castigo es asegurarse de que el culpable no reincidirá en el delito".