El peleador Ryan García volvió a tener un año turbulento en el que se habló mucho de lo extradeportivo y poco de lo que hizo en el ring.
Ryan García, californiano de ascendencia mexicana, fue etiquetado por ESPNDeportes.com como la figura emblemática de "Lo Malo" del boxeo al cierre de 2023. Hoy, unos 365 días más tarde, suma La Decepción del Año 2024 a su resumé.
Se necesitan varios elementos para adjudicarse semejantes "distinciones". La primera de ellas, naturalmente, es obrar mal. Muy mal. La segunda, haber estado en lo alto, porque se necesita mucho espacio para recorrer esa caída libre durante dos periodos consecutivos y todavía no tocar fondo. La tercera, tener mucha confianza en la memoria corta, la capacidad de pasar por alto o la simpatía del fan, que puede perdonar una vez, quizás dos, tal vez diez, pero en algún momento dirá "ya basta".
Hace apenas dos años, García (24-1-0, 20 KO's) lucía con un futuro brillante. Invicto a ese momento, con millones de seguidores en las redes sociales, calidad boxística, carisma y presencia, imán para los lentes y la probada combinación de apelar por igual al público anglosajón que al mexicano, tenía en sus manos las herramientas necesarias -y los pronósticos- para convertirse en el próximo rostro del boxeo; ése al que todos quieren enfrentar por llevar en su frente el signo de dólar y cuya simple mención mueve las agujas del tráfico y ventas en los medios.
Llegó el 2023, y con él se acrecentaron los conflictos públicos del peleador en las redes sociales, con su equipo de manejo y entrenamiento. También sufrió la primera derrota de su carrera profesional, el 22 de abril por nocaut frente a Gervonta Davis, quien lo dejó tendido en la lona mediante un clásico golpe al hígado.
Cerró diciembre con un meritorio triunfo por KO frente a Oscar Duarte que al momento pareció recetado para reencaminar su carrera. Como había hecho antes, prometió enmendar sus errores, y los augurios para 2024 eran estelares, pero llegó el 2024, y mucho de lo bueno que había recuperado se vino abajo.
De cara a un importante encuentro contra Devin Haney, llegó al pesaje con un aparente desprecio hacia el compromiso: tres libras de más sobre el peso pactado, que compensó pagando una cifra millonaria a su oponente. Ya en la pelea, García derribó tres veces a Haney, pero la pelea fue decretada luego un 'no-contest' al arrojar positivo en una prueba antidopaje, que de paso le costó una multa millonaria y suspensión hasta el 20 de abril de 2025.
En lugar de aprovechar ese periodo de inactividad para enderezar las cosas, García se ha visto envuelto en más polémicas de redes sociales -contra aliados y adversarios-, enfrentó una demanda y pagó miles de dólares en daños causados a una habitación de hotel (responsabilizó por ello al estrés provocado por una situación de salud en su familia), tuvo que pedir disculpas públicamente tras hacer expresiones ofensivas de corte racial y religioso y le espera una cita en el sistema judicial por una demanda incoada por Haney, quien alega fraude entre otros daños.
Del lado deportivo, anunció un combate de exhibición frente a un kickboxer -algo que fue interpretado por muchos como un reto público a su suspensión profesional- pero luego tuvo que posponer por una lesión en la mano.
En resumidas cuentas, lo que en un momento fue un promisorio 2024 termina con Garcia suspendido, multado, lesionado, demandado, desacreditado, sin peleas importantes proyectadas, con un solitario plan de reponer una presentación ante alguien que no es boxeador y quién sabe cuánto más. Bastante lejos de quien en un momento se proyectó como el eventual rostro del Boxeo.
Existe un viejo refrán que, parafraseado, dice algo similar a "mientras más subes, más duro te golpeas al caer". García no había escalado todavía la cima pero estaba en buen camino para lograrlo. Y en su caída se ha golpeado bastante. Y duro. Resta ver su ruta del 2025.