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Tata Martino empieza a catar la cosecha de Catar 2022

LOS ÁNGELES -- Los micro ciclos son como sentarse ante una cartomanciana. Una vende ilusiones, los otros las compran.

Y son como una cita a ciegas: las dos partes dispuestas a engañar y a ser engañadas. Cupido rompió las flechas.

Sin embargo, hay una evidente utilidad. Gerardo Martino aprenderá a leer actitudes, disposición, puntualidad, temperamentos. Tipos con el oficio del técnico argentino, deducen más observando que dialogando.

Pero, a final de cuentas, en una convivencia informal, los jugadores reflejan poco de lo que pueden dar en una contienda genuina.

Las relaciones entre jugadores y cuerpo técnico terminan formalizándose con el tiempo. Algunas se irán identificando y otras repeliendo. Y algunas se irán fortaleciendo y otras se irán deteriorando.

Advertido ya por la FMF de la casi absoluta prohibición de convocar naturalizados -"sólo que sea totalmente imprescindible"-, Tata Martino sabe que deberá sacar agua de las piedras en algunos casos.

A sabiendas de que hay un nicho en Europa de jugadores sólidos y otros en proceso de jubilación, el entrenador argentino sabe que tiene menos de cuatro años para encontrar una generación de recambio.

Javier Hernández, Miguel Layún, Héctor Moreno, los refugiados en la MLS, tal vez -y sólo tal vez--, podrán ayudar a la clasificación a la Copa del Mundo, a la espera del momento cronológico y físico de Guillermo Ochoa y Andrés Guardado, quien podría ofrecer para Catar 2022 una versión remasterizada de Rafa Márquez en Rusia 2018.

Tata Martino, por citar sólo un ejemplo, deberá localizar, educar y orientar a un par de zagueros centrales. Candidatos hay, pero será necesario curtirlos en ámbitos, por supuesto, muchísimo más exigentes que la Liga MX.

El nivel de la competencia mexicana alcanzará para ponerlos a punto a esos prospectos en la inmediatez de la Concacaf, que presentará, un nivel futbolístico aún más paupérrimo -si algo así es posible--, que el de la eliminatoria mundialista anterior, por la transición generacional que enfrentan.

Sin embargo, para alimentar -dolosa y perversamente-a la afición con la utopía del Quinto Partido, México deberá consolidar un equipo rejuvenecido, para evitar que sea lo menos doloroso posible, el cambio de piel de la serpiente tricolor que tiene entre las manos.

¿Está capacitado Gerardo Martino para semejante tarea? Experiencia tiene, y hago énfasis de nuevo en ello, como hace meses: México tiene la mejor versión posible del Tata, porque sus cicatrices son más profundas que sus blasones.

Planteábamos en Raza Deportiva, a manera de aprendizaje brutal, qué experiencia puede ser más aterradora para un técnico...

1.- Sufrir un 7-0 ante Chile, jugando de local, en Santa Clara, en Copa América Centenario, con la mejor generación de futbolistas mexicanos como le ocurrió a Juan Carlos Osorio.

2.- O: haber dispuesto de Lionel Messi con la mejor generación de futbolistas en el Barcelona, y con una pléyade de notables en la Selección de Argentina y no haber ganado absolutamente nada en ambos casos.

El primer caso, algunos técnicos lo llaman "un accidente del futbol", y Juan Carlos Osorio reconoció que lo carga como una pesadilla traumática.

En el segundo caso, Martino dispuso de dos batallones de exquisita calidad futbolística. Son fracasos históricos.

Fue la única temporada en la que Barcelona debió resignarse a una copita de cobre de segunda mano. Y Argentina sabe que el subcampeonato es la vuelta olímpica de los timoratos.

Por eso, la versión de El Tata que se hará cargo de México, está moldeada a sangre y fuego. Tiene menos rango de equivocación, habiendo perdido tanto dirigiendo a grandes, y habiendo ganado tanto, dirigiendo a nivel suburbano -como ahora--: Paraguay, clubes guaraníes y la MLS.

Por eso, el desafío para Gerardo Martino es de dos filos: México le ofrece lo mejor que tiene, que no es mucho; pero también le entrega el mejor sueldo de su vida, que si es mucho, y la mejor oportunidad de redimirse, que si es mucha.